jueves, 24 de abril de 2014

8 ideas imprescindibles para dirigir centros educativos


1. Un director no puede estar en su despacho. Dirigir significa cuidar, cuidar de todos, y -por lo tanto- hablar con todos y saber qué pasa en su Centro.
2. A un director no le pueden dar igual los problemas de las familias, de los profesores o de los trabajadores del Centro. Debe conocerlos y saber adaptar las normas generales a las circunstancias particulares. Un director no puede ser un mero ejecutor de normas superiores.
3. Pero así como las circunstancias materiales deben ser tenidas en cuenta y trabajar adaptándolas y negociando; las ideas, los idearios del PEC, no son negociables y debe dirigir de acuerdo al ideario del centro. La libertad está en que haya muchos centros educativos con distintos idearios, no en que cada Centro tenga que perder su identidad para dar gusto a todos. No es obligatorio que todos los padres estén de acuerdo, pero se deben buscar a familias que comulguen con el ideario. 
4. El director no puede estar pendiente de las renovaciones pedagógicas de moda. La educación es una cosa muy seria que no se improvisa en un curso académico ni se realiza en los despachos. La educación es una tarea de comunicación personal, por ello...
5. La verdadera renovación pedagógica consiste en mejorar el clima de trabajo, la ilusión por la enseñanza y la formación del profesorado en la materias que imparten.
6. En todo caso la verdadera educación occidental tiene alma cristiana. Las propuestas de renovación pedagógica del estructuralismo (LOGSE), nuevas versiones de la Escuela Moderna y la Institución Libre de Enseñanza, de corte masónico, solo han traído (pese a su inmerecida fama) una pérdida de la calidad y un detrimento de las virtudes intelectuales y morales. 
7. El principal trabajo del director de un centro educativo es generar un clima positivo, propositivo y de libertad donde cada profesor se implique hasta el límite de sus posibilidades en la educación de los alumnos.
8. El director de un centro educativo debe saber que la identidad debe plasmarse en obras y no en palabras. Estas obras deben enfocarse hacia los niños, no permitiendo ninguna discriminación y conociendo sus problemas; hacia las familias, generando un clima de ayuda mutua y hacia los profesores, dándoles las herramientas y el apoyo necesario para la realización de su trabajo.



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