Este fin de semana he leído el libelo ¡Indignaos! de Stéphane Hessel (Destino, Barcelona 2011) y ciertamente cumple con el objetivo: produce indignación, es un insulto a la inteligencia. En sus 27 páginas (el resto, hasta las 60 son el prólogo de José Luis Sampedro, las notas y demás) nos lleva el autor por un mundo de ensueño de la lucha de los "buenos" contra los "malos", pero en su análisis se olvida de que detrás de los buenos y los malos tiene que estar la lucha entre bien y el mal.
Podríamos resumir el libro así:
1. Los malos: los nazis, Busch, los banqueros, los judíos sionistas, los capitalistas y los consumistas... Irak
2. Los buenos: los libertadores de la Francia ocupada, los socialistas, la banca pública (las Cajas), los palestinos, los gudaris de Bildu, los perro-flauta y esos majetes oprimidos que se lanzaron contra las Torres Gemelas en busca de liberación.... Afganistán.
Las fronteras del bien y del mal las marca la ideología, con lo que tenemos terrorismo bueno y malo, guerras buenas y malas; la democracia es buena o es mala dependiendo de quién mande...
Sigue la consigna de ZP: " la libertad os hará verdaderos", es decir, que todo vale siempre y cuando sea efectivamente “liberador” (¿pero liberador de qué? ¿de uno mismo? ¿de la opresión externa? ¿de Bush?).
Por ejemplo, toca el terrorismo de refilón (pp. 38-39), asegurando que no estaba mal como respuesta pero que es una mala herramienta. Los comprende (a los terroristas) pero no los apoya, no por ser intrínsecamente malo (el terrorismo) sino por ser poco útil.
Me gustaría resaltar prólogo para españoles (p. 17), propio de lo mejor del Movimiento: “La España rebelde y valiente de siempre puede favorecer este impulso hacia una Europa cultural, fraternal, y no una Europa al servicio de una finaciarización [sic] del mundo” (Es decir, los valores hispánicos contra la conspiración judeomasónica).
Para indignarse siempre hay tiempo, pero ahora toca alegrarse: el mundo está mejor sin los totalitarismos y estaría mejor aún sin las ideologías socialistas que los sustentaron. El mundo sería mejor si acabásemos con el fanatismo de judíos y mahometanos. Y muchísimo mejor sin nacionalismos. Con Castro en la cárcel, llevado por Garzón, iríamos por el buen camino.
El mundo en el que vivimos, el mundo que estamos haciendo es así. Con el tiempo, poco a poco, iremos limando esas asperezas totalitarias y poco a poco también recuperaremos la democracia perdida técnicamente en España, logrando de nuevo la división de poderes y la anulación de los nacionalismos.
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