miércoles, 19 de diciembre de 2018

Filosofía y Universidad



Parece que la Filosofía va a regresar a la Secundaria con el apoyo de todo el Congreso de los Diputados, cosa que es de agradecer a nuestros políticos. Muchos licenciados en Filosofía tendrán una vida más digna y los alumnos volverán a enfrentarse con los textos que forjaron nuestra civilización. Algunos, solo algunos, aprovecharán la oportunidad para desarrollar un pensamiento racional y todos tendrán unas nociones básicas por si en algún momento de sus vidas deciden dedicarse a pensar por sí mismos.

Pero quiero con este artículo pensar el papel de la filosofía en toda la educación formal. Efectivamente no es posible afirmar de una persona que tiene formación si no tiene conocimientos filosóficos suficientes como para poder pensar por sí mismo, sobre el sentido de la vida y de al realidad. Por ello es necesario que el Sistema Educativo tenga en cuenta la filosofía como una asignatura imprescindible, ya que es más formativa que las que se consideran «instrumentales» tales como las matemáticas o la lengua, y mucho más que las Ciencias Naturales y Sociales, que todas se enseñan desde el inicio de la Primaria. Creo que lo que han hecho mal las autoridades educativas de siempre es colocar la filosofía en el Bachillerato y no darle la importancia que se merece: la filosofía debería acompañar a los alumnos desde primaria a la Universidad.

Actualmente la Filosofía se enseña en el Bachillerato y el último curso de la Educación Secundaria Obligatoria, entre los 15 y los 17 años, y pienso que es el peor momento para hacerlo.  El momento  adecuado sería comenzar en los primeros cursos de Primaria hasta primero de la ESO, 11 y 12 años, cuando el niño aún no ha afirmado plenamente su yo y puede aún aprender la naturaleza racional de todo lo que le rodea. Es entonces cuando puede necesitar la guía de la filosofía para ir formando su carácter, sus ideas y creencias y cuando puede desarrollar su intelecto con la ayuda de los grandes maestros y textos.

La filosofía en la adolescencia, tal y como se "estudia" ahora, no cumple su papel y es por eso que la Universidad subsidiariamente debe ofrecer a sus alumnos la posibilidad de acceder a un pensamiento racional sobre el hombre y el mundo.

Los niños y los universitarios son receptivos ante una nueva ciencia, pero los adolescentes no pueden porque están pasando por una etapa en la que no entienden de los claroscuros de la filosofía, no ven los matices. Si a esto le sumamos la preparación del acceso a la Universidad, las presiones por hacer un examen de filosofía estándar, definitivamente la filosofía necesita un complemento.

Filosofía en la Universidad


Al entrar en la Universidad los alumnos se enfrentan ya a decisiones que les empiezan a cambiar el rumbo de sus vidas de manera autónoma. En este momento la filosofía puede decirles algo y puede ser relacionada con sus aspiraciones profesionales. Digamos que el joven universitario está más predispuesto a aprender doctrinas nuevas, a contrastar sus datos, a indagar sobre algunos aspectos de la vida que le serán muy útiles para su futuro personal y profesional. Es el tiempo de abordar de manera racional, seria y crítica los grandes temas con los que –quiera o no- se va a tener que enfrentar a lo largo de su vida.

Por otro lado, en el ámbito universitario no se da (tanto) la ideologización de los niveles precedentes. Muchas clases de filosofía en la Secundaria son divagaciones del profesor sobre su forma particular de ver el mundo en una edad en la que los alumnos no han desarrollado estrategias que les permitan defenderse de las ideologías. Y esto sin hablar de los libros de filosofía para Bachillerato, que merece un capítulo aparte. 

En la Universidad, al estar sometidos a la tradición universitaria, es decir, a la racionalización y a la búsqueda de fuentes, ya puede el profesor expresar su punto particular, que los alumnos pueden contrastar con escritos y argumentos diferentes: por mucho que el profesor explique desde una óptica u otra el alumno puede acudir a la biblioteca y crearse su propia idea de las cosas.

En todo caso, en la Universidad el alumno debe enfrentarse con problemas particulares desde diferentes ópticas y no con filosofías totalizadoras. Por ello pienso que si una Universidad quiere enfrentar a sus alumnos a la filosofía debe optar por dos posibilidades: la filosofía práctica (ética, pensamiento político, estética) o la Antropología Filosófica, ya que de las tres disciplinas que forman la filosofía pura es la más adecuada para este nivel formativo por las razones que abajo expongo, de hecho muchas universidades en todo el mundo han introducido en sus planes de estudios la Antropología Filosófica como asignatura en todos o en muchos de sus Grados porque se trata de una disciplina que es previa a la filosofía práctica, es decir, a la ética, la estética o la política, y sin la cual cualquier abordaje de este tipo de filosofía quedará cojo, ya que se fundamentan en la Antropología: dependiendo de qué idea tengamos del ser humano nuestras acciones, ideas y creencias sobre el mundo serán diferentes.

Misión de la Universidad

La Universidad tiene la misión de ofrecer enseñanzas técnicas que preparen para el desempeño de una profesión, pero reducir la Universidad a esto es no comprender qué es realmente esta institución.  Ésta es una visión producto de una visión del ser humano materialista y funcionalista, es decir, ambas visiones recortadas de la realidad que darían una misión recortada también de la Universidad, convirtiéndola en una escuela de formación profesional.
Digamos que la formación de técnicos y profesionales cualificados es un quehacer de la Universidad, pero no su misión. La Universidad tiene tres misiones además de este quehacer: la búsqueda de la verdad, la preservación de la idea del hombre fruto de la tradición humanística cristiana y la preparación de los directivos del mañana.
1. La principal misión de la Universidad es la búsqueda de la verdad, que no es otra cosa que incrementar y depurar nuestro conocimiento -siempre insuficiente- sobre el hombre y el cosmos. En una época de relativismo y habiendo desgastado tanto el término "verdad" suena realmente vacía la proposición, pero no por ello deja de ser misión universitaria ésta búsqueda.
2. Además de la búsqueda de la verdad, la Universidad es la institución que transmite la idea occidental de pensar al hombre y al mundo, que -por combinar de manera magistral la tradición de la filosofía clásica, el derecho romano, la teología cristiana y la ciencia positiva- es sin duda la mejor manera de vivir como ser humano, la que ha logrado la mejor expresión del espíritu en el arte, la religión, la política, el derecho  o la ciencia.
En los tiempos de crisis que vivimos esta idea occidental del humano se pone en entredicho, propugnando un relativismo cultural que hace ver a Occidente como una más de las formas de vida posibles y es necesario que la Universidad tome conciencia de su misión de preservar la perspectiva cristiana sobre el mundo. Y esto no es solo tarea de la universidad cristiana, toda universidad europea o americana, católica o protestante, privada o pública, debe preservar los fundamentos antropológicos de la civilización que ha logrado tantos éxitos para el conjunto de la humanidad.

3. La otra gran función de la Universidad es preparar selectos: personas conscientes de la realidad y que con iniciativa y creatividad puedan tomar las riendas de la sociedad en el futuro para hacer un mundo mejor. Otra idea que en los tiempos de igualitarismo que sufrimos suena extraña. Pero da igual, la sociedad va a seguir regida por los inteligentes, los que comprenden las cosas, los que son capaces de tener visiones de conjunto y no se dejan llevar por los vaivenes del mundo. Ayer hoy y siempre.

Para las tres misiones, y para el quehacer cotidiano de dar profesionales al mundo, el alumno universitario lo primero que deben aprender es a conocerse a sí mismo y –consecuentemente- a convertirse en buena persona en todos los ámbitos, y para ello la Antropología filosófica, como inicio de un pensamiento, combinada en cursos superiores con Ética o Deontología es una pieza fundamental.

La Antropología Filosófica en los primeros cursos favorece de muy buen grado estas misiones de la Universidad. Lógicamente no agota las posibilidades y habrá que explorar la manera de que el alumno se pueda formar en filosofía en su paso por las aulas universitarias, en la actualidad es una buena propuesta para cualquier Universidad que se tome en serio su función de crear una mejor sociedad con su investigación y docencia.

Además es impensable una Universidad que quiera aportar a la sociedad algo más que títulos una Facultad o un Grado de Filosofía. Sin hablar del papel histórico de la Filosofía en el origen de la Universidad, la Facultad de Filosofía es el centro ideológico de la Universidad, sin ella todo el trabajo universitario se convierte en una producción intelectual ciega, sin  dirección ni fin. 

El conocimiento general del ser humano


El fin de la Universidad, como el de toda obra noble, es la mejora ser humano y su lugar adecuado en el Universo creado, por ello, es imprescindible la Antropología, porque las cuestiones que trata son cuestiones enraizadas en la naturaleza humana, preguntas que todo el mundo se hace y todos debemos buscar racionalmente una respuesta, aunque sea una respuesta provisional. Kant afirmaba en su Lógica que las tres preguntas fundamentales que todos deben hacerse en primera persona ¿Qué puedo conocer?, ¿Qué debo hacer?, ¿Qué puedo esperar? remiten todas a la pregunta fundamental de la Antropología: ¿Qué es el hombre? Por ello esta disciplina es fundamental para cualquier persona que quiera formarse de manera adecuada, dar sentido a su vida y crear un mundo mejor.

Si a la primera pregunta respondemos que solo podemos conocer, por ejemplo, lo que las ciencias positivas nos demuestran entramos en un relativismo moral, estético y político que nos impedirá crecer como personas. Si ante el qué debo hacer contestamos que todo lo posible, sin poner freno a nada, estaríamos rompiendo por la base todas nuestras libertades y conquistas. Si no puedo esperar nada después de esta vida los valores que han estado vigentes en Occidente perderán su sentido ante una vida intrascendente.

Por ello sería correcto que los alumnos pudiesen acceder a una Antropología que enseñe a afirmar al ser humano y a la civilización, comprendiendo las razones de nuestro modo de ser, lo que es el hombre en realidad, desde los distintos puntos de vista en los que podemos abordarlo: nuestro origen biológico, sí, pero también nuestra dimensión trascendente, social, la dignidad innata, la libertad, la inteligencia, la dimensión  histórica y sobre el sentido de la vida y la muerte. Cuestiones todas que tienen importancia para una formación completa como profesionales y como personas y a las que uno no puede sustraerse, o mejor dicho, cuestiones que si no se plantean de forma sistemática y racional, terminan siendo parcialmente contestadas por el relativismo ambiente.

En Antropología se estudian también las capacidades humanas esenciales que posibilitan el autodesarrollo personal y contribuyen a mejorar la personalidad. El objetivo central de la materia consiste en “mostrar, explicar y justificar los valores que hemos recibido de la tradición occidental para fomentar una adecuada conducta ética personal, social y ambiental como responsabilidad inherente del profesional de las distintas ramas del saber universitario”.



Un conocimiento específico para cada profesión


Creo que es cuestión evidente que un buen profesional no es solo buen técnico, que solo los que tienen ciertas virtudes intelectuales y morales son capaces de hacer de su profesión una forma de servicio al bien común y que sin esas virtudes las profesiones son medios para ganar dinero, empobreciendo a la persona y a la sociedad en la que se incardina, pero también creo que un buen profesional debe tener un conocimiento suficiente de qué es el hombre y qué cómo es el mundo en el que vive.

Un profesional de las Ciencias de la Salud debe conocer la Antropología más básica para tratar a los pacientes como fin y no como medio, de esta forma la praxis médica se enfocará en la persona y no en los procesos o las funciones particulares del especialista. El médico con formación humana tratará de curar enfermedades, sí, pero con un concepto claro de la dignidad humana será siempre respetuoso con la vida desde su concepción hasta su muerte natural.

Un empresario buscará el máximo beneficio de la empresa, sí, pero si conoce la dimensión social del ser humano y el inmenso valor de cada persona se preocupará de que sus decisiones sean respetuosas con todos: con sus trabajadores, con los consumidores, con el medio ambiente, etc.

Un arquitecto con formación filosófica sabrá a la hora de diseñar espacios que el habitar humano está relacionado con la cultura y con la naturaleza humana. Creará espacios donde el encuentro sea posible, donde la naturaleza esté presente, donde los habitantes puedan desarrollar su vida de la manera más humana posible.

Un abogado o jurista con formación filosófica se preocupará de la justicia como aspiración humana esencial y procurará en todo momento respetar la dignidad humana y su libertad a la hora de aplicar o crear normas.

Un periodista o un investigador que haya conocido las distintas formas de saber y la pretensión de verdad no parará hasta depurar su idea de las cosas o los sucesos y se preocupará del impacto de sus crónicas, ideas y formas de expresión en la opinión pública y del resultado de sus investigaciones en el bienestar de las personas que forman la sociedad..

En todas las profesiones está –debe estar- la dimensión humana presente, porque si sabemos qué es el hombre y tenemos clara su diferencia específica con los animales tendremos una idea ajustada de cómo tratarlo o modificar su ambiente para promocionarlo en busca del bien de todos.

La Ética y la Deontología después de la Antropología


Solo partiendo de la Antropología podemos abordar los temas de la filosofía práctica. La ética como ciencia práctica de la felicidad humana, la deontología parte de la ética aplicada a cada profesión solo tiene sentido cuando hay un fundamento que las sustentan.

Es bueno, deseable, que los alumnos universitarios conozcan nociones de ética general y específica de cada profesión, pero sin una antropología, una metafísica y una cosmología concretas poco se puede enseñar, y si se enseña quedará siempre como una serie de prohibiciones extrañas a la ciencia en cuestión. Esta idea (la de desligar la ética de la antropología) es pensamiento positivista actual, que convierte la ética en una serie de normas que nos damos los humanos voluntariamente o que aceptamos de otros, sin que haya una racionalidad detrás enraizada en la naturaleza humana.

Conclusión

En una sociedad como la nuestra, donde están entrando ideas contrarias a la naturaleza humana o que atentan contra la dignidad más básica es necesario formar a las personas en el conocimiento del ser humano de manera racional. Estamos en una encrucijada histórica donde las fuerzas antipersona están creando leyes y estados de opinión que atentan contra la vida humana desde su concepción hasta su muerte, leyes como la del aborto, la eutanasia, la investigación con embriones humanos etc. a la vez que se desarrollan otras que hablan directamente de los derechos de los animales hacen que peligrar las conquistas de Occidente en cuestiones tan importantes como los derechos humanos o la dignidad inherente de la persona; también se va creando un pensamiento sobre la sexualidad que rompe radicalmente con la naturaleza humana y una filosofía tecnológica que quiere deconstruir al ser humano para convertirlo en un ser tecnológico.

La Antropología como asignatura cubre las necesidades de educación de las personas en su afirmación de la naturaleza humana y da respuestas racionales a casi todos los problemas personales o sociales que van surgiendo y que surgirán en el futuro.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Por qué no debes ir a ver 33 El musical




Ayer pude ver el Musical 33, un impresionante montaje dirigido por el sacerdote diocesano Toño Casado. Técnicamente impecable, un guion muy bueno (la historia lo merece), los actores casi todos bien, buenas voces y mejor música. Vamos, un éxito asegurado, mi enhorabuena a los productores.

La obra viene avalada por la Archidiócesis de Madrid, Alfa y Omega y varios digitales católicos. Ha firmado convenios con entidades educativas y asociaciones católicas, es decir, parece que es una obra muy recomendada.

No creo que todos estos apoyos de la Iglesia hubiesen sido posibles si hubiesen podido ver la obra tal y como se representa, y poco a poco iremos viendo críticas en esta dirección. Repito que la obra es en general buena, pero tiene errores que la convierten en algo no apto para católicos, y es una pena, porque el tratamiento de Cristo desligado de la Iglesia es un imposible.

A veces es una escena de una película estupenda, otras veces es una frase en un libro, una situación o un gesto, es decir, una nimiedad se carga toda la obra y –sin dejar de ser una obra de calidad por ello- pasa a estar en la categoría de «obra no recomendable». Me refiero, por ejemplo, a una escena “para adultos” en una película familiar, a una falta de guion en una superproducción o una filosofía barata en boca de un personaje de novela.

Pues bien. 33 el Musical tiene algunas ideas que la hacen ser de este tipo: «obra no recomendable» y esto es indignante, porque por muy poco podría haber sido impecable.

Vayamos a los tres errores que he detectado:

El primer error es que cierra la puerta conscientemente a toda interpretación de la vida de Jesús de Nazaret que no sea la que se propone. Estoy de acuerdo, y es buena idea, presentar a un Jesús actual, capaz de decir algo en la sociedad de hoy, basado en el amor, pero eso no debe ser estorbo a la idea de un Jesús histórico, que es siempre actual. El Jesús histórico no es el que vivió hace dos mil años, es el que vivió, murió y resucitó y ha acompañado a la humanidad desde hace dos mil años, en sus errores y en sus aciertos, puliendo desde dentro de cada persona y por extensión a toda una civilización y al resto de los seres humanos. Sin Él no tendríamos todos los logros éticos, estéticos y políticos de la civilización y no se habrían exportado a todo el planeta.

Este error se muestra en la escena que representa un programa de televisión del «canal 33», una parodia del típico programa chabacano de nuestra televisión, donde aparecen ridiculizadas las distintas formas de entender a Jesús. El autor no tiene la modestia de colocar su idea de Jesús entre las que selecciona: el Jesús revolucionario-marxista, el Jesús de la teología católica, el Jesús de la nueva era y el Jesús de una puritana compiten en un breve espacio de tiempo interrumpiéndose y cantando a la vez. Este error es puro relativismo, pues se colocan al mismo nivel las distintas formas de entender la figura de Cristo, las verdaderas y las falsas. No se puede comparar a las ideas descarriadas de Jesús con la idea de la teología, encarnada por un sacerdote con sotana, que dice que es la segunda persona de la Trinidad y que tiene dos naturalezas. Está claro que el Jesús moderno que nos muestra la obra no sería pensable sin ese aparato racional de la teología, por el cual conocemos todo lo que sabemos de Él, sin mencionar que esos conceptos aparecen ya en los Hechos de los Apóstoles. Es inconcebible poner al mismo nivel, ni como broma, 2000 años de trabajo intelectual guiado por el Espíritu Santo con la apresurada utilización de la figura de Jesús por el marxismo o con las estupideces de la nueva era.

El segundo error es que pretende confundir a los sacerdotes judíos que condenaron a Jesús con el clero actual e histórico jugando con el vestuario: no llevan barbas de judíos, ni los característicos peiot, en su lugar usan una especie de hábito negro, con toques rojos que recuerda a la vestimenta de los cardenales; la capa con capucha parece la de un monje benedictino, y dentro tienen algo parecido a una estola roja, que con los guantes largos, también rojos y la postura deliberada de las manos forman una cruz sobre el pecho. Es cierto que como manipulación está bien lograda, porque en realidad no hay cruz, ni sotana, ni hábito conventual, lo que hay es una imagen clara de que se trata del clero católico. Por si alguien tuviese una duda, una pequeña duda de que el autor se refiere a toda la jerarquía católica el Sumo Sacerdote aparece en un momento bailando un tango y con acento argentino como el Papa Francisco. Y cantan siempre con acordes parecidos al gregoriano repitiendo las acusaciones contra Jesús, como si fuese la Iglesia de Cristo la que condena al Jesús molón de un evangelio inventado, porque el Jesús real no tenía como misión acabar con el clero, ni con los preceptos, ni con la religión. Una cosa es denunciar al que no cumple con Dios, sea este religioso o no, sacerdote o no, y otra muy distinta querer abolir toda forma de religión, precepto y dogma. Al contrario, Cristo crea la Iglesia de manera explícita (Mt. 16, 13-20), es decir, no interpretable y dice también bien claro que no viene a abolir la Ley, sino a cumplirla (Mt. 5, 17; Mt. 7,12; Rom. 3,31). Sí, trataba con prostitutas y pecadores, pero siempre terminaba con la invitación a dejar de pecar (Jn. 8,11; Jn. 5,14.Mc. 2,5)

El tercer gran error de la obra es pretende identificar el gran fracaso de Cristo, como le muestran los demonios en el Huerto de los Olivos, es crear la Iglesia, construir catedrales “tal altas como la torre de Babel”. En primer lugar Cristo no fracasó, creó una Iglesia que pese a ser atacada constantemente es la institución más longeva que ha conocido el hombre, simplemente porque por muchos musicales que se inventen, "Las fuerzas del infierno no prevalecerán sobre ella" (Mt 16:18).

En segundo lugar, yo creo que las catedrales son un gran logro del arte y que la Iglesia ha dado al mundo una forma elevada de entender el hecho humano. No se pueden entender los grandes progresos de Occidente, en cualquiera de sus manifestaciones éticas, estéticas o políticas sin la obra de la Iglesia. Así que de fracaso nada, gracias a la Iglesia de Cristo millones de personas son y mejoradas a lo largo de la historia. 



Es una pena, pues para afirmar un Jesús actual, con el lenguaje del amor como base de toda una doctrina, desarrollada durante siglos por los pensadores cristianos, no era necesario ridiculizar o denunciar a todos esos sacerdotes y teólogos que viven por Cristo y guardan los preceptos y las normas que el mismo Cristo instituyó, es una falta de caridad grandísima y por tanto cae en lo que pretende criticar.

Pero, en fin, la Iglesia es la única institución que históricamente se ataca a sí misma casi como fuente de crecimiento.  Nunca he entendido esa afición de algunos católicos por tirar piedras contra el propio tejado. ¿No se podía haber dicho lo mismo sin atacar a la verdad? ¿Es necesario de verdad mostrar lo peor de la Iglesia para hablar de un Jesús actual, que tiene algo que decir al mundo de hoy? ¿No pueden convivir en la misma Iglesia visiones distintas de un mismo hecho o es cuestión de buenos y malos?

Yo creo que sí, que lo verdaderamente católico es aceptar a todos los que sinceramente se proponen cada día seguir a Cristo, con sus peculiaridades y sus maneras, sus errores y fracasos, pero fieles a la Verdad. Por ejemplo, el misionero que se empeña en afirmar que es una forma de entender el amor del cristiano es irse a trabajar a África hace bien, pero cuando reprocha al resto que no lo hagan hace mal. El que cumple con todas las actividades de parroquia hace bien, pero si critica a los que no van hace mal, etc., etc. Es decir, ser cristiano es tener una perspectiva sobre la vida y el hombre basada en Cristo y no una verdad absoluta que excluye a todas las demás y las ataca con la razón, la burla o el insulto.

No es relativismo relativizar las posturas que muestran al cristianismo como preceptos, como amor, como teología, todas pueden y deben convivir, porque en lo esencial están en la misma onda. Pero sí es relativismo mostrar al mismo nivel la verdad que el engaño, la buena y la mala fe. El cristiano no se debe meter con el cristiano, debe colaborar, ayudar al otro y no dejarse llevar por la soberbia dogmática que hace ver que la forma particular de vida de una persona, un grupo o una época es la única verdadera.

Algún día comprenderemos los misterios de la naturaleza y la naturaleza humana, uno de ellos es comprender al clero que se avergüenza de serlo.

jueves, 1 de noviembre de 2018

Cómo afrontar la muerte. El hombre ante la nada o el infinito


Desde los comienzos, el hombre se plantea la cuestión sobre cómo afrontar la muerte. Con la perspectiva cristiana esa última puerta deja de ser un fin para ser principio.

Nos preguntamos desde la filosofía cómo afrontar la muerte, pero no hay respuesta racional.La muerte es el fin de todas las posibilidades y, por lo tanto, si es un problema no hay solución. Realmente da igual, la afrontemos bien o mal, la muerte llega, siempre de improviso, y se lleva todo lo que hemos construido en este mundo espaciotemporal.
Los contenidos de la vida son mero juego de afirmaciones, negaciones, adquisiciones y pérdidas, y la muerte tiene la última palabra: ante la pregunta de cómo afrontar la muerte, respondemos que de ninguna manera, no hay forma de afrontar que todo por lo que luchabas, que todo lo que te mantenía ocupado, la lucha por el acomodaticio nivel de vida, los esfuerzos por trabajar, tus deseos, tus amores y tus gustos se desvanecen como lágrimas en la lluvia.


En busca de la inmortalización

La muerte o es o no es. Si es, si existe, todo nuestro quehacer es inútil y nuestra vida no merece la pena. Y esto valdría para el hombre corriente y para el excelente. La vida del héroe, del santo, del sabio o del artista perecen también y se convierten en nada. ¿De qué me vale practicar la justicia si luego la muerte todo lo iguala, al justo y al canalla? ¿Es verdaderamente un héroe quien da su vida por otro si realmente ambos están condenados? ¿Es realmente un artista quien durante un tiempo impresiona la retina de sus contemporáneos con colores y sombras que se desvanecen? Es evidente que no, que si la muerte existe nada de lo humano tiene un sentido.
Y este sinsentido nos lleva a buscar formas de inmortalización que en ocasiones suenan ridículas o, al menos, incongruentes. ¿Por qué alguien que cree en la muerte lanza las cenizas en el Mediterráneo, por ejemplo? ¿Hay alguna diferencia entre dejarlas en la basura o arrojarlas al mar “porque a él le gustaba mucho”? Sí, le gustaba, pero ya no existe, no es. Otra posibilidad muy utilizada, y también muy poco consoladora, consiste en vivir en los demás cuando sabemos que los demás también morirán. Muy loable recordar a los muertos, sí, pero en realidad no los recordamos, nos recordamos a nosotros mismos con los muertos al fondo, efectivamente, y por ahí no hay salvación.
Miguel de Unamuno -el gran especialista en intentar responder a esta pregunta de cómo afrontar la muerte- piensa en todas estas formas de inmortalizarse y que, al fin, vivirá en sus personajes, pero también piensa que esos personajes no son él plenamente y él quiere a toda costa inmortalizarse siendo él mismo. Y aquí está el quid de la cuestión: que si uno es persona con todo lo que hay que tener, es decir, un espíritu con su cuerpo, su mente, sus recuerdos y experiencias, no quiere morir. Y esto sabemos que no es posible: si hay muerte, todo es vano, y al final todo es nada. Pero si algo soy no puedo morir. Y este es el dilema que solo puede romperse desde una perspectiva religiosa.
Efectivamente, la muerte solo se afronta si se niega. “Si Jesucristo no ha resucitado, vana es nuestra fe”. Y quería decir, y vana nuestra vida, y la de todos, porque la Resurrección de Cristo marca un antes y un después en la historia evolutiva del ser humano, se logra por primera vez la ruptura con la muerte y, por lo tanto, salvar la vida.
Pensemos en esto. Si la humanidad había pasado de su estadio más animalizado a los periodos de tecnología lítica, control del medio y dominio de los elementos pero seguía muriendo, es decir, desapareciendo en la nada, ¿cómo vamos a conseguir avanzar? Porque cuando en la Grecia clásica se empieza a valorar a la persona y se empieza a creer que es la persona, y no la polis (la tribu, el pueblo), la que tiene importancia, es la persona la que debe sobrevivir a la muerte. Y este cambio es sustancial, porque aquí aparece por primera vez el deseo de que la vida de cada uno sea una realidad para trascender. Pero claro, si hacemos una obra de arte con nuestra vida o la perdemos en cuestiones sin importancia deberá ser para algo posterior; de lo contrario, entraríamos en el mismo problema que tenemos ahora: ¿todo para nada?
Y entonces -lógicamente- llegamos a ese descubrimiento helenístico: hay que vivir al día, que todo se acaba. Y así, de esta desesperación por la muerte certera y total, surgen las escuelas epicureístas y hedonistas. Si vas a morir -dicen- por lo menos disfruta de la vida.

De la nada al infinito

Y esta es, sin duda, la culminación de los tiempos, el tiempo en el que el hombre se ha sacudido sus ataduras de la naturaleza y se quiere comportar como un inmortal, siendo mortal. El hombre entonces, y solo entonces, necesitaba que Dios lo salvase, y vino Cristo al mundo a eso, a poner fin a la muerte. Desde entonces, como decía Unamuno, el ser humano deja de nadearse y empieza a infinitarse, y de ahí viene nuestra felicidad y completud. Ya no morimos, ahora nos infinitamos, tenemos una tarea absoluta por delante, un quehacer constante hacia lo bueno, lo bello y lo verdadero. Y la vida nunca acaba. La muerte es un accidente en la vida, una transformación, un paso.
Por eso solo hay una forma que responda a la pregunta de cómo afrontar la muerte: hacerlo desde una perspectiva cristiana, donde la muerte no es el fin, sino el principio de una felicidad completa y la continuidad de esta felicidad siempre necesitada de algo más. Y la vida es un quehacer urgente, donde todo cobra sentido y todo tiene importancia, cada minuto, cada acción.
Y así afrontamos la muerte, la propia y la ajena, como un paso a la felicidad verdadera.


Publicado en El Debate de Hoy  el 15/10/18 

jueves, 27 de septiembre de 2018

El Estado Cloaca



Hay dos relatos sobre la última historia de España, el oficial, que dice que Suárez fue un héroe de la transición y que luego le sucedieron democráticamente los demás, con algunos asuntillos sucios que ya se están dirimiendo en los tribunales y el otro relato, que cuento aquí y es un poco paranoico, pero van encajando demasiadas piezas.

El gran juego siempre deja cabos sueltos, alguno que se pasa de listo, otro que se queda sin escaño y arremete contra quienes le pusieron, algunos que se hinchan demasiado, y cuando esto pasa se inician luchas de poder que casi siempre terminan en 'filtraciones' y nos dejan ver alguna luz sobre lo que se llama periodísticamente “las cloacas del Estado”. A  mí me parece más que este Estado no tiene cloacas, que él es todo una cloaca enorme.

Para ver cómo funciona esto a mí particularmente me encantan las grabaciones de conversaciones privadas y transcripciones de las mismas. Disfruté con las conversaciones telefónicas de Púnica y Gürtel, cuando «el Bigotes» o Correa le contaba los regalos que traía a una mujer de imputado, y lo vuelvo a hacer con la cena de Viilarejo, Garzón y la ministra Delgado. Creo que en las grabaciones se ve cómo son las personas de verdad y cómo nos engañan de manera sistémica.

A grandes rasgos creo que la transición ha sido una gran trama de corrupción en la que periodistas, jueces, fiscales, diputados, senadores y empresarios se han repartido el poder con ayuda extranjera. 

¿Y la ideología? la ideología se murió en los campos de batalla de la guerra civil. Socialistas, populares, comunistas y nacionalistas han tenido una ideología única, si todavía cree que la derecha defiende unos valores diferentes a la izquierda... en fin. Solo hay una ideología: capitalismo siempre y cuando no se meta el empresario en el juego del poder, Ideología de género, cultura de la muerte, estructuralismo y funcionalismo en educación, laicismo y decritianización de la vida pública, etc., etc. No hay ninguna ley ideológica que el PP haya cambiado a su llegada alterna al poder, pero esto es otro tema. Volvamos.

Para mostrar esta idea de una trama corrupta amañada entre los poderes voy a mostrar varias escenas que creo que arrojan cierta luz de forma independiente y mucha reunidas.

Advierto que la percepción que tiene ud. de los casos que relato es precisamente la que los políticos y periodistas a sueldo han creado y por lo tanto les sonará extraño, pero lean hasta el final y si quieren ver vídeos mejor. Nombres como Jesús Gil, José María Ruiz Mateos o Mario Conde le suenan a estafadores -pero no lo eran- y otros nombres como Manuel Fraga, Felipe González o José María Aznar le suenan a respetables, patriotas o estadistas. 

Primera escena: 20 de diciembre de 1973

El asesinato de Carrero Blanco. Parece que el comando de ETA tuvo una ayuda inestimable de la embajada americana. Parece ser que a algunos 'demócratas' del régimen, al futuro rey y a los Estados Unidos le venía bien quitarse de en medio al Presidente del Gobierno, que mantendría el régimen como estaba tras la muerte de Franco. Interesaba interna y externamente una transición democrática y ETA ayudó en lo que pudo. Tras su muerte quedó claro que la transición democrática era un hecho y que la incorporación de España a la órbita americana era cada vez más real.

Segunda escena: el 23 de febrero de 1981

Seis años después Suárez había hecho el trabajo de la transición y ya sobraba. Pilar Urbano tiene una idea distinta a la oficial. Dice que Suárez no quería entrar en la OTAN y eso no podía ser. Resulta que el 23 de febrero y todo lo que nos contaron sobre el papel de algunos militares, el papel del rey, la participación de Armada y esas cosas no fueron realmente como dicen que fueron. 

La verdad que cuesta creer que don Juan Carlos no estuviese detrás. Los tres grandes beneficiarios del fallido 'golpe' fueron: el Rey, que por fin tuvo su papel en la trajicomedia, Felipe González, que entró en escena y Estados Unidos, que lograron meter a España en la OTAN y plantar aquí sus bases para controlar el Mediterráneo. Parece que el golpe se arregla desde dentro del parlamento y el resultado final es una clase política que controla la prensa, las grandes empresas, el poder judicial, el poder ejecutivo y legislativo y que además tiene todos las bendiciones de los países aliados. 

Después del 23 F la democracia se consolida y nacen las tramas como el GAL, los fondos reservados, el PSV y la corrupción generalizada en todo el gobierno socialista. De vez en cuando se ilumina la cloaca.

Tercera Escena: 23 de febrero de 1983

En pleno mangoneo del PSOE, cuando están formadas las nuevas estructuras de corrupción, llega la primera amenaza de la mano de un empresario de éxito que ha creado un holding en muy poco tiempo: José María Ruiz Mateos. Un espontáneo (y del Opus) pretende adquirir más poder del que se espera de alguien que no está dentro del aparato corrupto. Irónicamente eligen otro 23 de febrero para destruirle. Se le despoja de su dinero, se expropian sus empresas, se le persigue, se le mete en la cárcel y no paran hasta que cae: un baile perfecto de poderes todos contra un hombre que se defendió hábilmente hasta su muerte.

Los tribunales le dieron la razón, sus empresas fueron desmanteladas y los mismos ministros se aprovecharon de la venta de sus empresas. Todos tuvieron su parte.

Cuarta escena: 28 de diciembre de 1993

A la vez que caía Ruiz Mateos, otro empresario empieza a destacar: Mario Conde. Conde compra un banco, uno de los importantes, con su dinero, y a la vez intenta entrar en el oscuro mundo de la prensa y se arrima peligrosamente a la corona. Saltan todas las alarmas entre los políticos, que lo ven como una amenaza Aznar y González se lo meriendan sin piedad. De nuevo el Banco de España, los jueces, los fiscales, el Gobierno, la prensa. Todo un entramado que termina con un hombre inocente en la cárcel.

Quinta escena: 24 de abril de 2002

El 22 de diciembre de 1999 un juez (Manuel García Castellón, el mismo que instruyó el caso Banesto) cesó a Jesús Gil de la Presidencia del Atlético de Madrid, poco tiempo más tarde Gil fue rehabilitado y el juez fue premiado. Le ganó el pulso al Estado en muchas ocasiones, hasta que decidió él mismo retirarse y abandonar la política en 2002. Antes, evidentemente, le quitaron el dinero (las acciones del Atlético de Madrid y le pedían 95 millones por responsabilidad civil en Marbella, curiosa fecha, otro 23 de febrero, de 2004. Poco después fue absuelto de todos los delitos falsamente imputados. 

Otro tanto de lo mismo, un 'outsider' con la idea de hacer dinero y adquirir poder fuera del sistema. Éste sí entró en política y después de lograr varias mayorías absolutas y transformar Marbella y la Costa del Sol y Ceuta. El peligro era evidente y por eso los salvadores: jueces, fiscales, Gobierno y oposición se unieron contra el intruso y lo abatieron.

Mientras esto ocurría los partidos políticos montaban gigantescas tramas de corrupción que no solo les mantenían en el poder, sino que además les permitía lucrarse de manera desmesurada a unos pocos. 

Lo que realmente pasaba es que levantaban enormes barreras de entrada a quienes pretendiesen salirse del guion, es decir, una trama perfectamente cerrada y organizada donde todos vivían a cuerpo de rey hasta que llegó la crisis.

Sexta escena: 6 de febrero de 2009

Mientras el juez Garzón, el Ministro de Justicia del momento Bermejo, y la actual ministra de justicia Dolores Delgado, que entonces era Fiscal General, se van de caza a una finca de Toledo salta la trama Gürtel. La policía inicia las primeras detenciones en una causa que instruye Garzón, por orden de Bermejo y de Delgado.  

Ha empezado la guerra. La trama realmente era parte de la trama mayor, donde participan todos los partidos, pero esta vez ya no quieren repartirse el poder por temporadas, Zapatero optó por romper la baraja y ahora quiere acabar con su exsocio Mariano Rajoy y su entramado. Esto es la trama de El padrino. Ocurre un año después de que ambos hayan llegado a acumular casi todos los votos, el auge del bipartidismo. 

A partir de esa fecha se rompe el pacto y todo salta en pedazos. Es el momento que se acaba la transición. No por casualidad Zapatero había sacado su Ley de Memoria Histórica, con la que rompía directamente con los 'consensos' de controlarlo todo PP, PSOE, CiU y PNV y pretendía él solo administrarlo todo. Lo que no sabía es que el pueblo debe tener la sensación de tener el control, que no puedes hacer un partido único.

Epílogo


Y llega la crisis económica a salvar a Rajoy, pero el daño estaba hecho: se cuelan en el poder grupos emergentes como Podemos y Ciudadanos, los socios de Convergencia son eliminados (con los escándalos del 3%) y se convierten en independentistas (es decir, quieren ellos mantener solos su banda) porque han sido expulsados, todo el castillo se está viniendo abajo y ahora o lo recomponemos (la tesis de Rajoy) o nos unimos a los otros en una lucha fraticida: es decir, eliminamos totalmente al PP y nos repartimos la cosa entre las nuevas minorías.

Sánchez, continuador de Zapatero, se impone a su partido con esta nueva tesis y llega al poder por la sentencia de Gürtel, la misma que inició Garzón siendo fiscal y cazadora Dolores Delgado, sigue con la misma idea: ser él el amo y señor, y sigue los pasos de Zapatero, dándole otra vuelta a la memoria histórica, poniendo de ministra a Lola (¿cerveza o vino?) Delgado  y queriendo por fin recomponer un Estado Nuevo en el que Podemos, Bildu y el PdCat se unan al PSOE y se hagan con todo el negocio ¿Lo conseguirá? Nos ha prometido que estará hasta 2030.



El asesinato de Carrero Blanco
Sobre el Golpe de Tejero
Sobre Ruiz Mateos


Sobre Mario Conde

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Corrupción universitaria y política.



Llevo quince años dedicado a la Universidad y he dado clase en casi todas los los grados, de ciencias y letras, y en varios postgrados en distintas universidades, públicas y privadas, presenciales y online, títulos propios y títulos oficiales. En mis quince años nunca, jamás he aprobado a alguien que no lo mereciese, nunca he tenido presiones de autoridades para aprobar a nadie (y he tenido alumnos hijos de ministros y de autoridades académicas), nunca he visto falsificaciones de actas, regalos de títulos, aprobados por enchufe ni nada de eso y me sorprende y me avergüenza lo que estamos viendo estos días con los políticos y con algunos profesores de la Universidad Rey Juan Carlos -donde he impartido docencia en un máster oficial durante cinco años- y de la Complutense. 

En tribunales de tesis o de trabajos de fin de grado o de fin de máster he leído, revisado y he comprobado siempre que no estuviese copiado o plagiado. Pero yo no soy una excepción ni tengo una ética especial, todos los profesores con los que he convivido actúan igual, jamás he oído de nadie que regale la nota a alguien por ser quien es.

Si alguna vez he detectado un plagio, lamentablemente más de una vez, he suspendido la convocatoria del alumno y he informado a las autoridades académicas. Recuerdo un caso de un alumno, cargo pequeño del Partido Popular, que me quiso colar un trabajo copiado para aprobar una asignatura, le puse un cero, claro está, y en el despacho utilizó todo lo que pudo para que hiciese "la vista gorda", me dijo que el trabajo lo había hecho otra persona, que tenía problemas familiares, que era muy importante y esas cosas... pero no obtuvo el título. 

Escribo esto porque la universidad se ha puesto de moda por estas irregularidades y se dicen muchas cosas en los medios inexactas y otras que me escandalizan. Sin ir más lejos, ayer oí en la radio, en la COPE a varios tertulianos que decían que nadie pasaría una investigación exhaustiva de sus títulos. Pues mis títulos me han costado lo mío y los puedo justificar uno por uno. Cualquiera que haya trabajado en serio, es decir, todos los alumnos, puede justificarlo.

Dicho esto no tengo ninguna duda de que a Cristina Cifuentes y a Carmen Montón les regalaron el máster. La primera más grave, porque ni siquiera fue a defender el TFM, que es requisito imprescindible para terminarlo, ni tuvo la prevención de mandar hacer uno, como hizo la exministra. Tan corruptos son los profesores como los políticos, porque sí, hay clientelismo, subvenciones y puertas giratorias que afectan a unos pocos profesores y muchos políticos. 

Me parece también que Pedro Sánchez no hizo su tesis doctoral. Si en septiembre de 2011 no sabía nada, no había leído nada, no tenía directora de tesis (los directores de tesis lo primero que dan es bibliografía), ni había planteado las líneas generales de la misma es del todo imposible que seis meses más tarde, trabajando en política y en la empresa privada, teniendo familia, sea convierta en un experto capaz de escribir 320 páginas del nivel que se exige en una tesis doctoral. Sabiendo además que para presentarse debe leerse toda la bibliografía escrita, en este caso mucha en inglés, además debe ser supervisada, corregida, cotejada, impresa, presentada en el Departamento para consulta, luego se convoca al tribunal, y se defiende. Es imposible hacer todo esto en un año partiendo de cero, como indica su publicación de 2011 en Twitter.

Está claro que estos seres inmorales que nos gobiernan han colocado la Ley como única barrera moral. A Pedro Sánchez le importa muy poco que su ministra haya copiado o haya mentido, lo debe considerar algo propio de la política, o lo que es peor, de la naturaleza humana. Como dijo en sus declaraciones, para él importante su gestión y su valentía (?) y solo la destituyó cuando se acercó peligrosamente a lo delictivo. Para él -para todos ellos-  copiar, usar su cargo para obtener privilegios, llegar arriba a costa de todo y de todos es aceptable siempre y cuando no se salten alguna ley (o si se la saltan que no se entere nadie). Y por eso Cifuentes y Montón dimiten porque han tejido, o se han beneficiado de favores de funcionarios, es decir, en delitos de falsedad en documento público, prevaricación, etc. No por la inmoralidad, sino por la ley.

Y por la misma lógica Pedro Sánchez no dimitirá. O es un genio o la tesis se la escribieron, pero como no hay forma de probarlo judicialmente, no va a dimitir por eso, a no ser que el verdadero autor, Carlos Ocaña, quiera publicidad y exclusivas y la presión mediática sea fuerte. 

Pero parece que Ocaña será fiel.

En todo caso nos demuestran que la regeneración política en España está muy lejos de conseguirse, que los corruptos mayores son más corruptos solo por haber estado más tiempo dedicados al negocio.

jueves, 23 de agosto de 2018

Memoria histórica: la batalla de El Mazuco





De vacaciones en Asturias pude ir a una presentación de un libro de Pablo González Pola sobre la transición, aunque no era el tema se habló –entre líneas- de la batalla del Mazuco y de la “heroica resistencia” de los asturianos. Aunque no conocía el tema especialmente, me resultó curiosa esa afirmación ya que asturianos y santanderinos están hechos de la misma pasta y en la toma de Santander y en el resto de Cantabria tengo entendido que la huida de los soldados republicanos al bando nacional era considerable. ¿Qué tendrían los asturianos para defender tan heroicamente a los verdugos republicanos? Esas gentes de pueblo, que ponen una ermita en cada ladera, celebran a sus santos y que celebran la propiedad privada de sus prados ¿qué tenían que ver con anarquistas y socialistas de las fábricas ý las minas? En las elecciones del 36 ganó la izquierda por poco, casi la mitad de los asturianos eran de derechas.

Como la conferencia era en Llanes al día siguiente fuimos de excursión al Mazuco, con el detector de metales en busca de restos bélicos, y pude ver las trincheras, las líneas defensivas y ofensivas y los vestigios de la guerra en los pueblos cercanos. Más claros que los vestigios de la guerra podía apreciarse el conflicto de la memoria histórica en el alto de la Tornería.



Había una cruz y un monumento a los dos alemanes que murieron en esa batalla que llevaban allí, olvidados, desde hace 70 años, las inclemencias del tiempo habían borrado casi todo, una piedra escrita en alemán con dos nombres. Nada más. Pero con la memoria histórica surge de nuevo el odio. Se pintó la piedra de los alemanes con los colores de la bandera republicana, se arrancó la cruz de la que queda solo la base y se puso una placa a los soldados republicanos. Es decir, se aplicó la ley tal y como se concibe: revancha de unos contra otros. Corría el año de la memoria histórica 2013. A los pocos meses ese monumento republicano fue destruido por gente del pueblo y la respuesta de la izquierda fue destruir totalmente el monumento a los alemanes y colocar otro monumento (sobre hormigón del bueno) a los caído de la República. Como era de esperar este Monumento está hoy también destrozado, puesto que allí murieron muchos españoles (y alemanes, ingleses, americanos…) y no solo murieron de un lado.


Entiendo perfectamente la reacción del pueblo. Si allí murieron sus abuelos lo propio es recordarlos a todos, no destruir el recuerdo de unos y elevar el de los otros. 

Hasta que no se pase esta ola de revancha histórica y no se ponga una placa conmemorando la batalla haciendo mención a los dos bandos, a los que cayeron por Dios, por España, por el tradicionalismo o el falangismo; y a los que lo hicieron por la República, el comunismo, el anarquismo; porque tanto en un bando como en otro los contendientes luchaban por distintas causas y lo que es más importante, la mayoría luchaban porque tocaba, porque les mandaban, porque era obligatorio.

Pero volvamos a los «heroicos defensores»: yo creo que si bien hubo resistencia fuerte no puede clasificarse de heroísmo porque era un sacrificio inútil de muchos españoles para servir a los intereses partidistas o personales de unos pocos. Si bien se puede hablar de heroísmo de los defensores con mucha más lógica se puede hablar de heroísmo de los tercios navarros conquistando peña a peña cada una de las posiciones marxistas.

La batalla se desarrolló entre el 5 y el 22 de septiembre de 1937. Santander acababa de caer y el ejército de Dávila avanzaba por la costa norte sin apenas resistencia. Por otro lado el General Aranda avanzaba por León y se habían ocupado casi todos los pueblos del otro lado de la sierra. El mar era claramente territorio nacional y Asturias era una isla a la que le quedaba solo rendirse. 30.000 hombres, aviación, marina, artillería… frente a 3.000 sin cobertura. No hace falta ser un estratega para saber que la batalla estaba perdida de antemano. De hecho un mes después el norte era nacional.

Quince días antes Asturias y León se habían declarado “Soberanas” y yo creo que este afán de poder de los nuevos jefecillos les llevaron a esta trágica decisión de defender el monte al alto precio de la vida de 5000 españoles. Su experiencia soberana les duró dos meses y diez mil muertos. Si esto es querer al pueblo… en fin.

Cada metro de monte fue tomado a bayoneta por españoles de Asturias, Navarra, Zamora, Palencia, Galicia, León, etc. Cada noche abandonaban sus puestos avanzados algunos combatientes y se pasaban al bando nacional (como suele ocurrir con el comunismo, nunca es en sentido contrario).

Los que quedaban no eran heroicos defensores, la mayoría estaban obligados, muchos cuando podían se escapaban y tuvieron que fusilar a más de 100 oficiales y tropa por perder posiciones. Hubo motines que terminaron con fusilamientos. Se publicó la orden en todos los periódicos: “Al militar que abandone el puesto no hay que darle tiempo a explicar por qué lo abandonó. Se le fusila antes, sin que explique nada. No se puede perder tiempo en excusas de cobardes“. Nota que reproducida en todos los periódicos dejaba claro que muchos abandonaban las filas republicanas, de lo contrario no sería algo publicable.

Tampoco eran defensores de la libertad ni de la democracia republicana, los que mandaban eran comunistas mandados por asesores soviéticos que habían instaurado una república independiente, el Consejo Soberano de Asturias y León el 24 de agosto de 1937 presidido por un nefasto Belarmino Tomás, el mismo que firmó la rendición tras la revolución de Asturias de 1934. El jefe de una dictadura que luchó contra la República y que duró dos meses de asesinatos y persecuciones, en la que murieron 1500 asturianos. Tres años después se repitió lo mismo: asesinatos, violaciones, eliminación de todo el clero. Muchos de ellos fusilados y arrojados al mar desde el barco prisión «Luis Caso de los Cobos», donde se seguía una macabra costumbre: en cada bombardeo de la aviación alemana sobre Gijón se sacaban a más de cien prisioneros y se les daba muerte.

La orden primera del Consejo Soberano fue que no saliese nadie de la Asturias roja, condenando a los asturianos a sufrir los horrores de la guerra, el hambre, el frío y el miedo, cuando las posiciones estaban perdidas y cualquier persona con una ética mínima habría firmado una rendición, evacuando previamente a quien quisiese a zona republicana más segura. Esta cerrazón no impidió que, una vez perdido todo, los dirigentes socialistas y anarquistas y los “asesores” soviéticos saliesen de la zona.

La toma del Mazuco y la siguiente conquista de Gijón supuso una liberación para la población asturiana, que logró vivir en paz desde entonces hasta hoy 81 años después.

lunes, 28 de mayo de 2018

Odoacro y Orestes (fin de la serie)

Rendición de Rómulo Augústulo a  Odoacro
Como veníamos diciendo en primavera de 472, se hizo pública la enemistad entre Antemio y Ricimero y éste se unió al bárbaro Genserico. Antemio fue vencido, destituido y su cabeza entregada a Ricimer, o Ricimero, el 12 de julio de 472.

Gundevaldo, sobrino de Ricimero, accede al puesto de magister millitum, desde el que se ejercía de facto la dirección del imperio. Tuvo que eliminar a tres de sus hermanos para ser rey de Burgundia y se olvidó del imperio, puso de Emperador a Glicerio (curso 473/474), pero se lo destituyeron rápidamente y se olvidó del imperio. 

El que se hizo con el poder, por última vez, fue Orestes, un personaje curioso, que luchó con Roma y contra ella, asesorando ni más ni menos que al propio Atila, el Huno. A la muerte de Atila, vuelve a Roma y va a poner orden desde las Galias hasta Dalmacia luchando con rebeliones locales a las órdenes del emperador Nepote, que se lo habían impuesto desde oriente. En Dalmacia adquiere tal popularidad que todos quieren nombrarle emperador, pero él no podía por no ser de la casta gobernante de siempre y nombra a su hijo Rómulo (curso 475/476), de 10 años, que sí tenía pedigrí por parte de madre, deponiendo al legítimo Nepote (curso 474/475) y siendo él regente.

Orestes es la única esperanza: llega con ayuda del ejército, de las principales familias romanas y de los bárbaros. Llega al poder sabiendo lidiar con grupos de poder, reyezuelos, generales que se habían hecho con el control de pequeñas zonas, prometiendo tierras, privilegios y riquezas a quien le apoyase. 

El final del imperio, especialmente en estos últimos cursos académicos tenía algo de patético y de enternecedor: unos actores intentando restaurar algo que ya había pasado a la historia, pero que por intereses, por costumbre, por necedad, se quería mantener vivo mirando al pasado"Todavía había soldados que creían en el imperio y en que algún emperador lograría devolverle su antigua gloria, para ellos el imperio seguía existiendo, -afirma  Kelly Devries- aunque ahora sabemos que nunca habrían logrado recuperarlo". Algunos pensaban que mientras hubiese un emperador, Roma tenía esperanza, como si las palabras pudiesen convertir en realidad lo que se deseaba. Roma era una forma de vida, una forma de civilización, no una forma de poder, por eso era impensable que Roma viviese sin un espíritu detrás que la justificase. 

La escena final del imperio fue el enfrentamiento entre Odoacro y Orestes, al rebelarse la guardia de Orestes, éste fue a apaciguarla y a devolverla a su causa, pero ellos habían pactado con Odoacro. No llegaron a un acuerdoy tuvieron que luchar. En en la batalla de Rávena (475) Orestes perdió la vida y su hijo fue depuesto de inmediato. 


Según Kelly Devries  (...) "Odoacro y Orestes eran los dos personajes más importantes del imperio occidental, el futuro de Roma dependía de ellos y deberían haber colaborado juntos, nunca se plantearon llegar a un acuerdo, eran demasiado ambiciosos y recurrieron a la guerra". 


Con esto termina una historia de pobredumbre, necedad, asesinatos, traiciones, persecuciones y degeneración que da paso a una nueva época de renacimiento de la cultura, la ética y la cordura: la edad media.