jueves, 17 de mayo de 2012

"Si conduces un Jaguar en EE.UU. te aplauden; en España eres un ladrón"


AMERICAN DREAM VS SPANISH DREAM

Héctor G. Barnés17/05/2012 (06:00h)




El Sueño Americano, tal y como fue definido de forma canónica por James Truslow Adams en 1932, se encuentra como tantos otros modelos de vida, en plena revisión. En las palabras del escritor neoyorquino, se trataba “de soñar una tierra en la que la vida debería ser mejor, más rica y plena para todo el mundo, con oportunidades para que todos aprovechen sus habilidades o capacidades”. Una definición ambivalente que ha encontrado manifestaciones muy diferentes a lo largo de esta historia.

Si a partir de los años ochenta el cumplimiento de dicho sueño se traducía en una gran mansión y en bienes materiales, ahora vuelve a mostrarse más relacionado con lo inmaterial: la generación de los baby-boomers, nacidos entre 1946 y 1964, considera que su máxima aspiración es, simple y llanamente, poder jubilarse, tal y como demuestra un estudio realizado recientemente por el Fondo Nacional para la Educación Financiera. Si hace quince años el 23% de los americanos se jubilaban a los sesenta, ahora apenas un 7% lo hacen, por lo que la mera posibilidad de hacerlo se considera deseable.

Una rebaja de las aspiraciones en la que ya no se trata tanto de poseer como de ser, quizá porque lo primero ya no es posible: según el estudio, el 71% de los americanos buscan un hogar barato y que represente sus valores, no una gran mansión. Rafael Pampillón, profesor de Economía del IE Business School señala que esta situación “probablemente esté influida por el aumento del paro, que ha provocado una mayor incertidumbre acerca del futuro”, y recuerda que la cifra actual del desempleo estadounidense se encuentra en un 8,1%, por encima del 7,7 con el que Gerald Ford perdió las elecciones de 1976 frente a Jimmy Carter.

Cambio de tendencia

El famoso investigador John Zogby, de Zogby International, sintetizaba recientemente de qué manera había cambiado el Sueño Americano en los últimos años, como adaptación a los rigores de la crisis. Si en 1999 un tercio de los encuestados consideraban que una casa grande, rodeada de un bonito jardín, y la adquisición de bienes era la manifestación más clara del mismo, hoy por hoy se encuentra en auge la figura de lo que él considera los Espirituales Seculares, que consideran que lo más importante no es la acumulación indiscriminada de bienes, sino “ser genuino, construir un legado que nos sobreviva, y dejar un mundo mejor para nuestros hijos”. La satisfacción de gran parte de estadounidenses ha pasado por redefinir aquello que el éxito significa para ellos.
El profesor de Antropología Filosófica del CEU Javier Borrego recuerda que esta situación se encuentra entroncada con la visión tradicional del Sueño Americano, “en el que tenía una gran importancia lo espiritual, el tiempo dedicado al ocio, a los amigos, a ayudar a los demás, a la familia, etc.”. Y recuerda que el Sueño Americano no tiene nada que ver con la cultura del pelotazo, más propia de nuestro país, sino con el esfuerzo personal y la posibilidad de llegar arriba partiendo desde cero.

“A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, en España todavía podemos disfrutar del Estado del bienestar, con sanidad y educación gratuitas, una protección no contributiva, que produce un mayor conformismo que el de un sistema como el americano en el que tienes que trabajar o si no, te quedas en la calle”, recuerda Rafael Pampillón, analizando por qué el modelo de España es diferente. “En Estados Unidos la renta está mucho peor repartida que en España, pero es lo que les gusta, porque implica la necesidad de trabajar y esforzarse para alcanzar tus objetivos”.

¿Un sistema conformista?

A diferencia del modelo americano del éxito, Rafael Pampillón opina que el éxito nunca ha sido una de las señas de nuestra cultura. “Salvo algún yuppie, no se favorece este tipo de cultura. No se acoge al que triunfa, como ocurre por ejemplo en la educación, donde no se premia la excelencia y el esfuerzo. En Estados Unidos, tener un Jaguar es un síntoma deseable del éxito, mientras que aquí el que lo conduce es acusado de ser un ladrón”. Según un estudio realizado por el Instituto de la Felicidad de Coca-Cola en 2011, los españoles creen que lo más importante para ser felices es el trabajo, en un 35,7%, la salud, en un 33% y la familia en un 15,7%.

Por su parte, Borrego considera que precisamente el problema de los españoles ha sido la escasa capacidad de conformarse del español aparecida desde los años noventa: “desde entonces, nadie perdonaba sus vacaciones, estrenar un coche nuevo cada año, tener la última tecnología… Ya no nos valía simplemente con cobrar un sueldo cada mes y vivir con él, lo que ha dado lugar a estos créditos absurdos y a la preocupación por cuestiones prescindibles”. Por el contrario, Rafael Pampillón considera que “la gente se adecuará perfectamente a los cambios, ya que se vivimos en un sistema que favorece el conformismo. En España nuestro objetivo es el del funcionario: disfrutar de vacaciones, de tiempo libre, tener un puesto fijo…”

Un baño de realidad

El cambio de mentalidad española se ha producido en lo referente al consumo, no tanto a la percepción de nuestras expectativas vitales, que según los consultados, aún no se ha alterado sensiblemente. Para Javier Borrego “no ha habido un cambio de mentalidad, sino un retorno a la realidad. La gente se ha dado cuenta de que la casa no era suya, sino del banco, de que el dinero que estaba gastando no era suyo. La crisis te devuelve a tu lugar”. Esto se traduce en pequeños ajustes que maquillan la vida diaria de los españoles, pero que Borrego cree que no han afectado a la visión general, en la que “sigue estando vigente esa importancia de ganar dinero a toda costa porque se considera que con él se podrá hacer otras cosas”.

En esa situación, el español medio se ha topado con la frustración que supone tener que reajustar sus expectativas a unas metas que cada vez se encuentran más lejanas. Según el último estudio realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el indicador de la confianza del consumidor se desplomó en 13,4 puntos desde el pasado mes de abril, alcanzando el mínimo de los 31,9 puntos, que no se alcanzaba desde abril de 2009. Y sólo uno de cada cinco entrevistados creen que la situación de la economía mejorará próximamente. Unos datos completamente negativos que señalan de qué forma los españoles nos hemos dado de bruces con una realidad que se encuentra en disonancia con la burbuja de nuestras propias expectativas.

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