miércoles, 19 de septiembre de 2012

El Mundo, que está muy mal

No son las FARC. Un minero asturiano "informa" a la Guardia Civil
de su pretensión de seguir viviendo a costa del resto de los españoles
 
He de reconocer que aunque sea muy mal vista por los mundos de la manipulación, Esperanza Aguirre no me cae mal y si no se dedicase a la política me parecería una estupenda persona. La pena es que ha elegido una profesión rastrera. Supongo que es uno de esos errores que se cometen en la vida y que luego cada paso hace más dificil enmendarlos. Pero este mensaje no  trata de ella.

Se trata de El Mundo, que va por la ancha senda por donde han ido los periódicos amarillos que han caído. Léase ADN, léase Público. El mal periodismo se paga. Y no vale, como parece que hace El Mundo con vulgarizar contenidos, con eso se ganan lectores y se pierde credibilidad. Al final se pierde.

Y esto lo digo cuando entre titulares de vídeos tan interesantes como: "Día internacioanl del Top Less", "Glúteos del Verano", "80.000 virgenes para el rey de Suazilandia". Y la noticia bomba de "La Aguirre" se conforma con un segundo puesto por debajo de "No te masturbarás".

En el primer curso de manipulación periodística se puede aprender:

- Hechos: la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre visita un colegio con motivo de la apertura de curso. Agenda de la Presidenta en el colegio. Novedades del curso escolar, recortes. Etc. [Lectores posibles 10.000]
- Hechos: Una madre de un alumno, histérica, vociferante, lanza un recipiente al aire. El recipiente, "Tupper", vuela y cae lejos de la Presidenta, que ni se entera. 

El hecho para El Mundo:

Una madre lanza un 'tupper' a Esperanza Aguirre en la apertura del curso escolar

[Lectores posibles 1.000.000]
 
Y la mamá afirma, con acento de culebrón: "Por qué no tocan a la gente que tiene dinero (...) 600 euros de paro, siento y pico y están cobrando cinco euros para que tu hijo coma al día"

Pues no está mal, le estamos pagando 600 euros y encima quiere que le demos de comer por la patilla al niño. ¡Que lo lleve a su casa y que le dé de comer, que está en paro y no tiene otra cosa que hacer! Y si no que le pida ayuda a la dueña de YPF.
 
Hemos llegado a un sistema absurdo en el que comer de la sopa boba es un derecho. Una cosa es que le demos servicios a quien sea, a quien marque la ley y otra cosa es que se reclamen, con violencia, como si tuviésemos la obligación de pagarle.
 
 

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