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jueves, 12 de diciembre de 2013

Texto de López Quintás y 9º Sinfonía

La música nos hace más inteligentes

Alfonso López Quintás 
Miembro de L´Académie Internationale de l´Art (Suiza) y de la Real Academia española de Ciencias Morales y Políticas

El Auditorio Nacional de Música de Madrid acaba de estallar de emoción al oír a la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar. Tal emoción se centuplica al saber que esta orquesta juvenil es fruto de un proyecto formativo iniciado por José Antonio Abreu en Venezuela hace unos treinta años, con el fin de introducir activamente en la mejor música a niños y jóvenes de todos los ámbitos de la nación, sobre todo los más necesitados. Hoy moviliza a unos 265.000 niños y jóvenes a través de un sistema de orquestas (más de 90 de niños, más de 130 de jóvenes, más de 30 de adultos). Según el maestro Abreu, “la música es prácticamente el único camino hacia la dignidad social para los niños con los que trabajamos. La pobreza significa soledad, tristeza, anonimato, y una orquesta significa alegría, motivación, trabajo en equipo, aspiración al éxito”.  

Al ver la máxima concentración de estos jóvenes al interpretar dos cumbres de la  música sinfónica y luego desbordar de alegría al regalarnos el Mambo de Leonard Berstein,  comprendí el entusiasmo de Claudio Abbado y Plácido Domingo ante este proyecto estético,  que constituye todo un fenómeno social digno de estudio. Como ejemplo de método educativo  se lo propuso Abbado recientemente al mismísimo Gobierno italiano.  

No me extraña este fulgurante éxito pedagógico, porque la música tiene un alcance  inmensamente mayor de lo que suele pensarse, incluso entre los mejores melómanos. Se cuenta  que el gran violoncelista, compositor y director de orquesta Pablo Casals indicó poco antes de  morir que “la Humanidad todavía no sabe lo que tiene al contar con ese don supremo que es la  música”. Durante años me ocupé de descifrar el sentido enigmático de tal afirmación. El fruto  de este esfuerzo es el reciente libro Estética musical. Su propósito es dejar patente que la  música, además de suscitar inmensas gratificaciones estéticas, es una fuente inagotable de  formación humana, equilibrio interior, modelación de los sentimientos... Quisiera, con cuatro  trazos, dejar vislumbrar la fecundidad de este arte inigualable.    

La música hace más inteligentes a quienes la viven de forma creativa, pues los insta constantemente a pasar más allá de las impresiones inmediatas, superando con ello la miopía  intelectual; percibir al mismo tiempo diversos contenidos, superando de este modo la  unilateralidad en el percibir y pensar; profundizar en el sentido de lo que se percibe a lo largo  y a lo ancho, superando de esta forma la superficialidad en el pensar. La música nos permite  desarrollar a la vez las siete capacidades de nuestra inteligencia (Howard Gardner).    



Al advertir cómo los estilos musicales, una vez logrado su pleno desarrollo, colaboran  eficazmente a crear nuevos estilos, aprendemos a “vivir históricamente”, es decir, a recibir  posibilidades creativas de nuestro pasado histórico, crear otras nuevas en el presente y  transmitirlas a las generaciones más jóvenes. La experiencia musical debe vincular entre sí los  siete niveles de realidad que implica cada obra valiosa. Con ello nos enseña el difícil y  necesario arte de integrar (unir fecundamente) los diversos aspectos de la vida: sentidos e  inteligencia, cuerpo y espíritu, elementos expresivos y elementos expresantes... 

A través de la actividad de interpretación –o de audición activa-, la música nos eleva al nivel de la creatividad, nos sumerge en la dinámica del juego artístico –que es un acontecimiento creador- y, de esta forma nos permite descubrir que la libertad y la obediencia a un cauce o norma no se oponen, contra lo que suele pensarse; se potencian y enriquecen mutuamente, haciéndonos así posible lograr una auténtica libertad creativa, que es la verdadera libertad humana. La experiencia del canto polifónico nos da ocasión de sentir, asimismo, que la independencia no es contraria a la solidaridad. Los cantores son del todo independientes y, a la vez, solidarios: prestan suma atención a los demás y atemperan el volumen de su voz, el tempo, el espíritu de la interpretación... 

 Al ser toda ella relación, la música nos hace tocar fondo –por así decir- en el enigma de la realidad, que se asienta toda ella en diversos tipos de relaciones, como nos revela hoy la Física de las partículas elementales. “La materia –escribe el físico canadiense Henri Prat- no es más que energía dotada de ´forma´, informada; es energía que ha adquirido una estructura”, y toda estructura es una interrelación. Todo el universo, en sus diversos estratos, se asienta en el poder de las relaciones, tanto en el mundo inanimado como en el animado: el vegetal, el animal, el humano. 

 El gran director de orquesta Leopoldo Stokowki indica que la música nos transporta a mundos de ensueño, desconectados de nuestra vida real. “Es imposible –escribe- describir esto con palabras; sin embargo, todos hemos sentido el haber sido llevados mediante el mágico poder de la música lejos de este mundo, hacia estados de emoción de irresistible poder y misterio, completamente desconectados de nuestra vida real, a veces temerosos, otras con una visión extática de la belleza, en una tierra de ensueño que jamás olvidaremos…”[1] Esto es cierto, en un aspecto, pero no lo es menos que la música nos ayuda a superar los estadios más banales de nuestra vida cotidiana y elevarnos con toda lucidez y precisión a niveles de realización personal muy lograda. La música nos ayuda a incrementar la madurez personal: la capacidad de pensar con amplitud y profundidad, ser creativos incluso en las actividades más sencillas, promover una auténtica “cultura del corazón”, ejercitar una forma de libertad creativa. Todo ello resalta al analizar las grandes obras musicales.

 El Don Giovanni y La flauta mágica de Mozart son bellísimos, nos distraen y confortan inmensamente. Pero no se reducen a eso: nos transmiten el mensaje de que el amor humano auténtico se destruye si lo entendemos como una forma de dominio sobre los demás y, en cambio, logra todo su poder constructivo y conmovedor si lo sometemos a un período de purificación. Las famosas pruebas a que son sometidos los jóvenes Tamino y Pamina no persiguen, en el fondo, sino dar el salto esforzado del nivel 1 al nivel 2, el nivel de la creatividad y del encuentro, posibles sólo a quien adopta ante los demás una actitud de generosidad, confianza, fidelidad, comunicación veraz y afectuosa, cordialidad, participación en actividades bondadosas... Esto explica el entusiasmo de quienes han analizado esas obras. Recordemos un texto del gran Peter Ilich Tchaikowski: “A Mozart no sólo le quiero; lo adoro. Para mí, el ´Don Giovanni´ es la ópera más fantástica que hay... Oiga las óperas de Mozart, dos o tres de sus sinfonías, el Requiem, los seis cuartetos dedicados a Haydn y el Quinteto de cuerdas en sol menor. ¿No siente usted el hechizo? Su música de cámara encanta por su pureza y la gracia de la forma, así como por la asombrosa y rara belleza de las voces; pero de vez en cuando se encuentran pasajes que hacen derramar lágrimas. Sólo quisiera aludir al Adagio del Quinteto en sol menor. Todavía nadie ha sabido expresar en música tan bellamente el dolor humilde y desvalido” [2]

La Novena Sinfonía de Beethoven nos eleva a una cota de sublimidad estética, pero, al mismo tiempo, nos hace sentir la emoción sobrecogedora que suscita en nosotros la experiencia de la solidaridad de los hombres entre sí y de todos con el Creador, “el Padre amoroso que habita por encima de la bóveda celeste”, como dice la Oda de Friedrich Schiller. Por eso las tres obras citadas constituyen un bien de la Humanidad. 

Se comprende la honda satisfacción del maestro Abreu –músico, economista y ex ministro de Cultura- al contemplar ahora su gran obra y exclamar con la mayor convicción: “Estamos ante una revolución triple: pedagógica, social y artística, porque este proyecto ha logrado trascender las barreras sociales. Con la música, los niños aprenden solidaridad”. 


Notas
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[1] Música para todos nosotros, Espasa-Calpe, Madrid 1954, p. 234. 
[2] Cf. Ena von Baer (ed.): Teuere Freudin, Werner Dausien, Hanau 1964, p. 155.


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Y dicho esto, les dejo la banda sonora de la globalización católica. 

Oh freunde nicht diese töne! 





O Freunde, nicht diese Töne!
Sondern laßt uns angenehmere anstimmen,
und freudenvollere.
Freude! Freude!
¡Oh amigos, no estas notas!
entonemos otras más agradables
y llenas de alegría
¡Alegría! Alegría!
Freude, schöner Götterfunken
Tochter aus Elysium,
Wir betreten feuertrunken,
Himmlische, dein Heiligtum.
Deine Zauber binden wieder,
Was die Mode streng geteilt;
Alle Menschen werden Brüder,
Wo dein sanfter Flügel weilt.
Alegría, bella chispa divina,
Hija del Elíseo,
penetramos ardientes de embriaguez,
¡Oh celeste! en tu santuario
Tus encantos atan los lazos
que la rígida moda rompiera;
Y Todos los hombres serán hermanos,
bajo tus alas bienhechoras.
Wem der große Wurf gelungen,
Eines Freundes Freund zu sein;
Wer ein holdes Weib errungen,
Mische seinen Jubel ein!
Ja, wer auch nur eine Seele
Sein nennt auf dem Erdenrund!
Und wer's nie gekonnt, der stehle
Weinend sich aus diesem Bund!
Quién logro el golpe de suerte
De ser el amigo de un amigo;
Quién ha conquistado una noble mujer,
Que una su júbilo al nuestro!
¡Sí, que venga aquel que en la tierra
pueda llamar suya siquiera un alma!
Y quien jamás lo ha podido,
¡Que se aparte llorando de nuestro grupo!.
Freude trinken alle Wesen
An den Brüsten der Natur;
Alle Guten, alle Bösen
Folgen ihrer Rosenspur.
Küße gab sie uns und Reben,
Einen Freund, geprüft im Tod;
Wollust ward dem Wurm gegeben,
Und der Cherub steht vor Gott.
Vor Gott!
Se derrama la Alegría para los seres
por todos los senos de la Naturaleza;
Todos los buenos, todos los malos,
Siguen su camino de rosas.
Ella nos dio los besos y la vid,
Y un amigo, probado hasta en la muerte;
Al gusanillo fue dada la voluptuosidad,
Y el querubín está ante Dios.
Ante dios!
Froh, wie seine Sonnen fliegen
Durch des Himmels prächt'gen Plan,
Laufet, Brüder, eure Bahn,
Freudig, wie ein Held zum Siegen.
Alegres, como vuelan Sus soles
A través de la espléndida bóveda celeste,
Corred, hermanos, seguid vuestra ruta,
Alegres, como el héroe hacia la victoria.
Seid umschlungen, Millionen!
Diesen Kuß der ganzen Welt!
Brüder, über'm Sternenzelt
Muss ein lieber Vater wohnen.
Ihr stürzt nieder, Millionen?
Ahnest du den Schöpfer, Welt?
Such' ihn über'm Sternenzelt!
Über Sternen muss er wohnen.
¡Abrazaos, Millones de seres!.
Este beso para el Mundo entero!
Hermanos, sobre la bóveda estrellada
Habita un Padre Amante.
¿Os prosternaís, Millones de seres?
¡Mundo, presientes al Creador?
Búscalo por encima de las Estrellas!
Allí debe estar su Morada!.




Más información



lunes, 4 de julio de 2011

Entrevista al Dr. López Quintás



[siguiendo el enlace puede leer la entrevista completa en su blog, que recomiendo, esto es sólo un extracto]









- Hoy se está hablando mucho de “Emergencia educativa”.





- Ciertamente. Intelectuales y dirigentes considerados hoy como un referente utilizan, a menudo, esta expresión cuando abordan el problema educativo, y diversas asociaciones de gran calado cultural y social están dedicando gran esfuerzo a analizar la situación actual, para ver de encontrar una salida airosa a esta crisis pedagógica





- ¿Qué se quiere indicar, exactamente, con la expresión “Emergencia educativa”?





- Hay dos tipos de emergencia educativa. Uno indica el hecho de que los alumnos presentan un grado de ignorancia inaceptable en cuestiones académicas básicas. Tal fallo puede superarse si se aumenta debidamente el nivel de exigencia y se concede la necesaria autoridad al profesor.





El segundo tipo de emergencia se refiere a la calidad de la enseñanza humanista. Se trata de una situación límite, de graves consecuencias. No se alude sólo a un problema grave, ni a una serie de problemas que puedan ser tratados uno a uno para mejorar la situación. (...)



- ¿Cree usted que nos hallamos en una situación de emergencia, en el segundo aspecto?







- Lamentablemente sí, en buena medida. Y ello requiere un estudio profundo, pues se trata de una quiebra radical de la forma de pensar. Cuando un alumno dice que “no hay que buscar la verdad, porque cada uno tiene la suya”, nos deja descolocados a profesores y alumnos, literalmente nos desquicia, porque el quicio o eje del proceso formativo es la búsqueda en común de la verdad, es decir, de la realidad tal como se nos patentiza a lo largo de la vida. Si un alumno dice al profesor: “Usted tiene su verdad y la respeto, pero yo tengo la mía y usted debe respetarla”, parece que es muy respetuoso y procura el consenso y la concordia, pero anula nuestra capacidad de conocer la realidad y atenernos a ella, con lo cual mina la base del entendimiento entre formadores y alumnos, y, en general, entre personas y pueblos. Cuando este desgajamiento se hace general, se produce una situación de emergencia educativa.





Si los alumnos de filosofía contemporánea desconocen que Max Scheler y Nicolai Hartmann escribieron sendos libros sobre Ética, están desinformados. Necesitan ampliar sus conocimientos de Historia de la Ética. Pero, si afirman que la libertad y las normas se oponen siempre, les falla la forma de pensar. Piensan sólo en un nivel elemental y aplican esa forma de pensar a los niveles superiores, sin matización alguna. Cuando lo hacen porque ignoran que hay que distinguir niveles de realidad y de conducta, entonces el fallo en la forma de pensar es todavía más profundo; afecta a las bases de su pensamiento. En cuanto este fallo se propague, da lugar a una emergencia educativa.





- ¿Es posible, a su juicio, superar esta situación de emergencia? ¿Tiene algún método para ello?





- Afortunadamente, sí. Debido a una serie de malentendidos y prejuicios, se ha producido una especie de bloqueo intelectual en multitud de personas, especialmente niños y jóvenes. Es necesario conseguir que éstos se liberen de tales malentendidos por propia experiencia. De ahí que mi método –promovido por la Escuela de Pensamiento y Creatividad





- Me temo que este método de ayudar a descubrir debe de ser más difícil que el mero enseñar lo que uno ya sabe…





- Al principio sí, porque transmitir las enseñanzas por vía de búsqueda exige al profesor asimilar muy bien las ideas y adoptar un método muy bien articulado, pero luego todo marcha mucho mejor, pues cada descubrimiento que hacemos nos dispone para el siguiente. Voy a hacer, en esquema, una experiencia de descubrimiento, y veremos lo que avanza un joven en cuanto a descubrir los distintos modos de libertad. Yo le invito a que haga conmigo esta experiencia:





Figúrese que tengo un fajo de papel. Puedo hacer con él lo que quiero. Es un objeto, y dispongo de absoluta libertad para usarlo como medio para mis fines, o canjearlo por otro, o simplemente desecharlo… A este plano de los objetos y de nuestra capacidad de dominarlos y manejarlos para nuestros fines vamos a llamarle nivel 1.





Ahora bien. Si escribo en ese papel una obra musical, lo transformo en partitura. La partitura es una realidad superior al papel, pues tiene la capacidad de revelarnos una obra musical. Pertenece a un plano más alto que el de los meros objetos: el plano de las realidades “abiertas”, expresivas, capaces de ofrecernos posibilidades de actuar con sentido. Está, por tanto, situada en el nivel 2. Con el papel puedo hacer lo que quiera, pero con la partitura no. Si quiero interpretarla al piano, debo seguir sus instrucciones. Y, cuanto más obediente le sea, más libre me siento, pero con otro tipo de libertad, la libertad creativa. Pierdo, con ello, en buena medida mi libertad anterior, la libertad de maniobra, pero adquiero una forma de libertad superior. Tener libertad creativa significa aquí que interpreto la obra con soltura y destreza. Pero interpretar bien una obra es crearla de nuevo. Al renunciar a la libertad de maniobra, gano capacidad creativa, y, con ella, el poder de unirme a la obra con un tipo de unión muy estrecha, una unión de intimidad.





Ahora vemos claramente que, en este nivel 2, la libertad y las normas no se oponen; se complementan y enriquecen. Comprender bien esto nos da una luz inmensa. Si alguien me dice que la libertad y las normas se oponen, le contesto con toda precisión: en el nivel 1, sí; en el nivel 2, no, porque aquí sucede todo lo contrario: la libertad y las normas se exigen mutuamente y se ayudan a abrir todo un campo de creatividad. Esa capacidad creativa me perfecciona como persona. En cambio, el que se obstina en dar por supuesto que las normas se oponen a la libertad, ciega la fuente de su capacidad creativa, y rebaja la calidad de su vida personal.





- En alguno de sus libros, habló usted de la necesidad de que los profesores sean no sólo “informadores” sino también “formadores”






- Ciertamente, y este perfeccionamiento puede conseguirse muy bien con el método que he elaborado. Si se aplicara en los centros escolares, con un guía un tanto experto, se abrirían vías fecundas para superar el peligro de la "emergencia educativa”. Pero esta cuestión exige más tiempo para exponerla.