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viernes, 1 de mayo de 2015

Cobardía y ateísmo



El fantasma de la cobardía recorre Europa como una plaga bíblica que se extiende por todos los rincones del espíritu y amenaza con deshacer el alma de los europeos. Creo que la viene de la mano de nuestra democracia globalizante y masonizante. Aunque el miedo es consecuencia de la falta de fe, la cobardía está en todas partes, quizá porque en nuestra época la fe se ha perdido casi por completo. O dicho de otro modo, la increencia está en el ambiente y la respiran tanto ateos prácticos como creyentes (ya ni los ateos creen realmente que Dios no exista, simplemente no le prestan atención y viven como si no existiera, no lo niegan porque eso supondría creer en algo).

La cobardía -decimos- está en el ambiente y afecta por igual a ateos que a creyentes. Lo respira cualquiera en la televisión, el el parque, en el psicólogo o en el confesionario, adentrándose en el alma pensamientos nihilizantes que anidan en el cerebro: "solo se vive una vez", "disfruta de la vida mientras puedas", "eres muy valioso", "nadie puede contigo"...

La afirmación de la vida y del yo como única fuerza es la negación de la vida eterna y de Dios: por esta razón el miedo no es cristiano, porque todo miedo tiene su raíz en la muerte y Cristo venció a la muerte. Sí hubo varios casos de cobardía en la Iglesia primera. Y hubo un cobarde que se lavó las manos y poco antes (con toda lógica) había formulado un principio relativista (Quid est veritas?). Todo esto es lógico, porque en el mundo antiguo solo importaba esta vida, solo se vivía una vez. Pilatos tenía que hacer cálculos para no terminar asesinado, no podía hacer justicia, solo podía calcular el precio de su decisión. 

El ambiente de inmanencia, pilatiano, hace que el miedo sea valorado como algo positivo. A la cobardía la llaman estrategia, prudencia o inteligencia; y a la valentía locura. Hay un calculo ético, de hasta dónde puedo hacer "el bien" sin mojarme demasiado. Ya nadie se enfrenta al agresor: se llama a la policía, no se crucifica a Cristo, pero se deja que el pueblo decida. Los jóvenes no irían a la guerra ni por todo el oro del mundo. Ya nadie planta cara, se mira para otro lado. Y se convive y colabora con el mal, pensando en males mayores si no se hace. Como el miedo a la muerte es la raíz de todos los miedos, entonces hay miedo a perder el puesto de trabajo, o el de dirección ("¡tanto has luchado porque te tomaran en serio!"), miedo a no alcanzar lo que se desea, a comprometerse... y termina con un miedo a vivir o haciendo cualquier cosa por seguir haciendo cualquier cosa (lo cual no deja de ser paradójico). Y la vida consiste en estar alerta y tomar precauciones. hay que tener cuidado, dicen, si escribes esto o lo otro, si dices A o B, si alabas a X o denigras a Y. Tienes que andar con cuidado porque puedes perder lo que tienes. Pero realmente eso que tanto guardamos no es tan valioso, no merece la pena.

La cobardía campa a sus anchas por todos los rincones, pero especialmente por los ambientes religiosos, curioso síntoma que da miedo analizar. En todo caso, sabiendo que hay que morirse y que esto no merece la pena, no cabe espacio para la cobardía.

Hay que recordar, se recuerdan con demasiada frecuencia, las palabras del valiente caballero don Quijote, que cuando ya ha perdido la fe y la esperanza, se comporta como un cobarde huyendo de los rebuznadores, es decir, del pueblo, y dejando al pobre Sancho a expensas de los enemigos... y se justifica así:

"—No huye el que se retira —respondió don Quijote—, porque has de saber, Sancho, que la valentía que no se funda sobre la basa de la prudencia se llama temeridad, y las hazañas del temerario más se atribuyen a la buena fortuna que a su ánimo. Y, así, yo confieso que me he retirado, pero no huido, y en esto he imitado a muchos valientes que se han guardado para tiempos mejores"
Segunda parte, capítulo XXVIII 

  

miércoles, 11 de marzo de 2015

La Ola, o el experimento de Werger


El profesor Reiner Werger experimenta con sus alumnos la seducción de las dictaduras. 

¿Podría usted ser nazi? ¿Eran los alemanes extraterrestres? ¿Cómo es posible que todos los alemanes se dispusiesen a apoyar al socialista Hitler? Había una gran crisis, Alemania había quedado muy malparada tras la primera guerra mundial, el paro era altísimo y había un señor, con bigote y no con coleta, que era capaz de atraer el voto y la voluntad de muchos con ideas nuevas que acabasen de una vez con la vieja política, con "la casta". ¿Pero cómo lograron que personas de bien, la mayoría cristianos, asimilasen tan rápido esa estética, ética y política socialista?  

El profesor Werger consigue con un experimento que los alumnos puedan contestar a esas preguntas solos. Aunque el experimento le costó el puesto.

[Aquí había un enlace a la película, que los sacrosantos derechos de autor impiden ver. Pues si la película no es de dominio público, no hay ni recomendación ni publicidad gratis]

¿Puede el vértigo ser social?

La Ola fue un estudio que se convirtió en novela, película y obra de teatro.

Visualiza o lee antes de contestar.






El experimento de Stanford


El Experimento de Stanford. Se analiza la capacidad de ser inmorales cuando las circunstancias lo favorecen.

¿Qué sucede cuando se pone a personas buenas en un sitio malo? ¿La humanidad gana al mal, o el mal triunfa? Éstas son algunas de las preguntas que nos planteamos en esta dramática simulación de la vida en la cárcel, realizada durante el verano de 1971 en la Universidad de Stanford.

El modo en que experimentamos estas cuestiones y lo que descubrimos tal vez os deje atónitos. Nuestra investigación de la psicología de la vida en la cárcel, planeada para dos semanas, tuvo que acabar prematuramente sólo seis días después de iniciarse a causa de cómo afectó la situación a los estudiantes universitarios que participaron en el experimento. Al cabo de pocos días, los guardas se volvieron sádicos y los reclusos depresivos, mostrando síntomas de estrés agudo. A continuación podéis seguir el itinerario de fotos y vídeos que describen este experimento, descubriendo lo que nos dice sobre la naturaleza de los seres humanos.





¿Hasta qué punto somos buenas personas?
¿Qué es el vértigo?




Zimbardo sigue viviendo del experimento que realizó en el 71: 
http://www.prisonexp.org/spanish


viernes, 6 de marzo de 2015

Lealtad


La definición de lealtad de la Real Academia está llena de interesantísimos conceptos para la ética, ya que para el DRAE lealtad es el "cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien"

Tres conceptos que darían para tres interesantes títulos: "Las leyes de la fidelidad", "Las leyes del honor" y "La hombría de bien".

¿Hay leyes de la fidelidad? Es curiosos que la Real Academia dé por descontado que hay leyes de la fidelidad, como si la fidelidad fuese cuestión de seguir unas normas y no un sentimiento o una disposición del ánimo hacia, como dice Chesterton, "una obligación no definida". La fidelidad, es cierto que es esto, un sentimiento que nos guía... pero como todos los sentimientos tienen unas leyes internas.

Esto no es poner puertas al campo, es simplemente anunciar que no se puede ser fiel y a la vez mentir, por ejemplo, o que no se puede ser leal y a la vez huir de las responsabilidades. En todo caso los de la RAE, ya desde 1734, quieren servir a dos señores, ya que por la etimología leal es derivado directamente de legal, y por lo funcional, lealtad es fidelidad. 

En todo se me ocurre que podrían ser leyes de la fidelidad y el honor (o sea de la lealtad) las siguientes:

1. Ser leal es serlo a una idea, no a un cargo o a una persona (eso es ser canalla).
2. Ser leal supone dar un palabra y cumplirla. A pesar de que el precio por cumplirla sea muy alto.
3. Ser leal es no tener cartas en la manga ni decir medias verdades para lograr premios.
4. Ser leal es negar que en los negocios y en la vida haya que vivir con la estrategia militar: a Maquiavelo y a Sun Tzu hay que dejarlos a un lado si uno quiere ser leal.
5. Ser leal significa que tu palabra en un despacho, por correo electrónico, por carta o en un convenio o tratado es sagrada.
6. Ser leal significa aceptar lo que has hecho, asumir las culpas, contestar y no meter la cabeza debajo de la tierra.
7. Ser leal significa poder ir con la cabeza alta por la calle, sin temor.
8. Ser leal es sobre todo poder dar cuenta de cada uno de tus actos.

Lo que pasa es que la gente, en tiempos de crisis, cuando las lealtades solo se tienen a uno mismo, se confunde la lealtad con el servilismo. Y se justifica la deslealtad por el miedo a perder algo (sueldo, puesto, posición...). Aunque ya desde el primer diccionario de autoridades se decía eso de "de los leales se hinchen los hospitales", aduciendo a lo mal que paga el mundo la lealtad.

Y dejo lo de la hombría de bien para otro de éstos, porque el término me parece muy sustancioso.

Vale.

miércoles, 14 de enero de 2015

El Islam es peor que el cristianismo


Después de los atentados recientes contra la revista blasfema francesa Charlie Hebdo, en plenos debates sobre el "derecho a la blasfemia" y el mantra sobre la naturaleza benévola del islam, me vienen a la cabeza reflexiones antiguas sobre el papel de las religión y su naturaleza dinamizadora de la vida social y personal. 

Quiero en este espacio pensar en vos alta sobre si realmente podemos hablar de religiones mejores y peores o si todas son iguales. Aunque, leyendo el título, más bien la reflexión es sobre por qué la religión cristiana es superior a la mahometana. Si todas fuesen iguales, como claman los antirreligiosos, la diferencia sería meramente cultural, si son diferentes podemos hacer un listado jerárquico, un ranking, que se dice en inglés.  

Antes que nada tenemos que saber qué es religión. La palabra religión viene del latín re-ligare, volver a unir, al hombre con Dios, es decir, es un medio para acercar al hombre con Dios, un medio que presupone fe en tres cosas:
1. El hombre y Dios son dos seres, existentes y distintos
2. El hombre y Dios han estado unidos en un tiempo pasado

3. El hombre y Dios pueden (deben) volver a unirse
Que nos llevan directamente a otras dos ideas de fe compartidas por todos los creyentes:

1. Se reconoce que  Dios puede actuar en el mundo2. Se reconoce que el hombre puede salvarse3. El hombre puede hacer ciertas cosas para salvarse
Todo creyente tiene que aceptar estos los tres puntos primeros y los segundos, los primeros de carácter metafísico, los segundos más bien éticos. 

La religión es un camino para acercarse a Dios. Religión por tanto no es creer en Dios, eso es una condición, si creemos en un Dios tan alejado del mundo que no podemos saber nada de Él, y que no nos ob-liga a nada, no estaríamos en terreno religioso.  

La religión además tiene que permitir la unidad con Dios. Es un camino posibilitante de tal encuentro que además es comunitario e histórico. La religión es por tanto un camino de acercamiento a Dios vivido históricamente por una comunidad.

Por ello no podemos hablar de millones de religiones, tantas como seres humanos que quieren acercarse a Dios, porque las dimensiones comunitarias e históricas son constitutivas de la religión, es decir, sin ellas no puede haber religión. El propio Mahoma nos cuenta que conoció a un hombre que tenía una religión propia, con un solo creyente. Esta era religión -según el profeta- porque, en teoría, acercaba a este hombre a Dios. Dejando a un lado el desconocimiento sobre la naturaleza de la religión que muestra el profeta con esta afirmación, podríamos decir que sería buena "religión-de-un solo-hombre" si lograse su fin de llevar a ese hombre hacia la salvación, es decir, hacia su cumplimiento total, hacia su felicidad completa, a su relación con Dios. 

Pero podría suceder al revés, es decir, podría ser que esa "religión-de-un solo-hombre" fuese además perjudicial, es decir, causase daño y desolación a él y a todos los que le rodean, y -por tanto- al alejamiento definitivo de Dios a ese hombre. Entonces diríamos que es una religión reprobable (respetando, claro está al hombre que, equivocadamente, cree que su religión le acerca a Dios).

Pero en las religiones mayoritarias no es así, está claro que todas son históricas y comunitarias, es decir, que todas forman parte de la cultura y una tradición y por eso son todas respetables y por eso en la Declaración Universal de Derechos Humanos se protege la "libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia" (Art. 18). 

Pero en la tercera característica, primera por orden de importancia, está la diferencia: en su capacidad por acercar a la gente a Dios, es decir, por hacerles mejores, más personas, más felices, más respetuosos, etc.

Esta capacidad de religación colectiva podemos tomarla en dos sentidos 
1. La calidad de ese acercamiento (porque todo lo que hacemos que no es contrario a la naturaleza de algún modo nos acerca a Dios), pero hay expresiones del espíritu que nos unen directamente a Dios y  
2. La cantidad, es decir, si la religión logra acercar a muchas personas a Dios; es decir si la influencia en de la religión sobre su gente es positiva y hace que las personas que viven en una religión  (incluso las ateas) se unan más, odien más la guerra, la explotación, la división, los ataques a la naturaleza humana, respeten a las familias, etc.  

El influjo de toda religión sobre su pueblo lo hace mejor o peor. Aunque una religión no se practique por una gran mayoría, influye y modifica la conducta de la comunidad completa, porque la religión tiene una dimensión estética, política y ética que afecta a todos. Es una visión sobre la realidad. Incluso los que parece que no reciben el influjo de la religión, por estar en los antípodas ideológicos, resulta que sus pretensiones de "lo bueno" suelen cuadrar con la religión dominante. Todos los miembros de una sociedad participan de la religión o religiones mayoritarias a través del contacto con los demás, el arte, la literatura o la ciencia. Realmente no hay ateos, sino ateos musulmanes, ateos cristianos, ateos budistas, etc. Porque todos buscan el bien, la verdad y la belleza tal y como la percibieron de sus mayores, es decir, todos buscan a Dios (si alguien lograse ser ateo verdadero, es decir, contrario al Todo, sería nihilista y se suicidaría inmediatamente).

Hemos dicho que la religión es igual en lo inmanente, pero en lo trascendente, tiene que haber clases, religiones falsas y verdaderas. Falsa aquí es la que tiene apariencia de religión y no lo es, es decir, la que no logra conectar al hombre con Dios y le acerca a sí mismo, o le enfrenta con el otro.

Falsa es la que no logra conectar a través del arte, la que genera unas obras chapuceras, toscas, alejadas del ámbito del pulchrum. Falsa es la religión que mantiene la separación y subyugación de hombres contra hombres. Falsa, por último es la religión que quien la profesa padece el odio, es decir, el único sentimiento que cierra la puerta  a la trascendencia.

Siendo justos todas las religiones tienen miembros capaces de odiar, de separar, de despreciar lo bueno, etc. Y de lo contrario. Pero no queremos ver el caso particular ni la generalización grosera. Queremos ver el influjo de las religiones en su conjunto, lo que ejercen en el espíritu de los pueblos, de las comunidades, donde habitan las religiones a través del tiempo. Es decir, si eliminan al bárbaro que llevamos dentro y dejan aflorar al espíritu refinado. Si después de los siglos podemos exclamar: ¡ojalá que tal religión nunca hubiese llegado a esta tierra!

Por ejemplo, aquí y ahora (lo que medimos es el efecto en la sociedad mundana, temporal y espacial) ¿en qué contribuye la religión para el respeto de los derechos humanos? ¿Qué relación hay entre pobreza y religión? ¿Entre guerra y religión? ¿favorece o entorpece la cultura? ¿Qué hay de la igualdad de trato y derechos entre hombres y mujeres? ¿La religión hace respetar y respeta la naturaleza humana en materia de reproducción y familia? ¿Genera terrorismo?

Si ponemos en una tabla estos datos y los valoramos de uno a diez tendríamos un bonito estudio cualitativo sobre los efectos de las religiones. Como entretenimiento pueden hacer el gráfico, pero no lo publiquen, porque si así lo hacen entrarían en el peligroso mundo de lo políticamente incorrecto. Es mejor dejar apuntada la cosa. ¿Qué saldrá? ¿Que los países mahometanos son los que más y mejor se respetan los derechos humanos, la dignidad de las personas, etc. ? Quizá. No sé. 

Pero hay otras formas de medir, por ejemplo, superponiendo mapas como estos dos, que muestran dos cosas: el mudo de mayoría islámica, primero, y los conflictos armados de las últimas décadas: 


Y podríamos cotejarlos con otros muchos, tales como desigualdades entre hombres y mujeres, derechos individuales de las personas, libertad religiosa, de prensa, elecciones libres, renta per cápita, PIB, trabajo infantil, mutilaciones genitales, etc. Pero mejor no hagamos el ejercicio. 

No quiero aventurar el resultado, es un estudio que debe hacerse sin llegar a conclusiones precipitadas. Quizá sea una casualidad que allá donde hay musulmanes haya conflictos armados, violación sistemática de derechos humanos y/o pobreza. Quizá influyan otros factores.

Hay algunos países, por ejemplo, que tienen alianzas con Occidente y no son lugares peligrosos, pese a ser mayoritaria la religión musulmana. Me refiero a países musulmanes tales como Marruecos, Arabia Saudí, Turquía, Kazajistán o Indonesia. Aunque su característica principal es que tienen gobernantes que saben frenar el islamismo.

Por lo general los países musulmanes no están asociados a espacios de paz y prosperidad. No salen en las noticias como ejemplos de organización ni por sus descubrimientos científicos o sus logros en los deportes. Son países que han tenido historias diferentes, regímenes políticos totalmente distintos y hasta religiones históricas distintas... pero ahora tienen una religión mayoritaria en común. 

Efectivamente, como claman por las calles de Madrid, no todos los musulmanes son terroristas, pero ocho de cada diez terroristas es musulmán. Aunque pocos en comparación con la población total, tienen una gran masa de personas que los apoyan. Tantos como el 50% en las zonas de conflicto y hasta un un 4% de los musulmanes asentados en España

Claro que un 4% es poco (¿es poco?) Pero es suficiente como para generar unos cinco terroristas al año. El terrorismo necesita un caldo de cultivo amplio (incluso se puede ver la ratio necesaria para generar un terrorista, ese es otro estudio interesante "la ecuación del terrorista"). 

Y ese caldo de cultivo (es decir, el islam que está en contra de la violencia) tiene que:
- Ver normal que unos imanes condenen a muerte a personas por escribir cosas como esta, por pintar al profeta, por abandonar la religión o por lo que sea. Si una persona ve que un imán puede sentenciar a muerte y hace bien, la vida de los demás está en manos del imán y no de Dios
- Creer que el idiota que se llena de bombas y se lanza contra las personas con la intención de matar va a ir al cielo y no al infierno. 
- Creer que si su país tiene x males, es culpa de Occidente (o del otro, en caso del nacionalismo) y no de ellos mismos, de sus dictadores y de su pueblo.
- Creer que los buenos musulmanes no hacen esas cosas y que por lo tanto (lógica) los peores atentados los realizan americanos o judíos, para dejar mal a los buenos musulmanes- Creer que por el hecho de ser hombre o mujer el valor de las personas es distinto.
- Creer que los creyentes debe tener un trato especial a los no creyentes.
Ojalá la mayoría de los musulmanes pensase esto, ojalá se vea a todos los imanes decir que no hay cielo para los suicidas. Ni para los que matan por su religión. Que se puede abandonar el islam y que nadie tiene derecho a hacer daño a los apóstatas. Pero no. El islam es ahora mismo más ideología del siglo XIX que religión, porque a muy buena parte de la humanidad la aleja de Dios, pues -como dice el papa Francisco- "antes de descartar a los seres humanos perpetrado horribles matanzas, rechaza a Dios mismo, relegándolo a una mera excusa ideológica" 

¿Pero es este Islam entonces una deformación del islam verdadero, el de Mahoma, y esto tiene arreglo? ¿Es buen musulmán el que está dispuesto a matar por defender a Alá o a su profeta? No contesto. Quien quiera contestar que vaya a la vida del profeta y al Corán.

Vayamos a lo nuestro: sigamos, con la capacidad que deben tener las religiones para despertar el deseo de unidad del hombre con Dios. Evidentemente ninguna religión cumple esto con todos sus creyentes, porque la religión propone y el hombre es libre y puede decir que no, que no le interesa, que pese a ofrecerle las mil maravillas aquí y en la otra vida prefiere perderse en naderías. 

Pero que no haya religión que perfeccione a todos no quiere decir que todas las religiones sean iguales en este aspecto, creo que hay muchas religiones que dificultan realmente el contacto con Dios y otras que lo propician. Hay religiones que hacen mejores a los hombres. El Islam, por ejemplo, genera la idea de que haciendo cinco cosas sencillas, uno se "salva", pese a ser un desgraciado que se acuesta con niñas de diez años, pese a tener esclavos (y acostarse con las esclavas) y muchas mujeres, pese a propiciar la guerra y cobrar botines de guerra y extorsiones. Solo con proclamar que Alá es tal cosa y cumplir una serie de preceptos pasan directamente al paraíso donde le esperan las 70 huríes rojas, amarillas, verdes... siempre vírgenes, y el vino que no deja resaca.  

El Musulmán no tiene delante un camino de perfeccionamiento, no tiene que saber nada, los caminos del conocimiento llevan a la perdición,  no necesita comprender su naturaleza ni arrepentirse de sus faltas, solo vive y vive sin más, en un presente en el que solo importa acallar la conciencia. No necesita ir a la realidad, lo que importa es un vivir anulándose, como si la vida no importase. Cumpliendo los cinco preceptos, y la guerra santa... porque la otra vida es la buena.

Es cierto que este sin-vivir, vivir fuera del tiempo sin metas, sin proyectos, es paralizante y poco ilusionante. No hay proyecto, no hay idea de progreso. Por eso la eterna edad media. No porque la edad media sea época de barbarie, que no lo es, sino porque da la casualidad que el Profeta nació en esa época. 

Éticamente, por tanto, el islam es un vivir esperando la muerte y no un camino de perfeccionamiento, la felicidad no es posible de un modo completo, porque la persona aparece recortada, imposibilitada hacia el futuro, lastrada en su relación con los demás. Políticamente genera Estados teocráticos, donde muchas libertades no tiene cabida, en especial las libertades que atentan contra la unidad de la comunidad de creyentes, por ejemplo, las que hacen referencia al artículo 18 de la DUDH. Estéticamente el Islam al negarse a representar lo divino ataca toda forma de arte. Allá donde hay islam hay conservación y repetición de lo medieval, sin acercarse al principio generador de la belleza. 

martes, 18 de marzo de 2014

Hipócritas






"¿Qué hacen los hipócritas? Se maquillan, se maquillan de buenos: ponen cara de estampita, rezan mirando al cielo, se muestran, se consideran más justos que los demás, desprecian a los otros. 'Pero - dicen - yo soy muy católico, porque mi tío ha sido un gran benefactor, mi familia es esta y yo soy... he aprendido... he conocido tal obispo, tal cardenal, tal padre... Yo soy...'. Se consideran mejores que los demás. Esta es la hipocresía.


El Señor dice: 'No, eso no'. Nadie es justo por sí mismo. Todos tenemos la necesidad de ser justificados. Y el único que nos justifica es Jesucristo".



martes, 12 de noviembre de 2013

Little Red Riding Hood / Caperucita Roja /Little Red Cap / Le Petit Chaperon rouge


Once upon a time there lived in a certain village a little country girl, the prettiest creature who was ever seen. Her mother was excessively fond of her; and her grandmother doted on her still more. This good woman had a little red riding hood made for her. It suited the girl so extremely well that everybody called her Little Red Riding Hood.

One day her mother, having made some cakes, said to her, "Go, my dear, and see how your grandmother is doing, for I hear she has been very ill. Take her a cake, and this little pot of butter."

Little Red Riding Hood set out immediately to go to her grandmother, who lived in another village.

As she was going through the wood, she met with a wolf, who had a very great mind to eat her up, but he dared not, because of some woodcutters working nearby in the forest. He asked her where she was going. The poor child, who did not know that it was dangerous to stay and talk to a wolf, said to him, "I am going to see my grandmother and carry her a cake and a little pot of butter from my mother."

"Does she live far off?" said the wolf

"Oh I say," answered Little Red Riding Hood; "it is beyond that mill you see there, at the first house in the village."

"Well," said the wolf, "and I'll go and see her too. I'll go this way and go you that, and we shall see who will be there first."

The wolf ran as fast as he could, taking the shortest path, and the little girl took a roundabout way, entertaining herself by gathering nuts, running after butterflies, and gathering bouquets of little flowers. It was not long before the wolf arrived at the old woman's house. He knocked at the door: tap, tap.

"Who's there?"

"Your grandchild, Little Red Riding Hood," replied the wolf, counterfeiting her voice; "who has brought you a cake and a little pot of butter sent you by mother."

The good grandmother, who was in bed, because she was somewhat ill, cried out, "Pull the bobbin, and the latch will go up."

The wolf pulled the bobbin, and the door opened, and then he immediately fell upon the good woman and ate her up in a moment, for it been more than three days since he had eaten. He then shut the door and got into the grandmother's bed, expecting Little Red Riding Hood, who came some time afterwards and knocked at the door: tap, tap.

"Who's there?"

Little Red Riding Hood, hearing the big voice of the wolf, was at first afraid; but believing her grandmother had a cold and was hoarse, answered, "It is your grandchild Little Red Riding Hood, who has brought you a cake and a little pot of butter mother sends you."
The wolf cried out to her, softening his voice as much as he could, "Pull the bobbin, and the latch will go up."

Little Red Riding Hood pulled the bobbin, and the door opened.

The wolf, seeing her come in, said to her, hiding himself under the bedclothes, "Put the cake and the little pot of butter upon the stool, and come get into bed with me."

Little Red Riding Hood took off her clothes and got into bed. She was greatly amazed to see how her grandmother looked in her nightclothes, and said to her, "Grandmother, what big arms you have!"

"All the better to hug you with, my dear."

"Grandmother, what big legs you have!"

"All the better to run with, my child."

"Grandmother, what big ears you have!"

"All the better to hear with, my child."

"Grandmother, what big eyes you have!"

"All the better to see with, my child."

"Grandmother, what big teeth you have got!"

"All the better to eat you up with."

And, saying these words, this wicked wolf fell upon Little Red Riding Hood, and ate her all up.

Moral: Children, especially attractive, well bred young ladies, should never talk to strangers, for if they should do so, they may well provide dinner for a wolf. I say "wolf," but there are various kinds of wolves. There are also those who are charming, quiet, polite, unassuming, complacent, and sweet, who pursue young women at home and in the streets. And unfortunately, it is these gentle wolves who are the most dangerous ones of all.


Esta es una de las primeras traducciones de Perrault, sacada de: Andrew Lang, The Blue Fairy Book, 5th edition (London: Longmans, Green, and Company, 1891), pp. 51-53 

En el original francés viene a decir:

Le Petit Chaperon rouge

Il était une fois une petite fille de Village, la plus jolie qu’on eût su voir ; sa mère en était folle, et sa mère-grand plus folle encore. Cette bonne femme lui fit faire un petit chaperon rouge, qui lui seyait si bien, que partout on l’appelait le Petit Chaperon rouge.

Un jour, sa mère, ayant cuit et fait des galettes, lui dit : Va voir comme se porte ta mère-grand, car on m’a dit qu’elle était malade. Porte-lui une galette et ce petit pot de beurre. Le Petit Chaperon rouge partit aussitôt pour aller chez sa mère-grand, qui demeurait dans un autre Village. En passant dans un bois elle rencontra compère le Loup, qui eut bien envie de la manger ; mais il n’osa, à cause de quelques Bûcherons qui étaient dans la Forêt. Il lui demanda où elle allait ; la pauvre enfant, qui ne savait pas qu’il est dangereux de s’arrêter à écouter un Loup, lui dit : Je vais voir ma Mère-grand, et lui porter une galette, avec un petit pot de beurre, que ma Mère lui envoie. Demeure-t-elle bien loin ? lui dit le Loup.

Oh ! oui, dit le Petit Chaperon rouge, c’est par-delà le moulin que vous voyez tout là-bas, à la première maison du Village. Eh bien, dit le Loup, je veux l’aller voir aussi ; je m’y en vais par ce chemin-ci, et toi par ce chemin-là, et nous verrons qui plus tôt y sera. Le loup se mit à courir de toute sa force par le chemin qui était le plus court, et la petite fille s’en alla par le chemin le plus long, s’amusant à cueillir des noisettes, à courir après des papillons, et à faire des bouquets des petites fleurs qu’elle rencontrait.

Le loup ne fut pas longtemps à arriver à la maison de la Mère-grand ; il heurte : Toc, toc. Qui est là ? C’est votre fille le Petit Chaperon rouge (dit le Loup, en contrefaisant sa voix) qui vous apporte une galette et un petit pot de beurre que ma Mère vous envoie. La bonne Mère-grand, qui était dans son lit à cause qu’elle se trouvait un peu mal, lui cria : Tire la chevillette, la bobinette cherra. Le Loup tira la chevillette et la porte s’ouvrit. Il se jeta sur la bonne femme, et la dévora en moins de rien ; car il y avait plus de trois jours qu’il n’avait mangé. Ensuite il ferma la porte, et s’alla coucher dans le lit de la Mère-grand, en attendant le Petit Chaperon rouge, qui quelque temps après vint heurter à la porte. Toc, toc.

Qui est là ? Le Petit Chaperon rouge, qui entendit la grosse voix du Loup eut peur d’abord, mais croyant que sa Mère-grand était enrhumée, répondit : C’est votre fille le Petit Chaperon rouge, qui vous apporte une galette et un petit pot de beurre que ma Mère vous envoie. Le Loup lui cria en adoucissant un peu sa voix : Tire la chevillette, la bobinette cherra. Le Petit Chaperon rouge tira la chevillette, et la porte s’ouvrit.

Le Loup, la voyant entrer, lui dit en se cachant dans le lit sous la couverture : Mets la galette et le petit pot de beurre sur la huche, et viens te coucher avec moi. Le Petit Chaperon rouge se déshabille, et va se mettre dans le lit, où elle fut bien étonnée de voir comment sa Mère-grand était faite en son déshabillé. Elle lui dit : Ma mère-grand, que vous avez de grands bras ? C’est pour mieux t’embrasser, ma fille.

Ma mère-grand, que vous avez de grandes jambes ? C’est pour mieux courir, mon enfant. Ma mère-grand, que vous avez de grandes oreilles ? C’est pour mieux écouter, mon enfant. Ma mère-grand, que vous avez de grands yeux ? C’est pour mieux voir, mon enfant. Ma mère-grand, que vous avez de grandes dents. C’est pour te manger. Et en disant ces mots, ce méchant Loup se jeta sur le Petit Chaperon rouge, et la mangea.

MORALITÉ

On voit ici que de jeunes enfants,
Surtout de jeunes filles
Belles, bien faites, et gentilles,
Font très mal d’écouter toute sorte de gens,
Et que ce n’est pas chose étrange,
S’il en est tant que le Loup mange.
Je dis le Loup, car tous les Loups
Ne sont pas de la même sorte ;
Il en est d’une humeur accorte,
Sans bruit, sans fiel et sans courroux,
Qui privés, complaisants et doux,
Suivent les jeunes Demoiselles
Jusque dans les maisons, jusque dans les ruelles ;
Mais hélas ! qui ne sait que ces Loups doucereux,
De tous les Loups sont les plus dangereux.




Lo que quiere decir, más o menos (traduzco del inglés, no del francés):

Había una vez una niña pequeña, que vivía en una pequeña aldea de un pequeño país, era sin duda la más bonita criatura que jamás fue vista. Su madre estaba superencariñada con ella, y su abuela la quería aún más. 

Un día, esta buena mujer le hizo a su nieta una caperucita roja con capa. Y como le sentaba tan bien y estaba tan guapa con ella todo el mundo la llamaba Caperucita Roja.

Un día su madre, después de haber hecho unos bollos al horno, le dijo: "Ve, hija mía, a ver cómo está tu abuela, que me han dicho que está muy enferma, y de paso llévale este bollo y este tarrito de mantequilla."

Caperucita Roja se levantó al momento para ir a ver a su abuela, que vivía en otro pueblo.
Pero a poco que se adentró en el bosque, se encontró con un lobo, que tenía unas ganas enormes de comérsela, aunque en ese momento no se atrevió porque  había unos leñadores que trabajaban cerca. Entonces le preguntó a dónde iba. La pobre niña, que no sabía que era peligroso quedarse y hablar con un lobo, le dijo: "Voy a ver a mi abuela y a llevarle este bollo y esta tarrito de mantequilla que me ha dado mi madre."

"¿Vive muy lejos?" dijo el lobo

"Oh, no -respondió Caperucita Roja- está más allá del molino que ves allí, en la primera casa en el pueblo."

"Bueno", dijo el lobo, "yo voy a ir también. Voy a ir por este camino, veremos quién llega antes."

El lobo corrió tan rápido como pudo, y por el camino más corto. Mientras la niña se entretenía recogiendo nueces y flores, y persiguiendo mariposas. 

Como era de esperar, el lobo llegó antes a la casa de la anciana y llamó a la puerta: toc, toc.

"¿Quién anda ahí?"

"Tu nieta, Caperucita Roja," contestó el lobo, con voz de falsete, "Te he traído un bollo y un tarrito de mantequilla de mi madre."

La buena abuela, que estaba en la cama, porque estaba un poco enferma, exclamó: "Entra, está abierta."

El lobo abrió la puerta, e inmediatamente cayó sobre la buena mujer y se la comió de un bocado, porque llevaba más de tres días sin comer. Luego cerró la puerta y se metió en la cama de la abuela, a la espera de Caperucita Roja, que llegó más tarde y llamó a la puerta: toc, toc.

"¿Quién anda ahí?"

Caperucita roja, al oir la voz ronca del lobo sintió miedo, pero pensó que su abuela tenía un resfriado y estaba ronca, respondió: "Soy tu nieta Caperucita Roja, que te he traído un bollo y un tarrito de mantequila de parte de mi madre."

El lobo, suavizando la voz tanto como pudo, dijo: "Entra, está abierto"

Caperucita Roja abrió la puerta, y el lobo, al verla entrar, le dijo, ocultándose debajo de las sábanas, "Pon el bollo y el tarrito de mantequilla en el taburete, y ven a la cama conmigo."

Caperucita Roja se desnudó y se metió en la cama. Se sorprendió al ver cómo su abuela se embozaba en su ropa de cama, y le dijo: "Abuela, ¡qué brazos tan grandes tienes!"

"Son para abrazarte con cariño mejor".

"Abuela, ¡qué piernas tan grandes tienes!"

"Son para correr mejor, hija mía."

"Abuela, ¡qué orejas tan grandes tienes!"

"Son para escucharte mejor, mi niña."

"Abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!"

"Son para verte mejor, hija mía."

"Abuela, ¡qué dientes tan grandes tienes!"

"¡Son para comerte mejor!"

Y diciendo estas palabras, el malvado lobo cayó sobre Caperucita Roja, y se la comió toda.

Moraleja: Las niñas guapas y bien educadas nunca deben hablar con extraños, ya que si lo hacen bien puede ser la cena de un lobo. Digo "lobo", pero hay varios tipos de lobos. También están aquellos que son encantadores, tranquilos, amables, complacientes y sin pretensiones, y dulces, que persiguen a las mujeres jóvenes en el hogar y en las calles. Y, por desgracia, son estos lobos suaves que son los más peligrosos de todos. 

La versión de los hermanos Grimm (Kinder  und Hausmärchen, 1st ed. (Berlin, 1812), v. 1, no. 26. Translated by D. L. Ashliman) es más o menos... aunque en ella aparece el cazador y el final feliz, pero en esencia es lo mismo:



Once upon a time there was a sweet little girl. Everyone who saw her liked her, but most of all her grandmother, who did not know what to give the child next. Once she gave her a little cap made of red velvet. Because it suited her so well, and she wanted to wear it all the time, she came to be known as Little Red Cap. 

One day her mother said to her, "Come Little Red Cap. Here is a piece of cake and a bottle of wine. Take them to your grandmother. She is sick and weak, and they will do her well. Mind your manners and give her my greetings. Behave yourself on the way, and do not leave the path, or you might fall down and break the glass, and then there will be nothing for your sick grandmother." 

Little Red Cap promised to obey her mother. The grandmother lived out in the woods, a half hour from the village. When Little Red Cap entered the woods a wolf came up to her. She did not know what a wicked animal he was, and was not afraid of him. 

"Good day to you, Little Red Cap." 

"Thank you, wolf." 

"Where are you going so early, Little Red Cap?" 

"To grandmother's." 

"And what are you carrying under your apron?" 

"Grandmother is sick and weak, and I am taking her some cake and wine. We baked yesterday, and they should give her strength." 

"Little Red Cap, just where does your grandmother live?" 

"Her house is a good quarter hour from here in the woods, under the three large oak trees. There's a hedge of hazel bushes there. You must know the place," said Little Red Cap. 
The wolf thought to himself, "Now there is a tasty bite for me. Just how are you going to catch her?" Then he said, "Listen, Little Red Cap, haven't you seen the beautiful flowers that are blossoming in the woods? Why don't you go and take a look? And I don't believe you can hear how beautifully the birds are singing. You are walking along as though you were on your way to school in the village. It is very beautiful in the woods." 

Little Red Cap opened her eyes and saw the sunlight breaking through the trees and how the ground was covered with beautiful flowers. She thought, "If a take a bouquet to grandmother, she will be very pleased. Anyway, it is still early, and I'll be home on time." And she ran off into the woods looking for flowers. Each time she picked one she thought that she could see an even more beautiful one a little way off, and she ran after it, going further and further into the woods. But the wolf ran straight to the grandmother's house and knocked on the door. 

"Who's there?" 

"Little Red Cap. I'm bringing you some cake and wine. Open the door for me." 

"Just press the latch," called out the grandmother. "I'm too weak to get up." 

The wolf pressed the latch, and the door opened. He stepped inside, went straight to the grandmother's bed, and ate her up. Then he took her clothes, put them on, and put her cap on his head. He got into her bed and pulled the curtains shut. 

Little Red Cap had run after flowers, and did not continue on her way to grandmother's until she had gathered all that she could carry. When she arrived, she found, to her surprise, that the door was open. She walked into the parlor, and everything looked so strange that she thought, "Oh, my God, why am I so afraid? I usually like it at grandmother's." Then she went to the bed and pulled back the curtains. Grandmother was lying there with her cap pulled down over her face and looking very strange. 

"Oh, grandmother, what big ears you have!" 

"All the better to hear you with." 

"Oh, grandmother, what big eyes you have!" 

"All the better to see you with." 

"Oh, grandmother, what big hands you have!" 

"All the better to grab you with!" 

"Oh, grandmother, what a horribly big mouth you have!" 

"All the better to eat you with!" And with that he jumped out of bed, jumped on top of poor Little Red Cap, and ate her up. As soon as the wolf had finished this tasty bite, he climbed back into bed, fell asleep, and began to snore very loudly. 

A huntsman was just passing by. He thought it strange that the old woman was snoring so loudly, so he decided to take a look. He stepped inside, and in the bed there lay the wolf that he had been hunting for such a long time. "He has eaten the grandmother, but perhaps she still can be saved. I won't shoot him," thought the huntsman. So he took a pair of scissors and cut open his belly. 

He had cut only a few strokes when he saw the red cap shining through. He cut a little more, and the girl jumped out and cried, "Oh, I was so frightened! It was so dark inside the wolf's body!" 

And then the grandmother came out alive as well. Then Little Red Cap fetched some large heavy stones. They filled the wolf's body with them, and when he woke up and tried to run away, the stones were so heavy that he fell down dead. 

The three of them were happy. The huntsman took the wolf's pelt. The grandmother ate the cake and drank the wine that Little Red Cap had brought. And Little Red Cap thought to herself, "As long as I live, I will never leave the path and run off into the woods by myself if mother tells me not to." 

They also tell how Little Red Cap was taking some baked things to her grandmother another time, when another wolf spoke to her and wanted her to leave the path. But Little Red Cap took care and went straight to grandmother's. She told her that she had seen the wolf, and that he had wished her a good day, but had stared at her in a wicked manner. "If we hadn't been on a public road, he would have eaten me up," she said. 

"Come," said the grandmother. "Let's lock the door, so he can't get in." 

Soon afterward the wolf knocked on the door and called out, "Open up, grandmother. It's Little Red Cap, and I'm bringing you some baked things." 

They remained silent, and did not open the door. The wicked one walked around the house several times, and finally jumped onto the roof. He wanted to wait until Little Red Cap went home that evening, then follow her and eat her up in the darkness. But the grandmother saw what he was up to. There was a large stone trough in front of the house. 

"Fetch a bucket, Little Red Cap," she said. "Yesterday I cooked some sausage. Carry the water that I boiled them with to the trough." Little Red Cap carried water until the large, large trough was clear full. The smell of sausage arose into the wolf's nose. He sniffed and looked down, stretching his neck so long that he could no longer hold himself, and he began to slide. He slid off the roof, fell into the trough, and drowned. And Little Red Cap returned home happily and safely.