Parece que la Filosofía va a regresar a la Secundaria con el
apoyo de todo el Congreso de los Diputados, cosa que es de agradecer a nuestros
políticos. Muchos licenciados en Filosofía tendrán una vida más digna y los
alumnos volverán a enfrentarse con los textos que forjaron nuestra civilización.
Algunos, solo algunos, aprovecharán la oportunidad para desarrollar un
pensamiento racional y todos tendrán unas nociones básicas por si en algún
momento de sus vidas deciden dedicarse a pensar por sí mismos.
Pero quiero con este artículo pensar el papel de la filosofía
en toda la educación formal. Efectivamente no es posible afirmar de una persona que tiene formación si no tiene conocimientos filosóficos
suficientes como para poder pensar por sí mismo, sobre el sentido de la vida y
de al realidad. Por ello es necesario que el Sistema Educativo tenga en cuenta
la filosofía como una asignatura imprescindible, ya que es más formativa que las
que se consideran «instrumentales» tales como las matemáticas o la lengua, y
mucho más que las Ciencias Naturales y Sociales, que todas se enseñan desde el
inicio de la Primaria. Creo que lo que han hecho mal las autoridades educativas
de siempre es colocar la filosofía en el Bachillerato y no darle la importancia
que se merece: la filosofía debería acompañar a los alumnos desde primaria a la
Universidad.
Actualmente la Filosofía se enseña en el Bachillerato y el
último curso de la Educación Secundaria Obligatoria, entre los 15 y los 17 años,
y pienso que es el peor momento para hacerlo. El momento adecuado sería comenzar en los primeros cursos
de Primaria hasta primero de la ESO, 11 y 12 años, cuando el niño aún no ha
afirmado plenamente su yo y puede aún aprender la naturaleza racional de todo
lo que le rodea. Es entonces cuando puede necesitar la guía de la filosofía
para ir formando su carácter, sus ideas y creencias y cuando puede desarrollar
su intelecto con la ayuda de los grandes maestros y textos.
La filosofía en la adolescencia, tal y como se "estudia" ahora, no
cumple su papel y es por eso que la Universidad subsidiariamente debe ofrecer a
sus alumnos la posibilidad de acceder a un pensamiento racional sobre el hombre
y el mundo.
Los niños y los universitarios son receptivos ante una nueva
ciencia, pero los adolescentes no pueden porque están pasando por una etapa en
la que no entienden de los claroscuros de la filosofía, no ven los matices. Si
a esto le sumamos la preparación del acceso a la Universidad, las presiones por
hacer un examen de filosofía estándar, definitivamente la filosofía necesita un
complemento.
Filosofía en la Universidad
Al entrar en la Universidad los alumnos se enfrentan ya a
decisiones que les empiezan a cambiar el rumbo de sus vidas de manera autónoma.
En este momento la filosofía puede decirles algo y puede ser relacionada con
sus aspiraciones profesionales. Digamos que el joven universitario está más
predispuesto a aprender doctrinas nuevas, a contrastar sus datos, a indagar
sobre algunos aspectos de la vida que le serán muy útiles para su futuro
personal y profesional. Es el tiempo de abordar de manera racional, seria y
crítica los grandes temas con los que –quiera o no- se va a tener que enfrentar
a lo largo de su vida.
Por otro lado, en el ámbito universitario no se da (tanto) la ideologización de los niveles precedentes. Muchas clases de filosofía en la Secundaria son divagaciones del profesor sobre su forma particular de ver el mundo en una edad en la que los alumnos no han desarrollado estrategias que les permitan defenderse de las ideologías. Y esto sin hablar de los libros de filosofía para Bachillerato, que merece un capítulo aparte.
En la Universidad, al estar sometidos a la tradición universitaria, es decir, a la racionalización y a la búsqueda de fuentes, ya puede el profesor expresar su punto particular, que los alumnos pueden contrastar con escritos y argumentos diferentes: por mucho que el profesor explique desde una óptica u otra el alumno puede acudir a la biblioteca y crearse su propia idea de las cosas.
En todo caso, en la Universidad el
alumno debe enfrentarse con problemas particulares desde diferentes ópticas y no con filosofías totalizadoras. Por ello pienso que si una Universidad quiere enfrentar a sus alumnos a la filosofía debe optar por dos
posibilidades: la filosofía práctica (ética, pensamiento político, estética) o
la Antropología Filosófica, ya que de las tres disciplinas que forman la
filosofía pura es la más adecuada para este nivel formativo por las razones que
abajo expongo, de hecho muchas universidades en todo el mundo han introducido
en sus planes de estudios la Antropología Filosófica como asignatura en todos o
en muchos de sus Grados porque se trata de una disciplina que es previa a la
filosofía práctica, es decir, a la ética, la estética o la política, y sin la
cual cualquier abordaje de este tipo de filosofía quedará cojo, ya que se fundamentan
en la Antropología: dependiendo de qué idea tengamos del ser humano nuestras
acciones, ideas y creencias sobre el mundo serán diferentes.
Misión de la Universidad
La Universidad tiene la misión de
ofrecer enseñanzas técnicas que preparen para el desempeño de una profesión,
pero reducir la Universidad a esto es no comprender qué es realmente esta
institución. Ésta es una visión producto de una visión del ser humano
materialista y funcionalista, es decir, ambas visiones recortadas de la
realidad que darían una misión recortada también de la Universidad, convirtiéndola
en una escuela de formación profesional.
Digamos que la formación de
técnicos y profesionales cualificados es un quehacer
de la Universidad, pero no su misión.
La Universidad tiene tres misiones además de este quehacer: la búsqueda de la
verdad, la preservación de la idea del hombre fruto de la tradición humanística
cristiana y la preparación de los directivos del mañana.
1. La principal misión de la
Universidad es la búsqueda de la verdad, que no es otra cosa que incrementar y depurar
nuestro conocimiento -siempre insuficiente- sobre el hombre y el cosmos. En una época de relativismo y habiendo desgastado tanto el término "verdad" suena realmente vacía la proposición, pero no por ello deja de ser misión universitaria ésta búsqueda.
2. Además de la búsqueda de la
verdad, la Universidad es la institución que transmite la idea occidental de
pensar al hombre y al mundo, que -por combinar de manera magistral la tradición de
la filosofía clásica, el derecho romano, la teología cristiana y la ciencia
positiva- es sin duda la mejor manera de vivir como ser humano, la que ha
logrado la mejor expresión del espíritu en el arte, la religión, la política,
el derecho o la ciencia.
En los tiempos de crisis que vivimos esta idea occidental del
humano se pone en entredicho, propugnando un relativismo cultural que hace ver
a Occidente como una más de las formas de vida posibles y es necesario que la
Universidad tome conciencia de su misión de preservar la perspectiva cristiana
sobre el mundo. Y esto no es solo tarea de la universidad cristiana, toda
universidad europea o americana, católica o protestante, privada o pública,
debe preservar los fundamentos antropológicos de la civilización que ha logrado
tantos éxitos para el conjunto de la humanidad.
3. La otra gran función de la Universidad es preparar
selectos: personas conscientes de la realidad y que con iniciativa y
creatividad puedan tomar las riendas de la sociedad en el futuro para hacer un
mundo mejor. Otra idea que en los tiempos de igualitarismo que sufrimos suena extraña. Pero da igual, la sociedad va a seguir regida por los inteligentes, los que comprenden las cosas, los que son capaces de tener visiones de conjunto y no se dejan llevar por los vaivenes del mundo. Ayer hoy y siempre.
Para las tres misiones, y para el quehacer cotidiano de dar
profesionales al mundo, el alumno universitario lo primero que deben aprender
es a conocerse a sí mismo y –consecuentemente- a convertirse en buena persona
en todos los ámbitos, y para ello la Antropología filosófica, como inicio de un
pensamiento, combinada en cursos superiores con Ética o Deontología es una
pieza fundamental.
La Antropología Filosófica en los primeros cursos favorece de muy buen grado estas misiones de la Universidad. Lógicamente no agota las
posibilidades y habrá que explorar la manera de que el alumno se pueda formar
en filosofía en su paso por las aulas universitarias, en la actualidad es una
buena propuesta para cualquier Universidad que se tome en serio su función de crear una mejor sociedad con su investigación y docencia.
Además es impensable una Universidad que quiera aportar a la sociedad algo más que títulos una Facultad o un Grado de Filosofía. Sin hablar del papel histórico de la Filosofía en el origen de la Universidad, la Facultad de Filosofía es el centro ideológico de la Universidad, sin ella todo el trabajo universitario se convierte en una producción intelectual ciega, sin dirección ni fin.
El conocimiento general del ser humano
El fin de la Universidad, como el de toda obra noble, es la mejora ser humano y su lugar adecuado en el Universo creado, por ello, es imprescindible la Antropología, porque las cuestiones que trata son cuestiones enraizadas
en la naturaleza humana, preguntas que todo el mundo se hace y todos
debemos buscar racionalmente una respuesta, aunque sea una respuesta
provisional. Kant afirmaba en su Lógica
que las tres preguntas fundamentales que todos deben hacerse en primera persona
¿Qué puedo conocer?, ¿Qué debo hacer?, ¿Qué puedo esperar? remiten todas a la
pregunta fundamental de la Antropología: ¿Qué es el hombre? Por ello esta disciplina es
fundamental para cualquier persona que quiera formarse de manera adecuada, dar
sentido a su vida y crear un mundo mejor.
Si a la primera pregunta respondemos que solo podemos
conocer, por ejemplo, lo que las ciencias positivas nos demuestran entramos en
un relativismo moral, estético y político que nos impedirá crecer como personas.
Si ante el qué debo hacer contestamos que todo lo posible, sin poner freno a
nada, estaríamos rompiendo por la base todas nuestras libertades y conquistas. Si
no puedo esperar nada después de esta vida los valores que han
estado vigentes en Occidente perderán su sentido ante una vida intrascendente.
Por ello sería correcto que los alumnos pudiesen acceder a una
Antropología que enseñe a afirmar al ser humano y a la civilización,
comprendiendo las razones de nuestro modo de ser, lo que es el hombre en
realidad, desde los distintos puntos de vista en los que podemos abordarlo: nuestro
origen biológico, sí, pero también nuestra dimensión trascendente, social, la dignidad innata,
la libertad, la inteligencia, la dimensión histórica y sobre el sentido de la vida y la
muerte. Cuestiones todas que tienen importancia para una formación completa
como profesionales y como personas y a las que uno no puede sustraerse, o mejor
dicho, cuestiones que si no se plantean de forma sistemática y racional,
terminan siendo parcialmente contestadas por el relativismo ambiente.
En Antropología se estudian también las capacidades humanas
esenciales que posibilitan el autodesarrollo personal y contribuyen a mejorar
la personalidad. El objetivo central de la materia consiste en “mostrar,
explicar y justificar los valores que hemos recibido de la tradición occidental
para fomentar una adecuada conducta ética personal, social y ambiental como
responsabilidad inherente del profesional de las distintas ramas del saber
universitario”.
Un conocimiento específico para cada profesión
Creo que es cuestión evidente que un buen profesional no es
solo buen técnico, que solo los que tienen ciertas virtudes intelectuales y
morales son capaces de hacer de su profesión una forma de servicio al bien
común y que sin esas virtudes las profesiones son medios para ganar dinero,
empobreciendo a la persona y a la sociedad en la que se incardina, pero también
creo que un buen profesional debe tener un conocimiento suficiente de qué es el
hombre y qué cómo es el mundo en el que vive.
Un profesional de las Ciencias de la Salud debe conocer la
Antropología más básica para tratar a los pacientes como fin y no como medio, de
esta forma la praxis médica se enfocará en la persona y no en los procesos o
las funciones particulares del especialista. El médico con formación humana
tratará de curar enfermedades, sí, pero con un concepto claro de la dignidad
humana será siempre respetuoso con la vida desde su concepción hasta su muerte
natural.
Un empresario buscará el máximo beneficio de la empresa, sí,
pero si conoce la dimensión social del ser humano y el inmenso valor de cada persona
se preocupará de que sus decisiones sean respetuosas con todos: con sus
trabajadores, con los consumidores, con el medio ambiente, etc.
Un arquitecto con formación filosófica sabrá a la hora de
diseñar espacios que el habitar humano está relacionado con la cultura y con la
naturaleza humana. Creará espacios donde el encuentro sea posible, donde la
naturaleza esté presente, donde los habitantes puedan desarrollar su vida de la
manera más humana posible.
Un abogado o jurista con formación filosófica se preocupará
de la justicia como aspiración humana esencial y procurará en todo momento
respetar la dignidad humana y su libertad a la hora de aplicar o crear normas.
Un periodista o un investigador que haya conocido las
distintas formas de saber y la pretensión de verdad no parará hasta depurar su
idea de las cosas o los sucesos y se preocupará del impacto de sus crónicas,
ideas y formas de expresión en la opinión pública y del resultado de sus investigaciones en el bienestar de las personas que forman la sociedad..
En todas las profesiones está –debe estar- la dimensión
humana presente, porque si sabemos qué es el hombre y tenemos clara su
diferencia específica con los animales tendremos una idea ajustada de cómo
tratarlo o modificar su ambiente para promocionarlo en busca del bien de todos.
La Ética y la Deontología después de la Antropología
Solo partiendo de la Antropología podemos abordar los temas
de la filosofía práctica. La ética como ciencia práctica de la felicidad
humana, la deontología parte de la ética aplicada a cada profesión solo tiene
sentido cuando hay un fundamento que las sustentan.
Es bueno, deseable, que los alumnos universitarios conozcan
nociones de ética general y específica de cada profesión, pero sin una
antropología, una metafísica y una cosmología concretas poco se puede enseñar,
y si se enseña quedará siempre como una serie de prohibiciones extrañas a la
ciencia en cuestión. Esta idea (la de desligar la ética de la antropología) es
pensamiento positivista actual, que convierte la ética en una serie de
normas que nos damos los humanos voluntariamente o que aceptamos de otros, sin
que haya una racionalidad detrás enraizada en la naturaleza humana.
Conclusión
En una sociedad como la nuestra, donde están entrando ideas
contrarias a la naturaleza humana o que atentan contra la dignidad más básica
es necesario formar a las personas en el conocimiento del ser humano de manera
racional. Estamos en una encrucijada histórica donde las fuerzas antipersona
están creando leyes y estados de opinión que atentan contra la vida humana
desde su concepción hasta su muerte, leyes como la del aborto, la eutanasia, la
investigación con embriones humanos etc. a la vez que se desarrollan otras que hablan directamente de los derechos de los animales hacen que peligrar
las conquistas de Occidente en cuestiones tan importantes como los derechos humanos
o la dignidad inherente de la persona; también se va creando un pensamiento sobre la sexualidad que rompe radicalmente con la naturaleza humana y una filosofía tecnológica que quiere deconstruir al ser humano para convertirlo en un ser tecnológico.
La Antropología como asignatura cubre las necesidades de
educación de las personas en su afirmación de la naturaleza humana y da
respuestas racionales a casi todos los problemas personales o sociales que van surgiendo y que surgirán en el futuro.