Facultades y universidades católicas
10. La Iglesia tiene también sumo cuidado de las escuelas
superiores, sobre todo de las universidades y facultades. E incluso en las que
dependen de ella pretende sistemáticamente que cada disciplina se cultive según
sus principios, sus métodos y la libertad propia de la investigación
científica, de manera que cada día sea más profunda la comprensión de las
mismas disciplinas, y considerando con toda atención los problemas y los
hallazgos de los últimos tiempos se vea con más exactitud cómo la fe y la razón
van armónicamente encaminadas a la verdad, que es una, siguiendo las enseñanzas
de los doctores de la Iglesia, sobre todo de Santo Tomás de Aquino. De esta
forma, ha de hacerse como pública, estable y universal la presencia del
pensamiento cristiano en el empeño de promover la cultura superior y que los
alumnos de estos institutos se formen hombres prestigiosos por su doctrina,
preparados para el desempeño de las funciones más importantes en la sociedad y
testigos de la fe en el mundo.
En las universidades católicas en que no exista ninguna
Facultad de Sagrada Teología, haya un instituto o cátedra de la misma en que se
explique convenientemente, incluso a los alumnos seglares. Puesto que las
ciencias avanzan, sobre todo, por las investigaciones especializadas de más
alto nivel científico, ha de fomentarse ésta en las universidades y facultades
católicas por los institutos que se dediquen principalmente a la investigación
científica.
El Santo Concilio recomienda con interés que se promuevan
universidades y facultades católicas convenientemente distribuidas en todas las
partes de la tierra, de suerte, sin embargo, que no sobresalgan por su número,
sino por el prestigio de la ciencia, y que su acceso esté abierto a los alumnos
que ofrezcan mayores esperanzas, aunque de escasa fortuna, sobre todo a los que
vienen de naciones recién formadas.
Puesto que la suerte de la sociedad y de la misma Iglesia
está íntimamente unida con el progreso de los jóvenes dedicados a estudios
superiores, los pastores de la Iglesia no sólo han de tener sumo cuidado de la
vida espiritual de los alumnos que frecuentan las universidades católicas, sino
que, solícitos de la formación espiritual de todos sus hijos, consultando
oportunamente con otros obispos, procuren que también en las universidades no
católicas existan residencias y centros universitarios católicos, en que sacerdotes,
religiosos y seglares, bien preparados y convenientemente elegidos, presten una
ayuda permanente espiritual e intelectual a la juventud universitaria. A los
jóvenes de mayor ingenio, tanto de las universidades católicas como de las
otras, que ofrezcan aptitudes para la enseñanza y para la investigación, hay
que prepararlos cuidadosamente e incorporarlos al ejercicio de la enseñanza.
De Gravissimum Educationis, Pablo VI, 28/10/1965: http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decl_19651028_gravissimum-educationis_sp.html
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