miércoles, 12 de septiembre de 2018

Corrupción universitaria y política.



Llevo quince años dedicado a la Universidad y he dado clase en casi todas los los grados, de ciencias y letras, y en varios postgrados en distintas universidades, públicas y privadas, presenciales y online, títulos propios y títulos oficiales. En mis quince años nunca, jamás he aprobado a alguien que no lo mereciese, nunca he tenido presiones de autoridades para aprobar a nadie (y he tenido alumnos hijos de ministros y de autoridades académicas), nunca he visto falsificaciones de actas, regalos de títulos, aprobados por enchufe ni nada de eso y me sorprende y me avergüenza lo que estamos viendo estos días con los políticos y con algunos profesores de la Universidad Rey Juan Carlos -donde he impartido docencia en un máster oficial durante cinco años- y de la Complutense. 

En tribunales de tesis o de trabajos de fin de grado o de fin de máster he leído, revisado y he comprobado siempre que no estuviese copiado o plagiado. Pero yo no soy una excepción ni tengo una ética especial, todos los profesores con los que he convivido actúan igual, jamás he oído de nadie que regale la nota a alguien por ser quien es.

Si alguna vez he detectado un plagio, lamentablemente más de una vez, he suspendido la convocatoria del alumno y he informado a las autoridades académicas. Recuerdo un caso de un alumno, cargo pequeño del Partido Popular, que me quiso colar un trabajo copiado para aprobar una asignatura, le puse un cero, claro está, y en el despacho utilizó todo lo que pudo para que hiciese "la vista gorda", me dijo que el trabajo lo había hecho otra persona, que tenía problemas familiares, que era muy importante y esas cosas... pero no obtuvo el título. 

Escribo esto porque la universidad se ha puesto de moda por estas irregularidades y se dicen muchas cosas en los medios inexactas y otras que me escandalizan. Sin ir más lejos, ayer oí en la radio, en la COPE a varios tertulianos que decían que nadie pasaría una investigación exhaustiva de sus títulos. Pues mis títulos me han costado lo mío y los puedo justificar uno por uno. Cualquiera que haya trabajado en serio, es decir, todos los alumnos, puede justificarlo.

Dicho esto no tengo ninguna duda de que a Cristina Cifuentes y a Carmen Montón les regalaron el máster. La primera más grave, porque ni siquiera fue a defender el TFM, que es requisito imprescindible para terminarlo, ni tuvo la prevención de mandar hacer uno, como hizo la exministra. Tan corruptos son los profesores como los políticos, porque sí, hay clientelismo, subvenciones y puertas giratorias que afectan a unos pocos profesores y muchos políticos. 

Me parece también que Pedro Sánchez no hizo su tesis doctoral. Si en septiembre de 2011 no sabía nada, no había leído nada, no tenía directora de tesis (los directores de tesis lo primero que dan es bibliografía), ni había planteado las líneas generales de la misma es del todo imposible que seis meses más tarde, trabajando en política y en la empresa privada, teniendo familia, sea convierta en un experto capaz de escribir 320 páginas del nivel que se exige en una tesis doctoral. Sabiendo además que para presentarse debe leerse toda la bibliografía escrita, en este caso mucha en inglés, además debe ser supervisada, corregida, cotejada, impresa, presentada en el Departamento para consulta, luego se convoca al tribunal, y se defiende. Es imposible hacer todo esto en un año partiendo de cero, como indica su publicación de 2011 en Twitter.

Está claro que estos seres inmorales que nos gobiernan han colocado la Ley como única barrera moral. A Pedro Sánchez le importa muy poco que su ministra haya copiado o haya mentido, lo debe considerar algo propio de la política, o lo que es peor, de la naturaleza humana. Como dijo en sus declaraciones, para él importante su gestión y su valentía (?) y solo la destituyó cuando se acercó peligrosamente a lo delictivo. Para él -para todos ellos-  copiar, usar su cargo para obtener privilegios, llegar arriba a costa de todo y de todos es aceptable siempre y cuando no se salten alguna ley (o si se la saltan que no se entere nadie). Y por eso Cifuentes y Montón dimiten porque han tejido, o se han beneficiado de favores de funcionarios, es decir, en delitos de falsedad en documento público, prevaricación, etc. No por la inmoralidad, sino por la ley.

Y por la misma lógica Pedro Sánchez no dimitirá. O es un genio o la tesis se la escribieron, pero como no hay forma de probarlo judicialmente, no va a dimitir por eso, a no ser que el verdadero autor, Carlos Ocaña, quiera publicidad y exclusivas y la presión mediática sea fuerte. 

Pero parece que Ocaña será fiel.

En todo caso nos demuestran que la regeneración política en España está muy lejos de conseguirse, que los corruptos mayores son más corruptos solo por haber estado más tiempo dedicados al negocio.

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