jueves, 10 de febrero de 2011

10 estrategias de manipulación docente (2)

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones

Es una técnica de lo más efectiva porque ayuda a mantener la autoestima de los inútiles y ocupados a los profesores, lo que les impide pensar y, por lo tanto, aplicar directamente las directrices de la Administración correspondiente.

Consiste principalmente en destruir las cosas que siempre han funcionado y cambiarlas por otras que no funcionan y –consecuentemente- hay que solucionar.

Imagine -por ejemplo- una clase en la que los alumnos respetan a su profesor, aprenden de memoria la tabla de multiplicar, poesías, el catecismo, etc. y hacen unos cuadernos pulcros, son obedientes, atienden al profesor y hacen sus tareas.

Efectivamente en esta clase no hay democracia, no hay igualdad entre hombres y mujeres, la escuela es separada y no tienen ordenador, eso sí, tienen una estufa que encienden sólo los días que hace frío.

Comience a democratizar la escuela. Escriba disertaciones contra el fomento de la memoria, contra la educación de la voluntad y el sometimiento del alumno a la voluntad del profesor. El alumno debe participar en la toma de decisiones.
Mezcle sexos en las clases, ponga aire acondicionado, ordenadores. Retire la tarima, la pizarra conviértala en electrónica, fuera la biblioteca de aula, deje a los alumnos vestir como quieran, permanecer tumbados cuando entra el profesor, déjeles que se metan mano en clase, es decir, adapte la escuela a los tiempos. En vez de problemas de matemáticas y física tendrá otros problemas. Problemas que solucionar. Objetivo conseguido.
El profesor en vez de dar su clase se convierte en un conciliador, negociador, y hasta suplicante marioneta al servicio de los alumnos, del departamento, de la dirección, de la Comunidad Autónoma, del Estado, de los padres, un guiñapo que debe cumplir mil normas, y debe concretar lo que hace en todo minuto.
El profesor ya no enseña, su actividad docente consiste en poner orden. Si el desorden es aceptable se les deja hasta que se pasan de la raya. Entonces el profesor-conciliador entra en escena a ofrecer soluciones a los conflictos que han surgido y los soluciona en colaboración con los padres, el Consejo Escolar, los alumnos, etc.
El conflicto en realidad no se soluciona, queda congelado, pero eso da igual, porque el profesor conciliador descansa a gusto pensando que es absolutamente necesario. Al poco tiempo el alumnado vuelve a la carga y así se genera una relación de dependencia interesante. El profesor se siente útil y el alumno hace lo que quiere. Ambos salen beneficiados.

El profesor pierde autoriadad y creado el conflicto, la Pedagogía indica que es necesario "reforzar" la autoridad del profesor. Y se hace un Estatuto del Estudiante y -¡cómo no!- otro Estatuto del profesor para que reine la paz. Y la paz no reina. Y se hace un Código de conducta y un Capítulo de sanciones para profesores y alumnos. Y todo aprobado democráticamente en el Consejo Escolar, donde los alumnos tienen voz y voto. Y las sanciones se votan, y no se soluciona nada.
Es muy bueno poner nombres a las cosas para solucionarlas. Por ejemplo, hay que hablar de bulling para las collejas que reciben los niños entre sus iguales desde el siglo XII antes de Cristo. Y hacer un plan y dar charlas para solucionar el problema. Aquí, si se fijan, no hay problema, pero ponerle un nombre ayuda a crearlo para luego solucionarlo.
Generar una escuela mixta en toda la práctica educativa ha generado muchos problemas de percepción de la igualdad del sexo contrario, puesto que a unas edades los hombres y mujeres somos totalmente diferentes en lo que atañe al desarrollo cognitivo. Aquí el problema se crea cuando los profesores les aseguran que son iguales y ellos se perciben diferentes. Creado el problema hagamos planes de igualdad y analicemos las soluciones.

[Sé que con este último párrafo no está ud. de acuerdo, está tan arraigada la idea de la mixtura en la enseñanza que suena a herejía proponer lo contrario. Pero la vida es así]

2 comentarios:

  1. Yo crecí en colegio masculino, después lo mixturizaron. Soy consciente de que la educación separada otorga muchas ventajas para el profesor. Personalmente no creo ni en lo uno ni en lo otro, la formación implica construir identidad, pero también a partir de la percepción de la diferencia. Creo que lo mejor es un sistema que tenga espacios separados y espacios mixtos.

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  2. Me alegra mucho este comentario porque tus ideas coinciden con mis conclusiones.

    En este tema la mayoría ni se lo plantean, parece que la educación mixta es un "logro" de la civilización y que unos pocos defienden la enseñanza separada por ideas nostálgicas. Ni unos ni otros dejan espacio para una educación razonable, que separe donde tiene que separar y una donde tiene que unir.

    Lo que mejor le va a la enseñanza es esto que dices: separación en las clases y espacios donde puedan hacer actividades juntos.

    Muchas gracias por tu comentario, es bueno saber que una cosa tan obvia es defendida por más gente.

    Publicaré un artículo que tengo sobre el tema. Ya pondré aquí el enlace. Gracias.

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