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viernes, 15 de febrero de 2013

La burbuja

Cuando todo anda patasarriba, como ahora, y nada parece ser estable surge la tentación de la burbuja: aislarse del mundo, vivir como si esto de la civilización no fuese con nosotros, como si el mundo pudiese prescindir de nuestras aportaciones. O como si la sociedad "ya" no tuviese nada que aportarnos.

Este pensamiento, liberal, parte de la absurda teoría del contrato social. El individuo, dicen, es como si hubiese firmado un contrato de prestación de servicios con la sociedad, que le convierte en ciudadano, que le obliga. Esto, que a pesar de oirlo una y otra vez en bocas eruditas, no es más que una simplonería que no lleva a ninguna parte buena. ¿Cómo vamos a haber firmado un contrato? Realmente el ser humano es social por naturaleza y no necesita un contrato que le dé dignidad ni nada por el estilo; es un ser social, y por lo tanto no puede ni firmarse ni romperse tal contrato.

A lo único que podemos aspirar es a retirarnos. Cada día hay más personas sin ataduras que "huyen del mundanal ruido y siguen la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido", es verdad. Cada día hay más gente que puede escapar de todo y se puede fugar lejos, a una isla desierta, a una finca en el campo, a un espacio lejano donde se hacen los dueños y señores, donde pueden gestionar su tiempo en busca de un final más o menos tranquilo. Algunos incluso siguen teniendo vínculos con el mundo, pero vienen al mundo de los mortales a hacer encargos, a firmar cosas, a sacar dinero y a volverse a su paraíso terrenal.

Ernst Jünger dibujó desde la Segunda Guerra Mundial, unas cuantas figuras que mucho tienen que ver con esta huída o "emboscadura": el trabajador, el emboscado, el anarca son ejemplos de figuras que van aislándose desde un elemento social y de colectivo (el soldado y el trabajador de los años treinta) a un sentir individualista y totalmente alejado del mundo de la hermandad y de la lucha, que vive en la segunda mitad del XX.

El anarca juengeriano es precisamente el que logra salirse del todo, vivir sin normas, sin leyes, sin patrias ni banderas. Alguien que evidentemente tiene que tener mucho dinero para gestionarse su libertad: debe pagarse su sanidad, su seguridad, su "bienestar". Es el hombre que ha roto con el contrato social. Que es más liberal que los liberales.

Es una tentación: huir del mundo y vivir en la naturaleza, dedicados a las cosas importantes de la vida pero con las posibilidades de la tecnología. En Eumeswill creo recordar que Jünger habla de ello.  Pero es inmoral, antinatural.

La burbuja sólo tiene sentido si es germen y espacio de difusión de una idea; sólo si se tiene presente al mundo; sólo si el emboscado vive en el mundo de los trascendentales; sólo si se trata de un ensayo de nueva sociedad... es decir, sólo tiene sentido salirse dle mundo si es para mejorarlo desde fuera, siendo modelo o siendo experimento de una sociedad futura.

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