Esta entrada del blog va en la serie de las entradas-que-clasifican-a-los-humanos, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, claro. Intento explicar tipos humanos para poner sobre aviso a quien pueda circular por este espacio y así ahorrarle algún disgusto. El afán es puramente precientífico, clasificatorio, y cualquier psicólogo tiene mucho más que decir y sabe qué pastilla hay que tomarse para cada entrada, en todo caso... vamos al grano:
Quiero hablar aquí de personas encantadoras, maravillosas, cumplidoras y perfeccionistas que esconden, quizá sin ellos sospecharlo, un problema mental que en ocasiones les hace comportarse como verdaderas bestias irracionales, incapaces de frenar sus propios impulsos destructivos contra sus semejantes. Y no me refiero a los psicópatas de las películas, a los que cortan en trocitos a niñas inocentes. No, me refiero a personas que en un día pasan de ser los mejores amigos/trabajadores/esposos/discípulos y se convierten en la peor pesadilla de su amigo/jefe/esposo/maestro sin que quepa una explicación racional a tal cambio.
Aparentemente, y para mucha gente, son cándidas almas pero a partir de un momento que no controlan se convierten en demonios-para-la-víctima. La pregunta, imposible de contestar es ¿cuál es su verdadera personalidad?, ¿cuál es su verdadera cara? La verdad es que no sé la respuesta, en todo caso estos odios selectivos solo se dan cuando les beneficia económica o laboralmente, nunca antes. Y eso haría pensar que su verdadera cara es la negativa pero ¡lo disimulan tan bien!
Imagino lo que debe costar a las personas que tienen que lograr una nulidad matrimonial o las que tienen que justificar un despido, porque hasta un momento dado son la bondad personificada: amables y ejemplares cara a la comunidad pero pueden convertirse en el mismo demonio, cuando nadie les ve, entonces ¿cómo explicar que esa persona tan buena es en realidad una persona vil? ¿cómo contárselo al juez? ¿Cómo explicar el cambio?
Por hacer un cuadro general positivo son personas ahorradoras, religiosas, con excelente expediente académico, que participan en actividades culturales variadas y que siempre tienen un plan. Son personas que a pesar de ser tan perfectos y perfeccionistas no viven con especial pasión ninguno de los grandes planes que tienen o comparten con los demás, pero sin embargo tienen un montón de amigos, puesto que contestan siempre los correos, se presentan siempre con una botella de vino bueno a las cenas, se acuerdan del cumpleaños, etc. Todo en su vida parece feliz y ordenado.
El cuadro negativo sería más o menos el siguiente: son poco inteligentes, no tienen casi en absoluto sentido del humor, nunca ríen ni lloran de verdad, solo preguntan por las instrucciones y nunca hablan de nada, no soportan la incertidumbre, el desorden o la indefinición. Carecen por completo de sentido estético o de capacidad creativa. Normalmente han tenido algún episodio conflictivo en su infancia, un trauma, que les ha llevado a desconfiar y a sentir presión ante las relaciones más normales. No confían en sus propias fuerzas y por ello están muy pendientes de fuerzas numinosas (amuletos, reliquias, etc.) o apoyos familiares.
Supongo que ya habrán identificado a alguna de estas personas y habrá descubierto que tras la apariencia de compromiso hay una incapacidad para la relación auténtica que es la una carga explosiva latente.
Lo primero que hay que saber es que este tipo de reacciones se da cuando estas personas han sido sometidas a presión, tras una tesis es posible que la tomen contra el director o contra el jefe en un periodo de trabajo intenso; o cuando tienen presión en su casa pueden tomarla contra el compañero de trabajo que mejor se lleva, o contra el propio cónyuge si la presión es laboral.
Pero la presión por sí sola no es capaz de hacer estallar la crisis, realmente es la presión además de el desorden normativo. Me explico. Las personas que sufren estos brotes psicópatológicos, son en exceso ordenadas y formales, que basan en el cumplimiento de los protocolos toda su conducta. En ocasiones se generan conflictos de normas, que se dan cuando una norma es imposible cumplirla, cuando se contrapone a otra (y no se pueden cumplir las dos) o cuando cumplirla supone un atentado contra algún compromiso previo.
Al final de una tesis doctoral, por ejemplo, hay que saltarse alguna norma puesta previamente; o en la vida normal de las organizaciones no pueden darse siempre las cosas de acuerdo a protocolos. A veces entran en conflicto dos ámbitos normativos en el mismo momento (el familiar y el laboral, por ejemplo). Entonces la persona acostumbrada a cumplir todas las normas se desorienta y "salta", "revienta" o "estalla" siempre contra el que tiene más cerca. La variedad de respuestas es tan grande como la especie, pero van siempre de acuerdo a una simple cuestión: hacer daño al otro, colocarlo como blanco de los dardos, etc.
Lo primero que hay que saber es que este tipo de reacciones se da cuando estas personas han sido sometidas a presión, tras una tesis es posible que la tomen contra el director o contra el jefe en un periodo de trabajo intenso; o cuando tienen presión en su casa pueden tomarla contra el compañero de trabajo que mejor se lleva, o contra el propio cónyuge si la presión es laboral.
Pero la presión por sí sola no es capaz de hacer estallar la crisis, realmente es la presión además de el desorden normativo. Me explico. Las personas que sufren estos brotes psicópatológicos, son en exceso ordenadas y formales, que basan en el cumplimiento de los protocolos toda su conducta. En ocasiones se generan conflictos de normas, que se dan cuando una norma es imposible cumplirla, cuando se contrapone a otra (y no se pueden cumplir las dos) o cuando cumplirla supone un atentado contra algún compromiso previo.
Al final de una tesis doctoral, por ejemplo, hay que saltarse alguna norma puesta previamente; o en la vida normal de las organizaciones no pueden darse siempre las cosas de acuerdo a protocolos. A veces entran en conflicto dos ámbitos normativos en el mismo momento (el familiar y el laboral, por ejemplo). Entonces la persona acostumbrada a cumplir todas las normas se desorienta y "salta", "revienta" o "estalla" siempre contra el que tiene más cerca. La variedad de respuestas es tan grande como la especie, pero van siempre de acuerdo a una simple cuestión: hacer daño al otro, colocarlo como blanco de los dardos, etc.
Evidentemente hay una disonancia cognitiva importante: por un lado reconocen que la persona cercana les ha ayudado y no tiene la culpa, y por otro es el máximo enemigo, por lo que deben buscar una explicación, deben generar una realidad paralela una historia nueva. Los gestos de cariño de un matrimonio, por ejemplo, se interpretan ahora como prepotencia; las ayudas de la tesis se consideran una intromisión, la promoción como un intento de alejarle, etc. Cualquier cosa se reinterpreta hasta darle la forma adecuada, hasta romper la disonancia y convertir la realidad pasada en una realidad que es acorde con la presente. El enfermo realmente se cree la nueva realidad y se cree la interpretación nueva como se creía la otra. No hay posibilidad de presentar ninguna prueba, ninguna palabra. Cualquier cosa que se diga será usada para apoyar la nueva idea.
No intente hacerle ver, hacerle entrar en razón, no hay nada que hacer, puesto que la realidad ha cambiado ya no es la que fue y no se puede apelar a nada de nada. Por ejemplo, antes he dicho que uno de los rasgos distintivos es la religiosidad, pues bien, pese a que toda la religión católica se basa en el amor y está claro que no se puede ser religioso y odiar profundamente al otro, estas personas son capaces de hacer las dos cosas ¿por qué? Porque la religión, como la amistad y otras maneras de encuentro es tratado de manera superficial por este tipo de personas, y aunque son los primeros en recitar todas las oraciones, en cumplir todos los mandamientos y en guardar todas las fiestas, sin embargo sus formalismos rara vez salen de ahí y se convierten en algo más, viven la fe como si Dios se complaciese especialmente con ver a los hombres levantarse, arrodillarse y sentarse los domingos.
Podríamos extrapolar este cuadro clínico al nacionalismo o a ideologías que centran su discurso en el ataque a quienes han convivido, ayudado y promocionado a un grupo... pero eso lo dejamos para otro sitio.
Podríamos extrapolar este cuadro clínico al nacionalismo o a ideologías que centran su discurso en el ataque a quienes han convivido, ayudado y promocionado a un grupo... pero eso lo dejamos para otro sitio.
En definitiva, solo es una aproximación a un cuadro psicopatológico habitual para dar un consejo gratis: que no hay nada que hacer, una vez detonada la crisis no hay manera de pararla, diga lo que uno diga todo no solo será imposible hacerle cambiar un poco su nueva forma de ver el mundo, sino que cualquier palabra la usará en tu contra, así que silencio y distancia.