martes, 22 de octubre de 2013

El experimento de Milgram. El ISIS que llevamos dentro

El Experimento de Milgram. El daño físico a inocentes.





¿Causaríamos dolor a nuestros compañeros si nos lo ordenan? ¿Disfrutaríamos torturando? ¿A los terroristas les termina gustando asesinar? ¿Hasta qué punto nos jugaríamos el puesto por mantener la integridad física de los otros?

El experimento demostró que un 10% no pasaría por hacer ningún tipo de daño a cualquier otro sujeto, pese a que se lo ordenasen y otro 10% disfrutaría haciéndolo. El resto se colocaría en un gran 80% que hacen lo que la mayoría acepta sin apenas rebeldía.

Antes de la guerra los españoles eran tan pacíficos como nosotros ¿creen que pueden asesinar a miles de personas y hacerse fotos como esta, tomada en Guadarrama en 1937?


El miliciano que disfruta asesinando





Milgram, en su artículo donde describe el experimento, termina con una pregunta:

¿Podremos evitar de algún modo este potencial aterrador, esta fácil aceptación de la autoridad, aún la mal dirigida o la perversa?
Que a continuación él mismo se responde:

Quizás seamos marionetas o muñecos movidos por los hilos de la sociedad. Pero al menos somos marionetas con percepción, con conciencia. Y tal vez nuestra conciencia sea el primer paso para liberarnos. El hecho de que la obediencia sea muchas veces un imperativo de la sociedad humana no reduce nuestra responsabilidad como ciudadanos. Más bien nos impone la obligación especial de colocar en los puestos de autoridad a aquellos que más probablemente la ejercerán humanitariamente. Y la gente es ingeniosa. Los varios sistemas políticos que se han desarrollado en el correr de la historia son sólo algunos de los muchos arreglos políticos posibles.

Stanley Milgram, « Los peligros de la obediencia », Polis [En línea], 11 | 2005, Publicado el 29 agosto 2012, consultado el 02 mayo 2017. URL : http://polis.revues.org/5923
Milgram, S. Obediencia a la autoridad. Un punto de vista experimental, Desclée de Brouwer, Bilbao 1980.

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