lunes, 2 de abril de 2012

La antropología no sirve para nada (1)


La antropología no sirve para nada, ya lo decía Aristóteles de la Metafísica y, en general, se puede predicar esto de toda filosofía pura. Y eso -que escandaliza a los idiotas- es lo grande, lo interesante y la razón por la que debe mantenerse en los planes de estudio universitarios.

La Universidad tiene una función de formación del espíritu en cosas que no sirven para nada, es verdad que también debe formar en cosas prácticas, pero si se conviete sólo en eso pierde su esencia y deja de ser Universidad para ser una academia-de-piso grande, pero sin trascendencia, sin pasado y sin futuro. Buen negocio quizá. Peo estéril.

El espíritu no es como el trastero, si metemos cosas muy grandes siempre queda espacio para las demás. El espíritu se ensancha cuando se alimenta de cosas grandes y sólo entonces caben las pequeñas, y tiene sentido conservarlas.

Dicho de otro modo: si cerramos la posibilidad de gustar de lo elevado a nuestros alumnos universitarios, con la intención de dejarles espacio para las pequeñas y prácticas materias, con el tiempo ni comprenderán unas ni las otras.

Lo grande, lo que no sirve para nada, es lo que de verdad hace vivir al hombre. La Universidad no tiene sentido si no sirve para abrir las mentes. Es cierto que maestros y discípulos se han procupado -a lo largo de la historia- de estadísticas, químicas  y economías, pero como algo accesorio, para ganarse la vida... pero todo universitario sabe que esto de "ganarse la vida" es un eufemismo, porque la vida está perdida si se dedica uno sólo a ganársela.

Sólo los burros piensan que la vida consiste en tirar del carro. Sí, quizá haya que tirar, pero es más importante saber qué llevamos, a dónde, de dónde hemos salido, cómo es el camino, cómo será más tarde, qué animales vamos a encontrar, qué paisajes, etc.


Sea como sea, la amistad, el amor, el arte, la verdad... no sirven para nada y de ahí la importancia para la formación de las personas que no están al servicio del dinero, es decir, de las personas libres, que conocen y quieren conocer para comprobar si merece la pena tirar de este carro.

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