La belleza como forma de expresar lo trascendental.
No es un tema fácil, ya lo apunta Platón al final de su diálogo Hipias el Mayor, porque aunque todos sabemos mucho de belleza, a la hora de exprersar nuestrros gustos nos damos cuenta de que entran otros muchos criterios que no son meramente estéticos y que se confunden y se entreveran con nuestros gustos. De hecho en la relación del hombre con la belleza hay criterios de etaneidad, prácticos, sociales, religiosos, etc. con los que estamos acostumbrados a convivir pero que sin duda nublan bastante el juicio a la hora de analizar nuestra relación con la belleza.
La explicación a esta maraña de ideas que se presentan ante el ser humano en relación con la belleza es que la belleza no es una cosa ni una característica de las cosas, ni una nota caraterística del ser humano sino que es a la vez todo esto (visto desde distintos puntos de vista) y en realidad trasciende a las cosas y a los sujetos
Pero vamos por partes:
1. Primero voy a contar, es una idea de Julián Marías (Antropología Metafísica, 1973) hablando de lo que he venido a llamar "Principio de Indeterminación en Antropología", que a pesar de su nombre no es más que la constatación de que no podemos hacer antropologías fisicalistas y modernas a la vez que existencialistas o personalistas.
Las Antropologías fisicalistas o modernas, por llamarlas de algún modo, entienden al ser humano como un objeto y lo estudian como tal. Estudian al ser humano como si no fues un sujeto, sino como si fues un ser del que se pueden predicar notas como cualquier otro ser.
Las Antropologías personalistas, o postmodernas entienden al ser humano más como sujeto que como objeto, es decir, entienden que no se pueden predicar caracteres universales del ser humano sin caer en el error de no considerarlo un sujeto en acción.
En definitiva es el eterno dilema entre Parménides y Heráclito: ¿Qué puedo conocer yo de las cosas si las cosas están cambiando? ¿Qué es el Duero, si el Durero al que cantaba Machado hace años que llegó al mar?
Y los miedos de los primeros al peligroso mundo del relativismo (Si todo cambia no hay posibilidad de conocer, todo es válido); y los miedos de los segundos a caer en el dogmatismo.
2. Pero salvado el miedo al desfondamiento propio del barón de Munchausen, que para saltar el lago se tiraba de la coleta y estirando bien para arriba lograba saltar mucho y legar a tierra firme, descubrimos que cambiando el punto de vista, siguen estando las cosas en su sitio y lo único que hacemos aquí es interpretarlas.
Quizá esto no vendría mal recordarlo de vez en cuando: lo que nosotros hacemos son teorías sobre una realidad que es dada y el sol, la luna y las estrellas estaban ahí en tiempos de Aristóteles, de Ptolomeo, de Copérnico y de Galileo, y seguirán estando. Nuestro conocimiento de ello es provisional, etc. (Cfr. con Popper y el sentido común).
Y esto no quiere decir que todo pensamiento sea superfluo porque precisamente por saber que el mundo es como es, como se me aparece, tengo la necesidad de encontrar en común una idea que nos valga a los dos y no sólo a mi.
Se trata simplemente de mirar desde otro lado, desde el sujeto que crea un mundo y no desde el ser que nace en un mundo.
No propongo, por supuesto, cambiar el método y olvidarnos de los 2500 años de historia de la filosofía, y hacer como hicieron los existencialistas y vanguardistas de la otra crisis, sino más bien quiero afirmar que el hombre es objeto y sujeto, cuerpo y alma, materia y espíritu. Y que en estas contradicciones aparentes se muestra su verdadera grandeza.
La filosofía creo que debe ahondar en el coocimiento del ser sin dejarse nada fuera y así entiendo que no se debe optar por una o por otra antropología sino que deben abrazarse las dos a un tiempo.
3. El mundo físico, el mundo de la ciencia nos impide ver la realidad, aunque nos ha dado tantos éxitos y fracasos hay que tener claro que no es nuestra visión la mejor visión del mundo, simplemente es la visión del mundo moderno, de la física, de la fórmula matemática y del reducconismo. Hay que reducir el mundo para comprenderlo, así como para solucionar un problema de matemáticas tenemos que reducirlo a pequeños problemas o fases que se van solucionando, igualmente tenemos que reducir el mundo para comprenderlo.
Pero en este reducir el mundo nos dejamos la mejor parte fuera. Por ejemplo, cuando Newton descubre la Gravitación Universal en el instante en el que ve caer un manazana modificó nuestra visión del Universo, pero a nadie importó si la manzana estaba madura o dura, si a Newton le gustaban las manzanas, etc. Se reduce la manzana a masa, a un punto matemático con un valor asignado y la tierra (con sus árboles, sus amores, sus políticas y sus océanos) a otro punto con otro número que indica si masa. Y lo demás no importa. Así se aprende cómo se mueven los planetas, etc. Eso es la ciencia. Y no está mal. No dice nada del mundo, bueno, sí, del movimiento de los planetas sí, pero nada más.
Todo lo que no puede ser cuantificado desparece y queda sólo lo que puede ser medido. ¿Y el dolor, la risa, la alegría? ¿O cosas más serias como el amor, la justicia, la legitimidad del poder? ¿Dónde quedan la democracia, los derechos humanos, la política? ¿Y la belleza, la estética? Ética, estética y política quedan relegadas por el pensamiento moderno primero a la costumbre (Descartes), luego se las expulsa del mundo, pero se sigue creyendo en ellas (Kant) pero después son consideradas falsas y hasta perjudiciales (Wittenstein).
4. Volviendo al inicio de la Modernidad, con Descartes tenemos la partición del mundo en dos y el comienzo de un pensamiento dilemático que nos va a llevar a muchas crisis, porque se pide al ser humano, que es nudo entre dos mundos, que opte por uno o por el otro sin que quepa término medio. Y los seres humanos que no se plantean estas cosas asumen un suave relativismo (en palabras de Marina) en las cuestiones no mensurables y un fuerte dogmatismo en lo que se refiere a las cuestiones científicas.
Pero los seres humanos saben, de algún modo, aunque nadie se lo enseñe que es más verdad el amor, por ejemplo, que la gravitación universal y por eso sugrge este movimiento de mejora de lo humano que se llamó personalismo y que se trata de repensar lo humano desde criterios humanos y no físicos.
Este repensar lo humano (y lo natural y lo teológico) es repensarlo todo partiendo de la relación que tiene el sujeto con las cosas. Relación que está basada en el amor y que sin el no hay nada.
5. El personalismo, y en particular la teoría pedagógica de López Quintás sobre el arte, muestra cómo superar los falsos dilemas que se presentan al llevar a su extremo las ideas modernas de Descartes.
Estos dilemas (interior/exterior; razón/corazón; privado/público) han calado tanto en el pensamiento moderno que hay que orquestar todo un sistema de reorganización mental para poder escaparse de ellos y pensar creativamente.
De hecho los grandes éxistos de la modernidad en el aspecto tecnológico, político y econñomico han llevado a la mayoría de los seres humanos a aceptar la forma de pensamiento occidental como la adecuada, aunque guarda, como un efecto secundario, graves amenazas en la vida creativa.
Pese a que la civilización occidental es la única que ha generado un arte intelectual, capaz de conmover a cualquier habitante de la tierra. Aunque es la única que ha generado una metafísica y una teología depuradas, claras, universdales y racionales curiosamente en sus dominios se ha expulsado de mala manera y por la puerta de atrás al espíritu. Quizá por esta separación entre lo práctico y lo inutil, hemos sabido buscar la belleza desinteresada o alejada de ningún principio útil. O quizá por un malentendido de Kant. O quizá siguiendo la estela lógica del aristotelismo. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que es necesario y urge rescatar la vida del espíritu y reconciliarnos con la unidad.
6. De todos modos las dos corrientes de pensamiento que mueven a Occidente han dejado su rastro perfectamente reconocible: a un lado el mecanicismo cartesiano que entiende un espacio y un tiempo absolutos y que por tanto todo cabe en ese espacio yu en ese tiempo. Y lo que no cabe porque no tiene extensión está o ligado a la materia de algún modo imposible de comprender (dualismo) o no está en absoluto (materialismo), dando así primacía a la materia frente al espíritu.
No hay salida: con este esquema moderno la negación viene a ser similar a la afirmación, y me refiero al Obispo Berkeley, como le gustaba llamarlo a Marx, cuando negaba el mundo real y tangible y lo convertía todo en idea de la persona. El mundo, este mundo que ven y en el que cabemos todos y todo lo comprensible es el mundo de las ideas de Dios y por eso tiene consistencia, etc.
Y poco importa ¿Qué más me da pensar que todo es materia y nada espíritu que pensar que todo es espíritu y nada materia? si las características del espíritu las reducimos a la materia tenemos lo mismo que si las de la materia las reducimos a lo espiritual, o sea, una mala forma de iterpretar, porque digan lo que digan hay una cosa y la otra (de lo contrario no podríamos entender nada.
7. Lo que yo propongo es ver al hombre desde sí mismo: cuando un niño nace nosotros vemos que "un niño" "aparece en el mundo". Cuando lo vemos desde el punto de vista del niño vemos que "un mundo" "aparece en el niño". Y este es el comienzo del mundo de verdad. Y desde estas categorías podemos entender el mundo, claro que esto supone un pensamiento nuevo que plantea una serie de problemas:
Primer nivel
- Primero hay que hacerse la idea de que ya no somos dioses, es decir, no ocupamos el lugar de Dios en el universo (no nosotros, sino un ente al que nadie conoce que se llama Ser Humano)
- El segundo descubrimiento es que somos mundos, Universos. Microcosmos, que decían antes.
- El tercer descubrimeinto es que todo lo que vemos, lo que olemos, lo que sentimos y pensamos es verdadero y que nosostros somos los que ponemos, con nuestros umbrales, los límites a nuestro mundo.
- El cuarto es que nuestra temporalidad, como bien decía Kant, está en nosotros.
- Y todo es bello y todo verdadero y todo bueno y todo uno.
- También hay que saber (ver punto primero) que somos mundos, pero no dioses y que por lo tanto tenemos que comunicar para hacer nuestro mundo intersubjetivo. Ya hemos subido un nivel
Segundo Nivel
- En el segundo nivel hay que comprender que somos nuestro mundo intersubjetivo es el que va a marcar la realidad. Verdad no es lo que digo yo ni lo que dices tú, sino lo que encontramos en el diálogo que cuadra con nuestro mundo.
- Belleza es la adecuación de lo que hay con el canon y la estética del momento
- Bondad es la capacidad que tenemos de adecuarnos a nuestra naturaleza común
Y en el tercer nivel
- En lo trascendental se funden los dilemas y aparecen limpios
Todos los problemas son superados desde la estética.