lunes, 31 de marzo de 2014

Los mensajes de correo electrónico se responden



No se trata de que las personas sean buenas, ni de que lo parezcan. Que quieran ganarse el cielo o simplemente se contenten con vivir. Que hayan decidido hacer el bien, a lo Don Quijote, o prefieran ver La Sexta día y noche. Eso es secundario. Quede bien claro entonces que no pretendo corregir a nadie, ni darle consejos de moral ni de civismo, como en otras ocasiones. Esto es previo, radical; constitutivo y se enuncia así: 



"Cuando una persona se dirige a ti estás obligado a contestar". 



Así de sencillo y de fácil de aprender y de asimilar. No se trata de que uno quiera o no, ni de que piense que está bien o no, es una obligación natural, como lo es caerse cuando uno tropieza o la obligación de pagar impuestos cuando gana un sueldo. 



Y esta norma siempre está vigente, con todo ser humano, en todo momento y sin excepciones. Esto quiere decir que hasta a los latinoamericanos de Orange hay que contestarles, hasta las personas que nos odian, a las que odiamos, a los subordinados y a los superiores, a todos sin excepción hay que contestarles. 



Razones
No son razones para convencerle, como si pudiese haber otras razones contrarias. Más que razones son causas, como la gravedad produce la caída de los cuerpos pesados. 

1. Las personas son dignas siempre, dignas de admiración y respeto que viene a ser lo mismo (un doblete etimológico, que decía Unamuno: ad-mirar, re-spico), por lo que un saludo, un mensaje, una llamada es algo a tener en cuenta. Esto no es una idea o una teoría, es una observación universal: los seres humanos miramos a las personas que están en el mundo, sin querer, y al cruzar las miradas algo nos lleva a saludar, a comunicar. 

2. Las personas son autónomas, es decir, se dan su propio nomos, su propia norma; se bastan a si mismas, y si en algún momento deciden salir de su aislamiento y ponerse en contacto con ud. es que han dedicado parte de su tiempo a dirigirse a ud. porque ud. tiene algo que decir al respecto. De lo contrario no perderían el tiempo con ud. Por ello debe contestar a pesar de que: 
a. Piense que es ud. persona muy ocupada y que el otro tiene más tiempo. Se trata de un error de percepción común. Si lo piensa bien los dos tienen 24 horas al día; y si lo piensa un poco mejor quizá sus horas restantes sean menores, por lo que en ningún caso ud. tiene menos tiempo que el otro 
b. Piense que el otro es menos importante que ud. y que -por lo tanto- no importa que no le conteste pero ¿a quién no le importa? Es un error de perspectiva pensar que no importa en absoluto a nadie. Antes de dirigirse a ud. es posible que el asunto no importase, pero después ya no, porque el que tiene que solucionar el problema es ud. De lo contrario no debe estar donde está, no es apto . Así que un problema nimio inadvertido y por lo tanto no resuelto estará ahí esperándole hasta el día del juicio y sumándose a otros muchos problemas abiertos. Tarde o temprano las cosas afloran.
c. Las personas son jerárquicas, y por lo tanto esperan que el "jefe", el de "arriba" haga algo. Si no lo hace el de arriba deja de ser considerado un "jefe", un verdadero jefe, y entonces surgen los problemas internos en las organizaciones: un jefe debe actuar como tal y debe contestar con algo: "sí", "no", "quizás, quizás, quizás"... O dar "la callada por respuesta". Esto, "la callada" es una manera de contestar, pero no una cualquiera, sino la peor con diferencia. 



Resumiendo
Desde el lado del que lo hace, "dar la callada por respuesta" es querer reducir la persona a mera cosa, a mero objeto parlante y molesto. Inadmisible porque es una forma de violencia, un enfrentamiento.

De hecho en el refrán hace referencia precisamente a esto: puesto que la callada es lo mismo, fonéticamente a la cayada, es decir, al palo. Dal la cayada por respuesta es lo mismo que dar un buen palo a un requerimiento. 



Consejo gratis
Insulta, reprueba, aplaza antes que ignorar, si no quieres guerra.

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