viernes, 11 de noviembre de 2011

Liderar en tiempos revueltos



A las acusaciones anónimas nunca se les da curso.



Por tres razones:



1. De orden normativo: una acusación anónima se hace con el objeto de hacer daño a un tercero de manera torticera y  sin que el tercero pueda defenderse, alegar, dialogar. No se hace nunca con el interés de mejorar las cosas, de colaborar con la institución, porque de lo contrario se haría por los cauces adecuados. 



2. De orden moral: si se le da curso se premia la calumnia y la difamación. Y sobre todo la falsedad. Es muy probable que una nota anónima sea anónima por ser insostenible, por ser falsa. De todos modos es inmoral indagar sobre la falsedad o la veracidad de una nota anónima.



3. De orden práctico: si el calumniador se entera de que tú das cauce a las acusaciones anónimas mañana tendrás una contra ti y entonces ¿le darás cauce? Si das poder al que no lo merece no te extrañes que lo use contra ti.



Una acusación anónima, en condiciones normales, es un insulto a la empresa en la que trabajas, porque presupone que en ella no hay justicia. Cuando hay justicia las acusaciones son directas, siguiendo los cauces que tú marcas.

Si en tu empresa hay acusaciones anónimas con frecuencia es que no estás haciendo bien tu trabajo, porque no has mostrado adecuadamente los protocolos y cauces para la queja justa. Si no persigues al que lanza anónimos y haces recaer la culpa sobre el acusado estás destruyendo el clima de comunicación adecuado y generando un espacio de miedo.



“No dar curso” significa no leerla u olvidarse de ella si se ha leído, en todo caso no difundirla, ni siquiera entre los superiores o los jefes directos, sin que en ningún caso pueda considerarse "omisión de información", porque una comunicación anónima no es información.

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