Identidad, Imagen y Reputación
La imagen se genera sobre la identidad que -como hemos visto- es la configuración del alma sobre la materia: en otras palabras: lo que somos. La imagen, por el contrario, es lo que no somos: " lo que parecemos".
La imagen es lo que somos reflejado en el mundo, cómo a-parecemos ante los demás, por lo que la imagen tiene algo de dialógico, de camino de ida y vuelta; por eso la imagen no es nada superficial, sino que tiene la función de hacer aflorar el verdadero ser al mundo. Hasta la persona más espiritual, la institución más trascendente, tiene una imagen que cuidar, una imagen pública. Hay, por así decirlo una imagen natural o material que es producto de la identidad, pero no está libre de intención, es siempre trastocada y modificada por nosotros con un propósito claro: que muestre lo mejor de nosotros, que sea atractiva. Pero además esta imagen es percibida siempre de manera diferente por los demás, que quieren a toda costa y con pocos datos hacerse una imagen pro-visional del otro. De tal modo que, aunque quiera mostrar exactamente lo que soy, el otro percibirá lo que quiera, o lo que pueda, de mi.
Esto explica que existan fotógrafos que sabe captar la imagen de las personas como retratos del alma, que retrato logra captar el ángulo adecuado y con la luz adecuada, es decir, atrapa el instante en el que mostramos nuestra identidad. El instante que capta el fotógrafo es el mismo que captan, de manera inconsciente el resto para hacerse "una idea" de quién es. Es la imagen fugaz de aceptación o negación que se capta en una entrevista de trabajo o en una primera cita.
El ser humano, hemos dicho, que es un ser difusivo, por eso necesita a otros para difundirse y por eso quiere ser atractivo: quiere que los otros se acerquen a él. Y sólo lo consigue cuando muestra su verdadera identidad en su imagen. De esta forma puede realizarse, por eso se gasta tanto tiempo y dinero en este empeño de mostrarse atractivo, para "atraer" hacia nosotros aquellas realidades que necesitamos para hacer engordar el alma, para realizarnos.
Pero no todo el mundo tiene un alma atractiva (ni todo el mundo es capaz de captar el atractivo del alma), no todo el mundo está evolucionado lo suficiente, por eso se le da más importancia a la imagen que a la identidad. Cuando falta identidad crece la imagen corporal, y se rinde culto al canon estético del momento, pues es la manera que tienen los espíritus difusos de mostrarse dibujados, es decir, con imagen adecuada, que surge de la ocultación de su espíritu.
Platón descubre que la belleza es atractiva de por sí, y que solo lo repulsivo puede considerarse feo, así identifica el grado más bajo de lo bello con un no sentir vergüenza al ir por la calle con alguien demasiado feo. Porque Platón sabe que todos los seres humanos juzgan estéticamente siempre y que huyen de la mentira, del mal y de la fealdad.
Pero la imagen no es solo el cuerpo. La imagen incluye la percepción social, la extensión del espíritu a todo lo que nos rodea: la ropa, la casa, la imagen de las personas cercanas, los gestos, los olores, la identidad biomecánica, etc. Todo ello es atractivo en tanto que muestra una identidad determinada (y repulsivo cuando solo esconde vacío).
Esto lo saben muy bien los publicitarios: que no podemos ni sustraernos al juicio estético ni vivir como si la estética no nos importase (los que lo hacen, los que dicen que no les importa su aspecto, mienten). Siempre y en todo pueblo y en toda época los seres humanos de todas las edades y de ambos sexos han retocado su imagen, han vestido de una manera determinada para impresionar a los demás (impresionar es grabar una imagen en el cerebro) y se han querido rodear de objetos bellos para dar "buena imagen". De hecho esta característica del hombre es universal porque el alma es un principio individualizante y necesita mostrar su indentidad en los demás. Es enfermizo, y un síntoma de decadencia, no querer mostrar el rostro, no querer ser individuo, descuidar completamente el cuidado del cuerpo o del espacio cercano.
El espíritu muestra su identidad a través de todo lo que le rodea, sólo teniendo por límite el engaño de querer dar la imagen de lo que no se es. Esta sutil diferencia es clave para desarrollar una imagen adecuada en Internet y fuera: saber que la única imagen que debemos proyectar o podemos mantener por medio del artificio es la imagen de lo que realmente somos, la imagen de nuestra identidad.
Y desde el punto de vista de la imagen corporativa es sencillo: sólo podemos mostrar lo que es, sin artificios ni engaños, simplemente debemos usar un grafismo, unas líneas, unos conceptos que identifiquen la cultura corporativa con la imagen.
La imagen es lo que somos reflejado en el mundo, cómo a-parecemos ante los demás, por lo que la imagen tiene algo de dialógico, de camino de ida y vuelta; por eso la imagen no es nada superficial, sino que tiene la función de hacer aflorar el verdadero ser al mundo. Hasta la persona más espiritual, la institución más trascendente, tiene una imagen que cuidar, una imagen pública. Hay, por así decirlo una imagen natural o material que es producto de la identidad, pero no está libre de intención, es siempre trastocada y modificada por nosotros con un propósito claro: que muestre lo mejor de nosotros, que sea atractiva. Pero además esta imagen es percibida siempre de manera diferente por los demás, que quieren a toda costa y con pocos datos hacerse una imagen pro-visional del otro. De tal modo que, aunque quiera mostrar exactamente lo que soy, el otro percibirá lo que quiera, o lo que pueda, de mi.
Esto explica que existan fotógrafos que sabe captar la imagen de las personas como retratos del alma, que retrato logra captar el ángulo adecuado y con la luz adecuada, es decir, atrapa el instante en el que mostramos nuestra identidad. El instante que capta el fotógrafo es el mismo que captan, de manera inconsciente el resto para hacerse "una idea" de quién es. Es la imagen fugaz de aceptación o negación que se capta en una entrevista de trabajo o en una primera cita.
El ser humano, hemos dicho, que es un ser difusivo, por eso necesita a otros para difundirse y por eso quiere ser atractivo: quiere que los otros se acerquen a él. Y sólo lo consigue cuando muestra su verdadera identidad en su imagen. De esta forma puede realizarse, por eso se gasta tanto tiempo y dinero en este empeño de mostrarse atractivo, para "atraer" hacia nosotros aquellas realidades que necesitamos para hacer engordar el alma, para realizarnos.
Pero no todo el mundo tiene un alma atractiva (ni todo el mundo es capaz de captar el atractivo del alma), no todo el mundo está evolucionado lo suficiente, por eso se le da más importancia a la imagen que a la identidad. Cuando falta identidad crece la imagen corporal, y se rinde culto al canon estético del momento, pues es la manera que tienen los espíritus difusos de mostrarse dibujados, es decir, con imagen adecuada, que surge de la ocultación de su espíritu.
Platón descubre que la belleza es atractiva de por sí, y que solo lo repulsivo puede considerarse feo, así identifica el grado más bajo de lo bello con un no sentir vergüenza al ir por la calle con alguien demasiado feo. Porque Platón sabe que todos los seres humanos juzgan estéticamente siempre y que huyen de la mentira, del mal y de la fealdad.
Pero la imagen no es solo el cuerpo. La imagen incluye la percepción social, la extensión del espíritu a todo lo que nos rodea: la ropa, la casa, la imagen de las personas cercanas, los gestos, los olores, la identidad biomecánica, etc. Todo ello es atractivo en tanto que muestra una identidad determinada (y repulsivo cuando solo esconde vacío).
Esto lo saben muy bien los publicitarios: que no podemos ni sustraernos al juicio estético ni vivir como si la estética no nos importase (los que lo hacen, los que dicen que no les importa su aspecto, mienten). Siempre y en todo pueblo y en toda época los seres humanos de todas las edades y de ambos sexos han retocado su imagen, han vestido de una manera determinada para impresionar a los demás (impresionar es grabar una imagen en el cerebro) y se han querido rodear de objetos bellos para dar "buena imagen". De hecho esta característica del hombre es universal porque el alma es un principio individualizante y necesita mostrar su indentidad en los demás. Es enfermizo, y un síntoma de decadencia, no querer mostrar el rostro, no querer ser individuo, descuidar completamente el cuidado del cuerpo o del espacio cercano.
El espíritu muestra su identidad a través de todo lo que le rodea, sólo teniendo por límite el engaño de querer dar la imagen de lo que no se es. Esta sutil diferencia es clave para desarrollar una imagen adecuada en Internet y fuera: saber que la única imagen que debemos proyectar o podemos mantener por medio del artificio es la imagen de lo que realmente somos, la imagen de nuestra identidad.
Y desde el punto de vista de la imagen corporativa es sencillo: sólo podemos mostrar lo que es, sin artificios ni engaños, simplemente debemos usar un grafismo, unas líneas, unos conceptos que identifiquen la cultura corporativa con la imagen.