Queridos amigos, me complace dar la bienvenida al Padre
Presidente, al Consejo y a los Directores de la Universidad de Villanova con la
ocasión de su reunión en Roma. Rezo para que su estancia en la Ciudad Eterna
sea una ocasión de renovación espiritual para cada uno de ustedes.
Como herederos de gran “escuela” agustina, inspirada en la
búsqueda de la sabiduría, vuestra Universidad fue fundada para preservar y
transmitir la riqueza de la tradición católica a las nuevas generaciones de
estudiantes, que, como el joven Agustín, están en búsqueda del verdadero
significado y del valor de la vida. En fidelidad a esta visión, la Universidad,
como comunidad de investigación y estudio, también debe lidiar con los
complejos desafíos éticos y culturales que surgen en los cambios de época y que
afectan a nuestro mundo de hoy. Espero que, en cada aspecto de su vida y
misión, la Universidad de Villanova perseverará en su compromiso de comunicar
los valores, intelectuales, espirituales y morales que puedan preparar a los
jóvenes para participar con sabiduría y responsabilidad, en los grandes debates
que construyen el futuro de la sociedad.
Un aspecto urgente de la tarea educativa es el desarrollo de
una visión universal, “católica”, de la unidad de la familia humana y de un
compromiso en la eficacia de la solidaridad necesaria para combatir las graves
desigualdades e injusticias que marcan el mundo actual. Las Universidades, por
su naturaleza, están llamadas a ser laboratorios de diálogo y de encuentro al
servicio de la verdad, de la justicia y de la defensa de la dignidad humana a
todos los niveles. Esto es particularmente válido para una institución católica
como la vuestra, que contribuye en la misión de la Iglesia de promover el
crecimiento auténtico e integral de la familia humana hacia su definitiva
plenitud en Dios (véase Const. Ap. Veritatis gaudium, 1).
Nadie mejor que San Agustín ha conocido la inquietud del
corazón humano hasta que encuentra descanso en Dios, en Jesucristo, que nos revela
la verdad más profunda sobre nuestra vida y nuestro destino final. Que estos
días de reflexión, discusión y encuentro os confirmen en vuestro compromiso con
la misión de la Universidad al servicio de la verdad que nos hace libres (Jn.
8, 32).
Con afecto os encomiendo a vosotros y a vuestras familias, y
a toda la comunidad de la Universidad de Villanova a las oraciones de San
Agustín y Santa Mónica, y a todos imparto mi Bendición Apostólica como prenda
de alegría y paz en el Señor Jesús resucitado.
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