martes, 29 de octubre de 2013

Haloween

El vídeo no se ve directamente, hay que buscarlo aquí, poniendo "Alonso" en el buscador... el 27 de octubre... en cuanto tenga el vídeo lo subo. Prometido



13TV. Más Que Noticias, 27 octubre.
Informativo que repasa la actualidad desde el punto de vista del humanismo cristiano. Presentado por Javier Alonso.

hablamos en el plató Antonio de la Torre, Silvia Laforet y yo. No quedó mal del todo.

Del libro de Silvia laforet: en la habitación de al lado y no se habló, pero rondó el plató el libro de Fabrice Hadjadj: Tenga usted éxito en su muerte

Top 10 Twits de papa Francisco


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lunes, 28 de octubre de 2013

La familia en los tiempos de crisis

Enlace  unl vídeo de lo que creo que es de la Consejería Vasca de Familia


Una persona completa, que se desarrolla adecuadamente, que crea una red auténtica de amigos y que lleva una vida ética impecable es invencible. Si cae en lo que llamamos desgracia se recupera. Se levanta, porque tiene dónde agarrarse, porque ha conseguido crear lazos fuertes, que es en lo que consiste esto que llamamos vivir.

Es lo que dice este vídeo. Lo dice sin decirlo. La familia, dice, ayuda a quien está en paro. Los abuelos cuidan de los niños y comparten la pensión, etc., todo muy bonito, muy compartible en las redes sociales. Demasiado bonito en un tiempo donde la crisis primera es de la familia. 

La familia está en crisis no por casualidad, ni por las circunstancias. La familia ha sido atacada directamente por las dos ideologías antipersona dominantes: la derecha liberal y el socialismo democrático. Alguien decidió después de la guerra que la familia no era de izquierdas  y que lo que importaba a la izquierda era la sociedad, la ciudadanía. Alguien pensó -a la vez- que la familia no era de derechas y que lo que importaba a la derecha liberal era el individuo burgués. 

Y todos se empeñaron en romperla con normas que empezaron poco a poco a demolerla con legislaciones que han ido minando la institución desde todos los flancos: la indisolubilidad del vínculo se tradujo en un contrato indefinido que puede romperse a voluntad de las partes, sin indemnización, ni alegar causa, es decir, en un no-contrato. 

Después vinieron las leyes económicas, la separación de bienes y el trato administrativo de cada uno como un ser individual, ya no valía la firma "indistintamente" y las autorizaciones las tenían que firmar los dos. Luego la equiparación práctica a efectos de pensiones y demás con las "uniones de hecho". Entre tanto nos colaron normas menores como el reconocimiento de familias numerosas a las familias con dos hijos, de madres solteras o los formularios en los que se colocaba al matrimonio normal* como una de las opciones a rellenar, etc.

La televisión y el cine, sobre todo el cine, mostraron a los héroes y a los triunfadores como seres individuales que se bastan a sí mismos, y a los hombres familiares como bonachones perdedores. Los distintos gobiernos fueron minando las ayudas a las familias. Es significativo que después de quince años de crecimiento económico sostenido, cuando todos éramos ricos, Zapatero decidió un 3 de julio de 2007 dar, como limosna, una ayuda a la maternidad (los 2500 €). Nada más asomar las orejas la crisis, el 1 de enero de 2011 la ayuda fue retirada. 

Más tarde, por si a alguien le quedaba duda de que la familia era algo inexistente, inventaron el matrimonio gay y lo colocaron cara al Registro Civil como una opción más. Lo peor fue que en los debates nos dimos cuenta de que la mayoría de la sociedad no sabía ni definir lo que era la familia: la familia había dejado de existir.

Pero ahora los mismos políticos que se la cargaron vienen a recuperar la familia. Ahora las familias son las que ayudan a los demás, las que impiden que haya una gran revolución con seis millones de parados (bueno, la familia y la economía sumergida). Las familias "arriman el hombro"

Sí, sí, pero no a todos. Sólo se benefician quienes han sabido mantener y crear la familia, los que no, los que se creían dioses con el bolsillo lleno y despreciaban a sus amigos y a su familia, no tienen nada y se precipitan al vacío cuando el Banco se lleva su casa-ilusión. 

Quizá algo hayamos aprendido de la crisis: que hay que cuidar lo importante... o no. 





* Sí, sí, normal. Normal antropológica, lógica, históricamente. El matrimonio es entre dos y para siempre. No se puede preguntar 

viernes, 25 de octubre de 2013

Carlos Andreu: ¿Qué te vas a llevar?

MI LIBRO

Carlos Andreu: ¿Qué te vas a llevar?: Esta semana en uno de los aviones de vuelta a casa me encontré con un buen amigo que tiene una bodega. Disfruté mucho de su conversación ...


Andreu, C: Del Ataúd a la Cometa, Viceversa, Madrid 2009.

Los dirigentes


Miscelánea apócrifa
(Apuntes de Juan de Mairena)
CI Asamblea
[LIX]

(Los dirigentes)

Siempre será peligroso encaramar en los puestos directivos a hombres de talento mediano, por mucha que sea su buena voluntad, porque a pesar de ella -digámoslo con perdón de Kant- la moral de estos hombres es también mediana.

A última hora, ellos traicionan siempre la causa que pretendían servir, se revuelven airadamente contra ella. Propio es de hombres de cabezas medianas el embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza

Machado, A.:  Poeta en el Exilio. Anthropos, Madrid 1985, p. 182

martes, 22 de octubre de 2013

El experimento de Milgram. El ISIS que llevamos dentro

El Experimento de Milgram. El daño físico a inocentes.





¿Causaríamos dolor a nuestros compañeros si nos lo ordenan? ¿Disfrutaríamos torturando? ¿A los terroristas les termina gustando asesinar? ¿Hasta qué punto nos jugaríamos el puesto por mantener la integridad física de los otros?

El experimento demostró que un 10% no pasaría por hacer ningún tipo de daño a cualquier otro sujeto, pese a que se lo ordenasen y otro 10% disfrutaría haciéndolo. El resto se colocaría en un gran 80% que hacen lo que la mayoría acepta sin apenas rebeldía.

Antes de la guerra los españoles eran tan pacíficos como nosotros ¿creen que pueden asesinar a miles de personas y hacerse fotos como esta, tomada en Guadarrama en 1937?


El miliciano que disfruta asesinando





Milgram, en su artículo donde describe el experimento, termina con una pregunta:

¿Podremos evitar de algún modo este potencial aterrador, esta fácil aceptación de la autoridad, aún la mal dirigida o la perversa?
Que a continuación él mismo se responde:

Quizás seamos marionetas o muñecos movidos por los hilos de la sociedad. Pero al menos somos marionetas con percepción, con conciencia. Y tal vez nuestra conciencia sea el primer paso para liberarnos. El hecho de que la obediencia sea muchas veces un imperativo de la sociedad humana no reduce nuestra responsabilidad como ciudadanos. Más bien nos impone la obligación especial de colocar en los puestos de autoridad a aquellos que más probablemente la ejercerán humanitariamente. Y la gente es ingeniosa. Los varios sistemas políticos que se han desarrollado en el correr de la historia son sólo algunos de los muchos arreglos políticos posibles.

Stanley Milgram, « Los peligros de la obediencia », Polis [En línea], 11 | 2005, Publicado el 29 agosto 2012, consultado el 02 mayo 2017. URL : http://polis.revues.org/5923
Milgram, S. Obediencia a la autoridad. Un punto de vista experimental, Desclée de Brouwer, Bilbao 1980.

martes, 15 de octubre de 2013

La filosofía en España. Necrológica

miguel-garcia-baro
Prof. Dr. Miguel García Baró


 La filosofía en España. Necrológica


Artículo de Miguel García-Baró y Olga Belmonte García en El Mundo, 08/10/2013.
«Para oponer a lo absurdo y su violencia una libertad interior, hay que haber recibido una educación» (Emmanuel Levinas).
Hace un par de años, en la civilizada sociedad chilena, el último gran terremoto dio paso inmediatamente a una ola de saqueos; hace 15 días, las tormentas que asolaban México desencadenaron un fenómeno de la misma clase; hace poco tiempo, con ocasión de otra catástrofe en la India, en Italia, en Rusia, en Nigeria… Miremos a donde miremos, y aunque siempre se puedan recordar también excepciones notabilísimas, este mundo, en el que los niveles de alfabetización, escolarización y capacitación profesional son mucho más altos que en cualquier otra época histórica, sigue mostrándonos que, en cuanto se levanta el imperio público de las leyes, la humanidad prescinde, en general, de los comportamientos morales, salta por encima de los valores convencionales y prueba clamorosamente que el esfuerzo por la auténtica cultura está, después de tantos siglos, apenas en mantillas. Hay un fondo de barbarie siempre buscando el anillo que vuelve invisible, como en el viejo cuento que relata Heródoto, para poder gozar sin problemas de lo que no es lícito habitualmente. ¿Cómo no vamos a sentirnos preocupados y desafiados por esta constatación tan triste todos los que trabajamos en la enseñanza? ¿Es que también para nosotros los contenidos de lo que tratamos de trasmitir son sólo adornos superficiales de la barbarie y, a lo más, técnicas de supervivencia de muy varios estilos?
Y cuando no podemos dejarnos de hacer estas preguntas que cuestionan el fondo mismo de aquello que hemos convertido en parte esencial de nuestra vida, llega el momento de que se abra en España el debate parlamentario de una ley educativa. Nos es imposible asumir de forma callada y resignada que la Filosofía vaya a desaparecer casi por completo de la formación de los jóvenes españoles. No podemos continuar nuestra labor de todos los días sin escribir esta necrológica indignada. ¿Es que no se es consciente de hasta qué punto es peligroso «saber hacer», sin tener ni la menor idea de por qué o para quién hacemos lo que hacemos?
La adquisición de competencias profesionales, el crecimiento económico y la competitividad son importantes, sin duda, pero para la agenda política, y no tanto para un sistema educativo. Ésas no pueden ser las metas, las únicas metas, de la segunda enseñanza. La educación en primaria y secundaria debe formar personas, no profesionales. La sociedad será más justa y solidaria en la medida en que nuestros alumnos aprendan a ponerse en el lugar del otro y a construir algo en común. Más importante que la capacidad de competir, es la capacidad de reconocer la dignidad del compañero. A la vez que se adquieren las habilidades de una profesión, es imprescindible reflexionar sobre el lugar que esa profesión ocupa en el conjunto de la existencia de una persona, y también es imprescindible hacerse alguna idea no mala de la importancia de nuestro trabajo vocacional dentro de la estructura de la sociedad. Por cierto, éste es exactamente el problema que se discute de manera ingeniosísima, paradójica, dando de veras que pensar, en el más antiguo texto completo que conservamos de la filosofía clásica griega: el breve diálogo platónico que llamamos Hipias menor. (¿No será que la filosofía no es tan inútil, después de todo?).
En la LOMCE se da por supuesto que el alumno es capaz de reconocer sus propias metas y que la enseñanza básica le ayudará a alcanzarlas. Pero en estos niveles de enseñanza, el alumno no se dispone a cumplir con éxito sus objetivos, sino a buscarlos y a reconocerlos como propios. Hay que formar personas que sean capaces de proponerse metas en la vida y reconocer su vocación a medida que avanzan en su proceso educativo.
Resulta paradójico que la Ley recurra a la Constitución para justificarse a sí misma con estas palabras: el objeto de la educación es «el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales». ¡Para poder respetar tales principios hay que conocerlos antes!
Sin esta formación, que ya es filosófica, los alumnos no tendrán una visión plena de lo que son los principios democráticos; no sabrán qué son realmente los derechos humanos (más allá del significado de las palabras que los enuncian), ni comprenderán en qué consiste ser libre (o dejar de serlo) en una sociedad democrática. Porque las palabras derecho, libertad, democracia, respeto o convivencia formen parte de nuestro vocabulario, no tenemos asegurada en absoluto la plena comprensión de lo que realmente significan y de lo que supone vivir de acuerdo con ellas.
Estamos muy equivocados si pensamos que la educación puede ser una bandera política. La división ideológica del país no se superará hasta que no logremos diseñar un sistema educativo capaz de unir, y no de separar. Se comete un grave error cuando se utiliza la formación filosófica como herramienta política. La filosofía no es de derechas ni de izquierdas, sino que es la base para que una persona pueda libremente optar por una concepción de la realidad u otra, por una ideología u otra. Pensar, reflexionar, comprender la realidad que vivimos es algo necesario, con independencia de cuál sea después nuestra opción política, y también con independencia de cuál sea nuestra particular vocación profesional.
Es cierto que a lo largo de los años no se han hecho bien las cosas, pues nosotros mismos, como profesores, hemos caído en la tentación de politizar nuestras enseñanzas, pero la filosofía proporciona también la medicina para evitarlo. El hecho de que haya malos médicos no hace que consideremos que la medicina no tiene sentido y deba desaparecer. Quizá no hayamos sido los mejores maestros, pero eso no significa que deba desaparecer la Filosofía. Tenemos la tarea de situar la filosofía en el lugar que le corresponde, por encima de nuestras propias mediocridades. Enseñemos a pensar a los alumnos, sin decirles qué es lo que tienen que pensar; ayudémosles a plantearse las preguntas a las que necesitan enfrentarse, sin imponerles las respuestas, sino ayudándolos a buscarlas.
Nuestra intención no es demonizar la tecnología, despreciar el plurilingüismo o la profesionalización en sí mismos. Tratamos de mostrar la necesidad de humanizarlos: por sí solos pueden contribuir al bien de la humanidad, pero también a su envilecimiento. Es fundamental que nuestro sistema educativo esté pensado desde su raíz para poner la técnica al servicio de lo humano. Para ello los alumnos deberán tener espacios en los que aprender a ser autónomos en su relación con las nuevas tecnologías y el mundo en el que viven. La formación filosófica es esencial en este camino hacia la autonomía personal.
Nuestros alumnos se encuentran cada día, en cada gesto, con las nuevas tecnologías; pero no se encuentran con las preguntas que pueden dar un vuelco a sus vidas, no se encuentran en la calle los diálogos que pueden abrirles nuevas perspectivas.
Para descubrir el ámbito de lo enigmático (más allá de las respuestas de la ciencia y las facilidades de la técnica), hay que aprender filosofía como contenido y como método de reflexión, y no reducir la filosofía a un elemento transversal de la enseñanza. Es necesario que la filosofía tenga vida en el aula, en las enseñanzas de los profesores y en el diálogo con los compañeros. Y aprender a pensar pasa por conocer cómo han pensado los que nos preceden. De la misma forma que la química o la física no se asimilan si se reducen a temas transversales, los contenidos de la filosofía no pueden aprenderse si no se tiene una materia destinada a impartirlos. Pero con esta nueva Ley no podremos enseñar más filosofía en las aulas de secundaria.
«Todas las ideologías y sus triunfos temporales acaban con su época. Sólo la idea de la libertad espiritual, idea de todas las ideas, que por ello no se rinde ante ninguna otra, resurge eternamente, porque es eterna como el espíritu. Si exteriormente y durante un tiempo se le quita la palabra, se refugia en lo más profundo de las conciencias, inalcanzable para cualquier opresión. Por eso es inútil que los gobernantes crean que han vencido al espíritu libre por haberle sellado los labios, pues con cada hombre nace una nueva conciencia y siempre habrá alguien que recordará la obligación espiritual de retomar la vieja lucha por los inalienables derechos del humanismo y de la tolerancia» (Stefan Zweig).
Miguel García-Baró y Olga Belmonte García son profesores en la Universidad Pontificia Comillas.






Red española de Filosofía



TRABAJO ALUMNOS: COMENTE DE ACUERDO CON LAS NORMAS DE COMENTARIOS DE TEXTO

lunes, 14 de octubre de 2013

Guardia civil: vuelven los bandoleros


La Guardia Civil, la benemérita, esa que tiene "el Honor es mi divisa" en su lema, la que ponía paz en los caminos, y nos defendía de cualquier amenaza, nacional o extranjera; la que en su himno dice eso de "viva el orden y la Ley"... sale cada mañana a los caminos y carreteras a atracar de mala manera a los ciudadanos. Ahora el "todo por la patria" suena de otro modo, suena a corrupción. En todo caso no suena a militar, suena a policía a las órdenes del político corrupto de turno.

Hace tiempo que es un tentáculo más de la corrupción española. Desde tiempos de Roldán son colaboradores necesarios del programa de esquilmado de la clase media, que a base de multas equilibra los presupuestos del Estado. Ya ha dejado de servir al ciudadano, de jugarse la vida por mantener el orden, por ayudar en cualquier circunstancia. Ahora son los recaudadores. Ya no salen a cuidar las carreteras, a ayudar en los accidentes, a controlar el tráfico o los caminos, o los mares: salen a recaudar. 

¡Mírenlos!, convertidos en funcionarios de Hacienda quienes estaban destinados a morir por España. Ahora salen y paran, a uno, a dos, a tres, a cuatro, ¡a la vez! La cuestión es "pillar" algo... y entonces, ya contentos, con la presa en la boca inician los "procedimientos". A este por la ITV, al otro por el cinturón, al otro porque le falta una luz, o porque no tiene chaleco. Les he visto en la entrada a la ITV parando a los coches que entraban para saber si la habían pasado; o en una rotonda con siete parados a la vez, y esto una pareja, poniendo multas a diestro y siniestro. Cada cinco minutos 500 euros ¿hay cuerpo más rentable? 

Y no lo hacen "por nuestra seguridad", como les gusta decir. Por nuestra seguridad deberían parar a quienes nos adelantan a 200 o a los que se cruzan tres carriles en zig zag, o a los que dan serias señales de estar haciendo algo mal. Pero no. La seguridad les importa un pimiento y sí el complemento de las multas. Porque si no tienen complemento no es creíble que una pareja pare a siete, o que sus órdenes diarias sean, en toda España parar aleatoriamente a los conductores. 

Deshonran a sus muertos, a nuestros muertos. Deshonran a quienes murieron por proteger a los españoles, de los bandoleros andaluces del XVIII o de los últimos criminales de ETA, pasando por los de África, los de las revoluciones del 34 y el 36, y los que murieron en manos del maquis, etc., etc.  Porque es cierto que a veces es necesario poner multas, pero las multas no son un fin, son un medio para proteger. La Guardia civil debería deslindarse del plan de Hacienda para lograr aumentar cada año un 15% la recaudación por multas de tráfico. Es maquiavélico y en todo caso inmoral.