La foto, de Estrella Digital, muestra a una sectaria guapa, rara avis, para atraer la vista del lector |
Siempre he pensado que las sectas y los grupitos sectarios son un buen invento, de lo contrario sufriríamos un enjambre de pesados sin rumbo y sin tino. Al menos así canalizan la energía (¡ohh! ¡la energía!) e imprimen una dirección en sus vidas.... y así les vemos venir, y nos apartamos.
Es bueno que existan, alguien tiene que canalizar las teorías conspiratorias, y explicarnos que los hombres no llegaron a la luna, que las Torres Gemelas las tiraron los judíos y que a Kenedy lo mataron los de la CIA. Una legión de ufólogos, astrólogos, numerólogos y demás conocedores de naderías son necesarios para una sociedad que no quiere saber nada; y necesita de naturópatas, homeópatas, patólogos de gente sana.
Pero no voy a entrar en esas estupideces (me perdonarán los estúpidos). Quiero escribir sobre algo más complejo y serio, sobre la pérdida de realidad que producen las sectas. Digo pérdida de realidad porque el ser humano es capaz de renunciar a crear su realidad para percibir una realidad creada por otro ser humano, lo cual, pese a estar muy acostumbrados es una aberración.
La secta actúa de manera totalitaria y convierte a la persona en un ser que solo ve con claridad "La Idea" central de la secta, convirtiéndose ésta en el centro de su vida, de sus pensamientos. Realmente es una manía obsesivo compulsiva comunitaria que anula a la persona y la destruye por completo aunque algunas sectas contemporáneas han logrado simular la personalidad en sus miembros, con relativo éxito y lograr el deseo de todo sectario: pasar por normal, hacer creer que las ideas de la secta son propias, etc.
La secta actúa de manera totalitaria y convierte a la persona en un ser que solo ve con claridad "La Idea" central de la secta, convirtiéndose ésta en el centro de su vida, de sus pensamientos. Realmente es una manía obsesivo compulsiva comunitaria que anula a la persona y la destruye por completo aunque algunas sectas contemporáneas han logrado simular la personalidad en sus miembros, con relativo éxito y lograr el deseo de todo sectario: pasar por normal, hacer creer que las ideas de la secta son propias, etc.
Realmente es como un enamoramiento, es decir, con este trastorno obsesivo, que en circunstancias normales pasa pronto, pero que en casos extremos o patológicos puede durar algunos meses e incluso años. No es casual que muchas, por no decir todas, sectas usan esta edad del enamoramiento y esta capacidad del ser humano para "caer" en el amor, para colocar a La idea en el centro de la vida de los incautos jóvenes. En todo caso hay que distinguir el enamoramiento, ese estado de enajenación mental pasajero, del amor, que es otra cosa.
Pero no nos desviemos del tema ¿Cómo sucede esto? Es decir ¿Qué mecanismos hacen que una persona inteligente renuncie a pensar, proyectar y querer autónomamente para hacerlo como un grupo? Yo diría que no quiere, que es seducido a ello. De hecho se inicia con una acción deliberada de proselitismo, veamos las fases:
- Primero aparece La Idea en su cabeza (en realidad no "aparece", es inducida por la Secta, pero da la impresión de que ha aparecido sola o que es una "vocación").
- Después La Idea empieza a tomar forma, a crecer, a ocupar progresivamente espacio en su mente, parece que cobra vida sola y se inicia una lucha contra el propio yo, que tiene gustos, ideas, formas de ver la realidad propias, y las tiene que abandonar para encontrarse con gustos, ideas y formas de ver la realidad propios de la Secta.
- Una vez vencido el "hombre viejo" comienza la incursión en La Secta, es decir,la parte positiva, que consiste en reelaborar todas las categorías nuevamente hasta dar con el ser nuevo, el "hombre nuevo".
- Entonces ya todo es un vivir así, un reafirmarse, La Secta le da todo lo que necesita (para vivir, excepto un "yo", que pertenece al "hombre viejo") y con su yo comunitario, lo pasa en grande, sin pensar más en él mismo, con mil actividades para no pensar, con una familia grande, con miles de amigos nuevos y una tarea, dirección, destino.
Y es aquí donde quería llegar ¿cómo es que las personas que buscan la Verdad, a la Salud, a la Justicia, a la Naturaleza, etc. se dejen embaucar en sectas que colocan estos grandes conceptos en el centro?
La respuesta no es fácil: realmente lo que han hecho con su vida es colocar en el centro a algo que no lo es, que no lo puede ser. Por ejemplo, la salud. La salud no está mal, está bien, es necesaria, pero la salud es necesaria solo para hacer el Bien. Es un medio. Y no siempre es bueno estar saludable. Si enfocamos nuestra vida a la salud sin más, enfermamos.
O la figura y la dieta y el peso ideal; estar gordo puede ser un impedimento para muchas cosas (para muchas otras no), pero no es la clave de la vida. No se está delgado porque sí, sino para algo: para subir a las montañas, para no cansarse, para no ser "el gordo" del grupo, por ejemplo. Pero gordura y delgadez son términos relativos y no mejores necesariamente uno que otro (es decir, que en ocasiones es bueno estar gordo). En todo caso es bueno estar gordo o delgado si ello nos lleva al bien.
La religión a veces es también objeto de sectarismo (incluso la verdadera religión se falsifica) cuando cosifica a Dios. Por ejemplo cuando uno se olvida que lo importante de la religión no está en este mundo, que la religión es un medio para la salvación y no un fin en sí misma.
Hay mucho ateo rezador que enfoca su vida a estar cerca de las iglesias y los curas y que dan un sentido sociopolítico a la religión y, a la hora de la verdad, Dios ni les afecta, porque no les mejora nada de nada y son exactamente lo mismo que los que no se pegan tanto a las iglesias. Es esto ateísmo práctico, porque cantan en el coro pero no cantan a Dios.
Algo estarán haciendo mal si después de tanto tiempo invertido en estar cerca del Bien siguen siendo "ingratos, volubles, disimulados, huidores de peligros y ansiosos de ganancias" y traidores. Y lo que pasa es que no están cerca de Dios, sino de La Idea de La Secta en cuestión, que no tiene por qué tener nombre y fundador, puede ser simplemente una Secta Doméstica.
Esta Idea falsa de Dios es la que se puede dominar con la que se pueden hacer tratos de tú a tú y hace milagros increíbles -como encontrar sitio para aparcar en el centro de Madrid en plena Navidad, eso sí, a cambio de dos avemarías-. Y además una gran corte celestial compuesta de santos ad hoc, ayuda a Dios en la tarea de hacer mejor la vida a la persona que pide un aprobado, un gol de su equipo o que le den un cargo.
La religión verdadera, es decir, la Católica cuando se toma en serio, es una manera de acercarse al Bien, no es una manera de dejar(se) vivir por un bien particular, por La Idea de Dios que haya tenido algún iluminado creador de sectas de éxito (por sus frutos los conoceréis, mostrando los miles de seguidores). La verdadera religión no cree en los objetos numinosos ni cree que pueda uno con sus hazañas doblegar la voluntad de Dios.
Y si esto lo hace la religión verdadera, no digamos lo que pasa en el ámbito enrarecido de las religiones falsas (que las hay, aunque el clima de relativismo nos impida decir estas cosas), esas religiones que nacen de la iluminación de un profeta en alguna parte del globo y que son interpretadas por cualquiera que pasa por ahí.
Esas religiones que si colocan su sede o templo en una calle, barrio o país ya ningún "pagano" puede estar en paz, tranquilo, a lo suyo, sin que se encuentre con algún miembro de La Secta que le quiera matar, vender algo, o contar sé qué historia basada en no sé qué libro que no sé qué profeta oyó...
En definitiva, el gran problema de estos tiempos: tomar los medios como fines. Instrumentalizar los fines y creer que las cosas se consiguen sin implicación, con recetas.
En definitiva, el gran problema de estos tiempos: tomar los medios como fines. Instrumentalizar los fines y creer que las cosas se consiguen sin implicación, con recetas.
Y un consejo gratis: vigilar si el estar pegado a las cosas grandes nos hace grandes o no.